Ethen.
Por fin se había ido el amigo de Amber. No me caía mal, ni mucho menos, incluso podría decir que me llegó a caer más o menos bien. Y a ella la hacía feliz que estuviera aquí, la notaba mucho más animada desde que llegó, pero apenas había pasado más del tiempo de algunas comidas con ella en toda la semana y odiaba no verla.
Estaba viendo un partido de fútbol en la tele cuando sonó el timbre, así que me levanté a abrir, encontrándome con la cara de la persona que más odiaba en mi vida en ese momento y a la que había odiado durante años. Bryce Cooper.
-Hombre pijito, ¿vienes a sacarle brillo a las copas? Cuidado no las vayas a romper- dije cruzándome de brazos.
-Como no cierres la boca va ser tu cara lo que voy a partir, fíjate- contestó intentando intimidarme.
Sin conseguirlo, claro.
-Mira idiota, si quieres montártelo con alguien o hacerle lo que le hiciste a Emily espero que esa persona no sea Amber, porque te destruiré la vida, ¿me oyes?- susurré con tono amenazante recordando que Emma estaba en casa.
-Deja atrás lo de Emily, está solucionado y ella ya pasa de mi, ¿por qué tú no? Además... ¿por qué no quieres que me lo monte con tu hermanita? ¿Estás celoso acaso, niñato?
Intentaba cabrearme, intentaba hacer que perdiera los nervios, pero no pensaba dejar que lo hiciera.
-Primero, ni se te ocurra volver a llamarme niñato. Y segundo, no estoy celoso, es mi hermanastra y no pienso dejar que le hagas daño, así que no te atrevas a pasarte ni un pelo con ella- le amenacé guardando toda la calma que cabía en mi.
-Ay Williams, que equivocado estás colega.
-Yo a ti te parto la cara de capullo que me llevas.
-Ajá, y luego le cuentas a tu querida Amber que le has pegado a su novio.
Hizo incapié en la palabra novio. Sabía que me hacía cosquillas en la poca paciencia que tenía con él y por eso mismo lo hacía. Bryce Cooper adoraba verme rojo de la rabia, y eso venía mucho antes de lo de Emily, mucho antes de que me diera motivos reales para odiarle a muerte.
Emma bajó justo en ese momento, y tuve que apretar la mandíbula para no perder la compostura delante de ella.
-Bryce, Ethen, ¿todo bien?- preguntó percatándose de la evidente tensión en el ambiente.
-Claro, todo perfecto, ¿verdad Bryce?- dije soltando su nombre con toda la rabia que podía permitirme para que Emma no notara las ganas que tenía de partirle la boca.
--Claro, tonterías de cuñados.
Apreté los puños. Le odiaba con toda mi alma. Mi odio y mi rabia hacia él salían de lo más profundo de mi ser.
-Bueno, está bien- se le notaba en la voz que no estaba muy convencida-. Amber cariño, ha venido Bryce a por ti- gritó para que lo escuchara su hija, que supuse que estaba en su cuarto.
Apenas dos minutos después, Amber estaba en el recibidor, arreglada y preciosa como siempre. Pero no para mi, ni para Harvey, ni para Oliver, sino para él, para el ser más repugnante que había conocido en toda mi vida.
Y ahí estaba, dándole un beso en forma de saludo a alguien que no era yo. Otro que no merecía ni las migajas de lo que era ella, tenía lo que yo ansiaba, lo que yo llevaba queriendo desde el momento en que la vi por primera vez, y ni siquiera había tenido que intentarlo.
-Mamá, vuelvo para después de cenar, ¿vale?
-Claro, pasadlo bien y contéstame cuando te llame- le pidió Emma antes de que ellos se marchasen y antes de subir de nuevo al segundo piso.
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Ramé.
RomansNo esperaba tener que mudarme a una ciudad soleada a mis 17 años, dejando atrás toda mi vida anterior en Portland, pero menos aún le esperaba a él, a Ethen. Ese era el nombre del chico alto y castaño con el que tendría que convivir ahora que mi madr...