Capítulo 21.
Amber.
Al despertarme por la mañana y sentir la presión de un brazo alrededor de mis hombros me costó asimilar dónde estaba. Con Ethen. En una cabaña a 500 kilómetros de Bryce. Y al contrario de lo que debería, me sentía libre, me sentía bien, me sentía viva.
Con cuidado de no despertar a Ethen me escabullí por debajo de su brazo y fui hasta la cocina. Creo que aún en mi cabeza no entraba todo lo que había pasado en unos meses.
Me había mudado a la otra punta del país, había perdido a mi mejor amiga y había encontrado a otra mucho mejor y que me hacía mil veces más feliz que ella. Había empezado a bailar en una de las mejores academias del país, para la cual iba a hacer una actuación solista en un show que se retransmitiría por prácticamente todo norteamérica, ahora vivía con tres hombres que se preocupaban por mi como si fuera parte de su familia y había encontrado un novio que, al menos a su manera, me quería de verdad.
Tardé menos de cinco minutos en meter un par de gofres a calentar en el microondas, llenarlos de sirope de chocolate y decorarlos con nata por encima. Para cuando estaba llevando el desayuno al salón Ethen estaba incorporándose y desperezándose mirando al frente.
- Buenos días bello durmiente.
- Buenos días preciosa, ¿has dormido bien?
- Probablemente habría dormido mejor en la cama, pero si, bien – revelé mirándole -. ¿Y tú qué tal has dormido? He hecho gofres.
- Mejor que nunca – declaró él poniéndose de pie para ir a recoger los cubiertos para el desayuno -. Me alegro de que hoy hayas dormido bien, porque nos vamos a ver campo – me gritó desde la cocina.
- ¿Dónde piensas llevarme? - pregunté en voz alta a la vez que dejaba los platos con los gofres sobre la mesa.
Antes de contestarme, volvió de la cocina y se sentó a mi lado, dejando los cubiertos sobre la mesa.
- A un sitio especial para el Ethen de doce años, pero que va a ser aún más especial para el Ethen de deicinueve porque esta vez va a ir con la persona más especial que ha conocido nunca.
- Ethen, eres más mono – dije dándole un beso en la mejilla antes de llevarme un trozo del gofre a la boca.
- La persona adorable en esta cabaña no soy yo, preciosa – me respondió dedicándome una sonrisa.
***
Desayunamos en silencio, mientras veíamos un partido de hockey sobre hielo. Ese silencio solo era interrumpido de vez en cuando por los gritos de Ethen hacia la pantalla, porque al parecer no solo vivía el fútbol americano por la parte que le tocaba, sino que además vivía con la misma intensidad la mayoría de los deportes de equipos con pelota.
Me iba a levantar a recoger los platos cuando la mano de Ethen rodeó mi antebrazo y le miré.
- Yo recojo, sube a cambiarte y ponte ropa de deporte.
- Bueno, ahora bajo – le respondí dedicándole una sonrisa y separándome de él para subir la escalera que daba al desván donde estaba mi cuarto.
Subí a mi cuarto y abrí mi armario, buscando algo de ropa para ponerme para el plan de hoy. No sabía exactamente qué pensaba hacer Ethen, así que acabé escogiendo un conjunto deportivo de color marrón, con una sudadera básica de cremallera blanca, unos calcetines largos del mismo color que la sudadera y mis converse negras. Además, me recogí el pelo en una coleta, y cuando estuve lista volví a bajar. Al llegar al salón me encontré con un Ethen ya vestido, con un chandal y una camiseta ajustada de manga corta negra de adidas.
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Ramé.
RomanceNo esperaba tener que mudarme a una ciudad soleada a mis 17 años, dejando atrás toda mi vida anterior en Portland, pero menos aún le esperaba a él, a Ethen. Ese era el nombre del chico alto y castaño con el que tendría que convivir ahora que mi madr...