Capítulo 37

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Para alivio de Harry, no tuvo que esperar mucho tiempo; Snape llegó a las once de la mañana del primer día de verano, y miró a la tía Petunia mientras Harry recogía las pocas cosas que había desempacado.

La visión de la enorme casa solariega alivió una tensión que Harry ni siquiera se había dado cuenta de que cargaba, pero frunció el ceño desconcertado cuando Remus fue el único que los saludó. -¿Dónde está Sirius?-.

-Entra, te lo explicaremos mientras tomamos el té-. Remus le abrazó, pero no dijo nada más hasta que estuvieron cómodamente instalados en el salón, con un juego de té en la mesa de centro y un plato lleno de bollos caseros de frambuesa; Ceri estaba encantada de tener a Harry de nuevo en casa.

-En primer lugar, Sirius está bien-, aseguró Remus, antes de que Harry pudiera preocuparse demasiado. -Pero es posible que no lo veas mucho este verano. Dumbledore lo ha... convencido de ofrecer una de las otras propiedades de la familia Black como sede de la Orden del Fénix-.

Harry había oído hablar un poco de la Orden, por los relatos de Remus y Sirius sobre sus padres. La resistencia de Dumbledore contra la oscuridad. -¿La Orden se ha vuelto a formar, entonces?-.

Remus asintió. -En cuanto Sirius y yo nos fuimos de Hogwarts, Dumbledore nos hizo reunir a los antiguos. Le preguntó a Sirius si podía usar la casa tal vez tres días después del regreso de Voldemort. Todo sucedió muy rápido, está claro que tenía sus planes esperando desde hace tiempo-. El hombre lobo no parecía impresionado. -No podemos decirte exactamente dónde está -(está bajo un encantamiento Fidelius)-, pero está en Londres. Desgraciadamente, como Dumbledore no tiene ni idea de este lugar, cree que Sirius ha estado viviendo fugado durante el último año, y le ha invitado a vivir en el cuartel general-.

Parecía tan contento con que Dumbledore invitara a Sirius a vivir en su propia casa como Harry, e incluso Snape hizo una mueca. -También lo están vigilando, entonces-, conjeturó Harry, cabizbajo. -¿Encerrado en esa casa bajo el pulgar de Dumbledore tanto como se supone que yo estoy en casa de los Dursley?-.

-Eso es todo, sí. Sirius se escapará para venir aquí cada vez que pueda -(ha estado cultivando felizmente un personaje bastante gruñón, para excusarse de encerrarse en su habitación durante horas)-, pero me temo que no nos verás tanto como el verano pasado. Albus sabe que tengo mi propia casa, aunque no sabe dónde está, y sabe que actualmente no tengo trabajo, así que espera que esté en el cuartel general con bastante frecuencia-.

-Y en lo que respecta a Albus, es dueño de mi alma, de mi cuerpo y de cada minuto de mi tiempo-, atajó Snape con una mueca, -así que es difícil decir qué esperará de mí este verano-.

-Entre los tres, deberíamos arreglárnoslas para tener siempre a alguien aquí que te haga compañía-, aseguró Remus. -Pero puede que las cosas estén un poco más tranquilas durante el próximo mes o así. Con un poco de suerte, Dumbledore accederá a trasladarte poco después de tu cumpleaños, como siempre-.

-Puedo mantenerme ocupado-, dijo Harry, aunque no pudo ocultar del todo su decepción. -Estoy contento de estar aquí-.

Reclamó uno de los bollos para él, y luego miró a los dos adultos que estaban en el otro sofá. -Entonces, ¿cuánto puedes contarme? ¿Qué está tramando Voldemort, lo sabes ya?- Sólo había pasado una semana desde la noche de la tercera tarea, pero a Harry le parecía que había pasado una edad en la que Voldemort podía estar reuniendo fuerzas y números.

-Todavía no he sido convocado, aunque sospecho que lo seré pronto ahora que el curso ha terminado-, le dijo Snape. -Muchos de los antiguos seguidores del Señor Tenebroso han regresado a él, y pronto se acercarán a otros nuevos-.

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