Capítulo 76

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Nadie se mostró especialmente enérgico durante el desayuno. Obviamente, Sirius le había contado al resto de la casa sobre la visión de Harry, ya que para cuando el Gryffindor llegó a la planta baja estaban charlando en voz baja, y dejaron de hacerlo en cuanto Harry entró. -Buenos días-, saludó Harry con cansancio. Remus se puso de pie de inmediato, extendiendo los brazos para darle un abrazo.

-¿Estás bien, cachorro?-.

-Bien, ahora. Puede que vaya a nadar más tarde. Estoy un poco dolorido-.

-¿Cruciatus?- Snape comprobó, y Harry asintió.

-En Rookwood. Pero sólo una vez, así que no tomé una poción. Creí que era uno de los que habíamos atrapado-.

-Así es. Afirmó ser un espía del Ministerio y consiguió que lo liberaran-, respondió Snape, con sorna. Harry frunció el ceño.

-Espía, una mierda-, murmuró, hundiéndose en su asiento habitual en la mesa. Frente a él, Charlie parpadeó, claramente aún acostumbrándose a toda la situación de "Snape". -¿Pasó algo útil en tu reunión?-.

-Nada alarmante-, respondió Snape, dando un sorbo a su café. Ceri hizo flotar un plato de panqueques frente a Harry, y él le ofreció una breve sonrisa. -Parece que Narcissa se cansó de ser la anfitriona, puso la Mansión bajo llave y expulsó a todos, excepto a ella y a Draco. Como puedes imaginar, el Señor Tenebroso no está... contento. Bellatrix sufrió mucho por no darse cuenta de la deslealtad de su hermana-.

Harry puso los ojos muy abiertos, aunque no se atrevió a sentirse mal por el castigo a Bellatrix. -¿Narcissa puede hacer eso? ¿Y los mantendrá a todos fuera?-.

-Eso parece. Probablemente hizo que Draco la ayudara; después de todo, él es el nuevo señor de la mansión, aunque le falte un año para alcanzar la mayoría de edad-.

-Esa es mi chica-, animó Sirius, sonriendo. -Los puso a todos de patitas en la calle-.

Era un alivio, saber que Draco ya no tenía a Voldemort en su casa, pero un movimiento tan audaz inquietaba a Harry. -No se lo tomará de buena gana-, murmuró con mala cara. Los ojos oscuros de Snape se encontraron con los suyos, sorprendentemente seguros.

-Confía en que Narcissa lleva mucho tiempo planeando sus acciones. No correrá riesgos innecesarios-.

Harry esperaba que tuviera razón.

-Anímate, cachorro-, cacareó Sirius, -si la cosa se pone fea, se mudarán aquí; el viejo Cara de Serpiente nunca los encontraría entonces-. Le guiñó un ojo juguetonamente. -Recuperarás a tu novio antes de lo que pensabas-.

Poniendo los ojos en blanco, Harry le lanzó un arándano. Sería bueno tener a Draco cerca, claro, ¡pero no a costa de que Voldemort lo quisiera muerto!.

-Supongo que nadie se batirá en duelo conmigo hoy, entonces- suspiró, alcanzando la jarra de zumo de naranja. -Ya que todos parecen pensar que necesito descansar o algo así-. Como para reforzar el punto, se le escapó un enorme bostezo, y Remus resopló. -Cállate, Moony-, refunfuñó Harry débilmente.

-Hoy te lo estás tomando con calma, chico. De todas formas, esta tarde tenemos una reunión de la Orden en Grimmauld-.

Harry sonrió ante las palabras de Sirius. -Me dejas atrás para eso, ¿no? Dumbledore quiere hablar conmigo; estuvo intentando localizarme en el colegio, pero le esquivé, y antes de coger el tren de vuelta a casa me dijo que me vería en la sede-.

-Entonces definitivamente no vas a ir-, convino Sirius.

-En ese sentido, tengo que ver dragones-, declaró Charlie, apartándose de la mesa. Al ponerse de pie, se agachó para besar la mejilla de Sirius. -Los veré a todos en la reunión. Y a ti después, supongo-, añadió a Harry. Su mirada recorrió la mesa, deteniéndose torpemente en Snape, que le devolvió la mirada impasible. Luego Charlie tosió y se dirigió a la puerta.

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