Capítulo 7

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Ese sábado por la mañana, Hermione no dejaba de lanzarle a Harry miradas de sospecha al otro lado de la mesa durante el desayuno. -Sé lo que estás planeando-, murmuró. Harry le sonrió.

-Todo irá bien, Hermione. Confía en mí-. Tal vez un poco de ruptura de reglas como trío era justo lo que Harry necesitaba para dejar de sentirse desubicado. En los últimos meses, las cosas habían cambiado mucho. La mayoría para mejor, pero a veces era abrumador. Una travesura a la vieja usanza era justo lo que el médico había recetado.

Harry fingió que despedía a Ron y Hermione en el vestíbulo, y luego se dirigió hacia el tercer piso, con el Mapa del Merodeador en el bolsillo. Al llegar a la estatua de la bruja tuerta, revisó el mapa rápidamente, maldiciendo en voz baja el pequeño punto etiquetado como "Neville Longbottom" que se acercaba rápidamente. 

-¡Hola Harry!- saludó Neville alegremente. -Olvidé que no ibas a Hogsmeade. ¿Te apetece jugar a la chispa explosiva?-.

-Lo siento, Neville-, dijo Harry, manteniendo su voz casual. -Tengo... trabajo que hacer-. Le dirigió al otro chico una mirada punzante, y la boca de Neville hizo una "o" de comprensión.

-¿Quieres ayuda con eso?- preguntó Neville en voz baja. Harry se dispuso a responder, pero fue interrumpido por unos pasos agudos que se acercaban. Neville jadeó, arrastrando los pies detrás de Harry.

-Potter. Longbottom-, saludó Snape, mirando a Harry con desconfianza. -¿Qué hacen ustedes dos aquí? Un lugar extraño para reunirse-.

Harry se negó a dejar que sus ojos se desviaran hacia la estatua de la bruja tuerta, incluso cuando los de Snape lo hicieron. -No nos reunimos aquí. Nos acabamos de encontrar aquí-.

-Entonces les sugiero que volvan a la torre de Gryffindor, donde deben estar-, dijo Snape, pasando la mano por la estatua. Harry contuvo la respiración.

-Bien. Eso haremos, señor-. Los dos se marcharon, y Harry le dijo a Neville que iba a la biblioteca, sólo para volver atrás en cuanto vio el punto etiquetado como "Severus Snape" firmemente en su despacho. 

-Dissendium-, susurró, tocando la joroba de la bruja y subiendo en cuanto se abrió. Se le hacía tarde.

*********

Hermione no estaba con Ron cuando Harry lo encontró. Estaba claro que era demasiado pedir que los dos se reconciliaran, incluso después de que Hagrid hablara con ellos. Harry empezaba a arrepentirse de haber ido; lo único que hacía era seguir a Ron, dejando que el pelirrojo le mostrara todas las cosas que había visto cuando lo había visitado solo antes de Navidad, cuando Ron no conocía el mapa. Explotar Snap con Neville habría sido más divertido. Al menos, Harry consiguió que Ron le comprara algunas cosas en Honeydukes, deslizándole dinero por debajo de la capa. 

Ron se dirigió hacia la Casaa de los Gritos, contándole a Harry los rumores de que estaba embrujada, cuando oyó una voz al otro lado de la colina. Cuando la voz se acercó, a Harry se le hundió el estómago. -Papá tuvo que ir a la audiencia, por supuesto, para contarles lo de mi brazo-. Era Draco, flanqueado por Crabbe y Goyle, riéndose de Hagrid y Buckbeak. A Harry le dolieron mucho las costillas, pero se sacudió el dolor. Draco había dejado bastante claro que esos dos eran tanto sus niñeras como sus guardaespaldas, vigilando a Draco e informando a sus padres, que se dirigían al padre de Draco si no le gustaba lo que oían. No eran tan tontos como parecían.

-¿Qué estás haciendo, Weasley?- La voz de Draco cortó los pensamientos de Harry, que vio cómo las manos de Ron se cerraban en puños a los lados. Draco miró hacia la cabaña. -Apuesto a que te encantaría vivir aquí, ¿verdad? Prácticamente un palacio comparado con ese cuchitril en el que vives ahora-. Crabbe y Goyle se echaron a reír, y Harry tuvo que agarrar la parte trasera de la túnica de Ron para evitar que cargara contra Draco. 

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