Capítulo 43

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Lo primero que Harry registró al atravesar la puerta del Número Doce fue la cara sonriente de su padrino.

-¡Sirius!- Su alivio fue real; no había visto al hombre en casi una semana, y vaya semana que había sido. Se lanzó a los brazos de su padrino, parte de la tensión le abandonó cuando Sirius lo abrazó con fuerza.

-Te tengo, cachorro-, le prometió en un feroz susurro. -Estás bien-.

Harry estuvo a punto de derrumbarse allí mismo, pero unas voces apagadas le recordaron que no estaban solos. De mala gana, se apartó, haciendo una mueca cuando vio lo que les rodeaba. Sirius había mencionado que la casa estaba en mal estado, pero no había esperado que fuera tan... oscura.

-¡Me alegro de verte, amigo!-.

-¡Ya era hora de que aparecieras!-.

Los gemelos estaban susurrando, lo que a Harry le pareció extraño, pero le sonrieron desde detrás de Sirius. Pasando por delante del animago, George le revolvió el pelo a Harry, metiéndolo entre él y Fred y llevándolo por una puerta lateral. Harry se encontró en una cocina muy llena, el olor de la carne que se estaba cocinando le hizo rugir el estómago.

-¡Oh, Harry, querido!- Los gemelos se soltaron cuando su madre se apresuró a acercarse, y Harry trató de no ponerse demasiado rígido cuando lo envolvieron en un abrazo que le rompió las costillas. -¡Mírate, estás demasiado delgado, pobrecito!- Le dio unas palmaditas en la mejilla, mirándolo con el ceño fruncido. -Y pálido como un fantasma. ¿Has estado tomando el sol?-.

Harry no estaba tan pálido, y apretó los dientes; por lo que ella sabía, había estado encerrado en su habitación todo el verano; ¿estaba intentando restregárselo?.

-Me temo que no puedes quedarte mucho tiempo; es casi la hora de la reunión de la Orden. Pero te prepararé un sándwich rápido para que te lo lleves, ¿has comido? No importa; eres un niño que crece, ¡siempre puedes comer más! Sólo tardaré un minuto-.

Harry se volvió hacia la mesa, alrededor de la cual había varias personas que no reconocía, todas las cuales lo miraban con distintos niveles de interés. Se ahorró el tener que decir algo cuando se abrió la puerta y Ginny entró derrapando junto a Tonks.

-¡Estás aquí!-, gritó encantada, saltando prácticamente sobre Harry en un abrazo. Él no pudo evitar reírse, sonriendo en su pelo perfumado de fresa.

-Hola, Gin-.

Cuando ella se retiró, mantuvo las manos sobre sus hombros, estudiándolo cuidadosamente. -Tienes mejor aspecto del que pensaba. ¿Estás bien?- Harry no sabía hasta qué punto la pregunta era para aparentar, y se encogió de hombros.

-Considerando todo, no está mal-. Eso pareció ser suficiente para la pelirroja, y asintió con decisión.

La puerta se abrió de nuevo y Snape entró con su habitual sonrisa de desprecio. Harry no reaccionó al verlo, aunque vio el más leve parpadeo de aprobación en los ojos oscuros del hombre al ver al Gryffindor. -Veo que vamos a ser bendecidos con la presencia de Potter una vez más-, dijo. Sirius gruñó, sólo para recibir un golpe en el hombro con la cuchara de madera de la señora Weasley.

-Severus, Dios, ¿ya es la hora? Chicos, vamos, será mejor que se suban... sí, Fred, George, por última vez eso significa que ustedes también. No me importa que sean mayores de edad, aún estan en el colegio y se mantendran al margen de todo esto-. Con un plato lleno de sándwiches flotando detrás de ella, la señora Weasley le hizo una seña a Harry para que se acercara. -Pensé en ponerte con Ron, querido; te mostraré el camino-.

-Harry va a ocupar mi antigua habitación, Molly-, dijo Sirius, adelantándose y poniendo una mano en el hombro de Harry. -Yo lo subiré-.

-Tonterías; los chicos comparten todo el tiempo cuando están en la Madriguera, no hay problema-.

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