Capitulo 6 ~Culpa y Desprecio~

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Chizuru estaba en el departamento vacío. El dueño se había ido y ella le había solicitado permiso para quedarse un poco más. Dado que el lugar estaba desocupado, el dueño accedió y la dejó sola. Chizuru estaba confundida y desorientada. Kazuya se había marchado sin decir adiós, no había intentado contactarla ni había reservado ninguna cita. Desde el viaje, él la había estado evitando. Ella pensó que tal vez él había cambiado de opinión y no se confesaría, para evitar que Ruka o Mami arruinaran el viaje revelando la verdad a la abuela Nagomi. Pero al regresar, él volvería a ser el mismo de siempre: el chico tonto, honesto y dulce que, sin importar nada, siempre le decía que era linda.

Chizuru se sorprendió al notar el rubor en su rostro, provocado por sus pensamientos. ¿Por qué le llegaban esas ideas ahora? ¿Acaso extrañaba a Kazuya? Y si era así, ¿por qué? Antes no lo extrañaba, solo se veían cuando ella (chizuru) era su novia de alquiler. Incluso, cuando pasaba por ese mismo apartamento para ir al suyo, solía apurar el paso para evitar cualquier posible encuentro con él.

Cuanto más lo pensaba, más rápido latía su corazón y más intensamente le dolía. Sentía un nudo en la garganta que le causaba malestar. ¿Cuánto tiempo había pasado de pie en el departamento? ¿Un minuto, cinco minutos o una hora?

De repente, sintió que alguien estaba en la puerta. Chizuru giró rápidamente, casi esperando que Kazuya hubiera olvidado algo y regresara. Sin embargo, no esperaba ver a Yaemori en el umbral del departamento. Esta parecía molesta y, sin perder tiempo, le dijo a Chizuru que pensaba que realmente le importaba el Mastah (Sempai). Chizuru no esperaba que Yaemori le hablara de esa manera. Yaemori también le reprochó que no se había dado cuenta de que Kazuya se había ido hacía dos semanas. Le hizo ver que, en realidad, Kazuya le importaba poco o nada, y que había vuelto a equivocarse al pensar que estarían juntos.

Chizuru intentó defenderse, diciendo que no era asunto de Yaemori. Esta reaccionó diciendo que, dado que Kazuya le importaba, era asunto suyo también. Yaemori la acusó de ser responsable de la partida de Kazuya. Chizuru, decidida a no perder terreno, preguntó por qué sería su culpa, ya que no lo había obligado a nada. Yaemori hizo una rabieta y le preguntó si realmente era tan tonta como parecía. Chizuru, desconcertada, le preguntó de qué estaba hablando. Yaemori, sin rodeos, le reveló la verdad: había visto a Kazuya antes de su partida, estaba deprimido y le había contado todo lo que había oído de Chizuru y Mami.

El corazón de Chizuru se hundió. En ese momento no lo había considerado, pero ahora recordaba un ruido que había oído mientras conversaba con Mami. Chizuru palideció al darse cuenta de que Kazuya había escuchado aquella conversación fatídica.

Por primera vez, Chizuru se odiaba a sí misma. Había herido a un chico dulce, a la persona más honesta y tierna que había conocido, al chico que hizo realidad sus sueños, que olvidó comer por pensar en ella, que trabajó arduamente para animarla con una cita perfecta después de la muerte de su abuela, y que la abrazó cuando ella se quebró al recordar a su abuela fallecida.

Yaemori seguía gritando, pero Chizuru ya no prestaba atención. Caminó lentamente hacia la puerta, con la mirada perdida, pensando en sus errores. Yaemori, furiosa, le exigió que no la ignorara. Chizuru siguió su camino hacia la salida, regresó a su apartamento mientras Yaemori seguía gritándole. Al abrir la puerta y desaparecer tras ella, Yaemori le gritó que su Mastah la amaba, lo que la hizo tambalear emocionalmente. Chizuru no sabía qué decir o hacer; solo podía mirar al suelo.

Horas más tarde, Chizuru estaba sentada en un parque cercano, atormentada por las palabras de Yaemori. Se preguntaba dónde estaría Kazuya, si ahora la odiaba, y qué pensaría de ella. ¿Por qué sentía tanto dolor? ¿Por qué tenía miedo? La sola idea de que Kazuya nunca volviera a decirle lo linda que era le parecía insoportable.

Chizuru se levantó y, apenas había dado unos pasos, escuchó a alguien decir que por fin la había encontrado. Al darse cuenta de quién era, sintió como si un martillo la golpeara en la cabeza. Era la abuela Nagomi.

kanojo okarishimasu: El amor de Chizuru (temporada 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora