20.

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Capítulo 20.

Ethen.

Al día siguiente me desperté prácticamente de un salto de la cama. La emoción me había hecho despertarme tres veces durante la noche y dar vueltas entre las sábanas como un idiota. Y no tanto la emoción del viaje, sino más la emoción de saber que era con Amber, que iba a pasar 3 días seguidos con ella, los dos solos disfrutando de la naturaleza. Era indescriptible la felicidad que sentía, y eso me hizo levantarme con más ganas que nunca.

Me vestí y comprobé mis maletas bastante más veces de las necesarias esperando a que llegase la hora a la que tenía pensado despertar a Amber. Cuando llegó, fui a su cuarto, abrí la puerta y encendí la luz sin hacer ruido para no despertarla de un susto y me acerqué con cuidado. Incluso durmiendo estaba guapísima, estaba preciosa inconscientemente. Aparté un mechón de pelo de su cara y ella se acurrucó un poco más.

-Preciosa, es hora de despertarse – susurré suavemente acariciándole el pelo.

Ella se movió un poco y abrió los ojos lentamente mirándome.

-Buenos días Ethen – susurró con voz de dormida y una pequeña sonrisa.

Y eso hizo que me pareciera aún más adorable, si es que eso era posible.

-Buenos días Amber, vístete y ponte cómoda que nos vamos.

Ella solo asintió un poco más y se incorporó. Al saber que ya iba a prepararse, salí de su cuarto y volví al mío intentando hacer el mínimo ruido posible para no despertar a nadie más.

Cogí las llaves de la cabaña de la cómoda y sonreí. Era real, iba a volver a ir al lago Kerr por fin después de más de cinco años, y esta vez iba a ser con ella, además. Habría estado bastante bien hacer el primer "viaje familiar", pero me engañaría a mi mismo si dijera que no me gustaba incluso más la idea de compartirlo solo con ella. El avión salía en un par de horas, y había un camino de casi una hora en coche hasta el aeropuerto, así que íbamos justos de tiempo.

Para cuando volví a dejar las llaves en la cómoda, Amber llamó a mi puerta y cuando abrí, la vi con las dos maletas a los lados, un gorrito de lana gris, a juego con los pantalones de chándal, y una camiseta blanca un par de tallas más grande que la suya.

-¿Lista? - le pregunté volviendo a agarrar los billetes y mis maletas de al lado de la puerta.

-Lista.

-Pues en marcha, que no tenemos mucho tiempo.

Ella asintió y bajó la escalera cargando con sus maletas. Cuando salimos de casa, después de comprobar tres veces más que había hecho y cogido todo lo necesario para el viaje, la ayudé a subir sus maletas a mi coche y los dos entramos.

-¿Estás nerviosa? – le pregunté al verla jugar con los dedos en su regazo.

-Un poco, pero estoy muy contenta, gracias por esto enserio, no sabes cuánto significa esto para mi, siempre he querido tener una cabaña enmedio del campo y dormir rodeada de naturaleza, y aún es más especial porque voy a hacerlo contigo, así que enserio, gracias.

El corazón me dio un vuelco al escuchar su última frase.

-Lo hago porque realmente quiero hacerlo, porque quiero verte feliz, y estoy seguro de que vas a ser la mejor piragüista del planeta – susurré antes de encender la radio.

-Veremos si soy capaz de mantenerme más de tres segundos antes de tragar agua – dijo soltando una pequeña carcajada después.

-Estoy seguro de que todo va a ir bien, y más teniendo un profesor como yo.

Ramé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora