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Ethen.

No tengo palabras para explicar la angustia que entró en mi cuerpo al escuchar el tono ronco en su voz y la frase que me había dicho desde donde quiera que estuviera.

-¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

-Estoy... No sé donde estoy- me dijo y noté en su voz la misma angustia que tenía yo.

-Mándame la ubicación, ¿qué te has tomado?

-No sé... Un chico me dio un vaso, creo que era vodka caramelo, no estoy segura...

La angustia aumentó y dejó pasar a una sensación de rabia. No sabía qué coño le habían echado en la bebida, pero pensaba averiguarlo y pensaba dar con el culpable, e iba a pagar por lo que le había hecho. No pensaba dejar que le hicieran lo que a Emily.

-¿Has aceptado el vaso de un puto extraño Amber?

-Parecía simpático, ¿he hecho algo mal?

Al escuchar el tono de miedo en su voz el pecho se me encogió aún más. Estaba asustada, tenía miedo y yo no sabía donde estaba, así que ese miedo que sentía ella, también lo sentía yo, o inluso más intenso.

-No, tú no has hecho nada mal preciosa. Escúchame Amber, ve a la puerta de la casa, sientate en el bordillo donde estés segura y mándame tu ubicación en tiempo real, llego lo más rápido que pueda. Y no te preocupes, ya voy a por ti.

-Vale, gracias...

-No me des las gracias y hazme caso. En nada estoy alli- le dije con el tono más dulce que me permitía el nudo que tenía en el pecho y la rabia que sentía por dentro.

Me levanté y me puse los zapatos lo más rápido posible. Fui a mi armario y cogí una sudadera grande de color gris con un lobo dibujado, mi sudadera favorita. Me la colgué en un brazo, Amber debía tener frío y no iba a dejar que pasara frío sin hacer nada.

Agarré el móvil y vi que ya me había mandado la ubicación, así que abrí el mensaje y fui lo más rápido posible escaleras abajo hasta el exterior de la casa. Por suerte, nuestros padres y Harvey estaban aún en esa cena de finolis y pijos, así que tenía vía libre para hacer todo el ruido que quisiera sin preocuparme de no despertar a nadie.

Mientras me subía a mi coche, mi cabeza no paraba de taladrarme con decenas de preguntas. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Por qué esta chica me hacía querer protegerla, defenderla y cuidarla hasta mi último aliento? ¿Por qué cuando sentía que podía pasarle algo, parecía que fuera a pasarme a mi mismo? ¿Qué coño me estabas haciendo, Amber Damon?

Vinculé la ubicación de Amber con el gps del coche y se me formó un nudo en la garganta al ver de qué fiesta se trataba. La última fiesta en casa de Preston. El gilipollas más gilipollas del instituto. El rey del ejército de gilipollas formado principalmente por gente como Preston Wallace y Bryce Cooper. Y ahí estaba mi hermanastra, metida hasta el cuello con uno y en la fiesta del otro. Definitivamente, iba buscando el peligro.

Cuando llegué, la vi sentada en el borde de la carretera justo enfrente del camino de entrada a la casa, despeinada y con los zapatos en las manos. ¿Lo más sorprendente? Hasta así me parecía la tía más guapa que había visto nunca.

Mierda.

Frené de golpe en cuanto llegué a donde estaba ella. Amber subió la mirada y podría jurar que vi sus ojos empezar a brillar al verme salir del coche. Me acerqué a ella y le quité los zapatos de la mano, para después agarrarle la cara entre mis manos para que me mirara a los ojos. Pude ver el destello de lo que fuera que le hubieran dado asomar por sus ojos y me tuve que contener para no soltarle la cara de golpe e ir a partirle la cara a cualquier persona que se me cruzara por delante.

Ramé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora