Capítulo 59

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Aparecieron en la cocina poco iluminada del número doce de Grimmauld Place, y las rodillas de Harry se doblaron en cuanto tocó el suelo. La única razón por la que no se cayó al suelo fue una rápida salvación por parte de Fred, cuyo fuerte brazo lo rodeó por la mitad. -Tranquilo, chico-, murmuró el alto pelirrojo, manteniendo a Harry erguido.

-Harry-.

Lo siguiente que supo Harry fue que estaba abrazado contra un pecho de olor familiar, con grandes manos presionando sus hombros. Sirius. Ahogó un sollozo y se inclinó hacia el abrazo de su padrino.

-¿Qué ha pasado? Phineas Nigellus dijo que Arthur estaba herido-. La pregunta de Sirius iba dirigida a los niños Weasley.

-Tuvo una especie de visión loca, se despertó gritando, diciendo que papá había sido atacado por una serpiente-, declaró Ron con maldad.

Cuando Harry levantó la vista, todas las miradas estaban puestas en él.

-Harry, ¿qué ha pasado?- preguntó Ginny con suavidad. Harry suspiró.

-Voy a preparar un poco de té-, anunció Sirius, depositando a Harry en una de las sillas de la cocina y dirigiéndose a toda prisa hacia la tetera. -Entonces podrás explicarlo todo-.

Harry no esperó a que el té estuviera listo; con la mirada fija en la mesa de madera, relató los acontecimientos de su sueño.

En algún momento, mientras hablaba, llegaron Bill y Charlie. Harry no estaba seguro de quién les había mandado avisar, pero se alegró cuando aparecieron, Bill recogiendo inmediatamente a Ginny en un abrazo, dirigiendo su ansiosa mirada azul a Harry. 

Harry pensó en modificar su historia, en decirles que había observado desde fuera de la serpiente y no desde dentro; en no dejar traslucir que había sentido la forma en que los colmillos se habían hundido en la carne caliente. Pero ya se lo había dicho a Dumbledore, y confiaba en todos ellos -(excepto en Ron, pero a estas alturas a Harry le importaba un carajo la opinión de Ron Weasley)-. 

-¿Lo sabe mamá?- Preguntó Charlie con urgencia. Sirius se acercó a la mesa con una bandeja cubierta de tazas de té, y apretó suavemente el hombro de Charlie.

-Supongo que Dumbledore la estará avisando ahora-.

Hubo que convencer a Ginny de que no saliera corriendo hacia San Mungo, recordándole que si ni siquiera la señora Weasley había sido informada aún por el hospital, parecería muy sospechoso que todos sus hijos aparecieran con Harry Potter a cuestas. 

-Vamos a calmarnos todos-, dijo Bill, con su voz grave y tranquila, y sus hermanos tomaron asiento en la mesa de mala gana. -Aunque fuéramos a San Mungo, no hay nada que podamos hacer para ayudar. Papá está siendo atendido por los sanadores, ellos harán todo lo que puedan. Es mejor que esperemos aquí que allí. El té del hospital es una mierda- añadió con una risa débil, levantando la taza hacia Sirius. Sólo Charlie resopló ante la broma. 

Los Weasley más jóvenes no parecían convencidos, pero ninguno se atrevía a discutir con su hermano mayor. 

Harry dio un sorbo a su té, con las manos temblando alrededor de su taza. Sirius tomó asiento a su lado y se inclinó hacia él hasta que sus hombros quedaron apretados. -¿Estás bien, cachorro?-.

Un movimiento brusco de cabeza. Luego, más pequeño, un movimiento de cabeza. ¿Cómo podía estar bien después de ver algo así?.

Era mil veces peor que los interminables pasillos de sus sueños habituales del Departamento de Misterios. Era incluso peor que la ocasional vez que tenía línea directa con una de las reuniones de los mortífagos, viendo -(sintiendo)- a Voldemort torturar a sus leales súbditos.

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