Sumi estaba paralizada por el miedo. Kazuya la miraba, y su cuerpo temblaba. Aunque faltaba tiempo para el anochecer, propuso a Sumi buscar un lugar cálido para esconderse, eso era lo que necesitaban. Sumi, aún tomada de la mano de Kazuya, asintió. Continuaron su marcha.
Chizuru corría con calma, preguntándose dónde se habría metido Sumi. Estaba agitada y con dolor por el aire frío. Se detuvo a observar el lugar. Iiyama no era una ciudad especialmente grande ni tenía edificios altos; era la cantidad de gente paseando lo que le dificultaba la búsqueda. No tenía tiempo que perder y reanudó su búsqueda.
Yaemori corría detrás de ella, cansada debido a su estatura y al peso del abrigo de Chizuru. A pesar de la fatiga, estaba emocionada por perseguir a la mujer que había secuestrado (en su imaginación) a su Mastah.
Sumi apuraba el paso. Kazuya tenía la impresión de que ella estaba nerviosa por algo. Miraba en todas direcciones. ¿Estaba buscando algo? Se preguntó Kazuya. En ese momento se dio cuenta de que Sumi estaba pálida; el color de su rostro había desaparecido y el terror se reflejaba en sus ojos.
Finalmente, los alcanzaron. En el tiempo que le toma al corazón emitir un latido, Chizuru y Sumi se miraron a los ojos. Sumi sintió que no habría lugar en la tierra para esconderse del castigo de Chizuru, pero aún así debía intentarlo por el bien de Kazuya. Chizuru dio el primer paso al frente. Sumi la miró desafiante, sin perder tiempo tomó a Kazuya de la mano, lo arrastró y comenzó una carrera de vida o muerte. Chizuru se movió rápidamente y no se quedaría atrás.
Kazuya le decía a Sumi que se detuviera; no entendía por qué corrían. —¿Por qué razón corrían?— Sumi no lo escuchaba; tiraba de él con una fuerza sorprendente para ser alguien tan pequeña. Corría entre la multitud de gente, esquivando y pasando entre ellos, intentando perderse entre la muchedumbre.
Chizuru se dio cuenta de lo que Sumi intentaba hacer y no se lo iba a permitir. Corrió entre las parejas, disculpándose por las molestias causadas, y siguió corriendo. No la dejaría escapar con Kazuya. Si no fuera por la multitud, ya los habría alcanzado. Se detuvo para mirar alrededor. Yaemori alcanzó a Chizuru, estaba sin aliento pero visiblemente feliz. —¿Alcanzaste a ver por dónde se fue Sumi-San?— preguntó Yaemori. Chizuru le respondió que, de haberlo visto, seguiría tras ella. Yaemori tomó aire y propuso a Chizuru separarse para cubrir más terreno. Chizuru reflexionó sobre el asunto. La verdad era que Sumi le llevaba ventaja. Durante el tiempo que Chizuru había pasado buscando a Kazuya en Iiyama, había aprendido las rutas de la ciudad (recordemos que lo buscó durante tres días). Sumi era una buena estudiante debido a su capacidad para memorizar cosas, por lo tanto, podría idear una ruta de escape.
Chizuru aceptó. Ella siguió su camino recto, mientras Yaemori eligió el camino a su izquierda. La persecución se reanudó. Mientras tanto, Sumi seguía arrastrando a Kazuya, que más que humano parecía una piltrafa. Le faltaba el aliento y no podía correr. Debido a sus largos paseos diarios con clientes, las novias de alquiler tenían mejor condición física.
Sumi había memorizado lugares que podrían servir como escondites. Dobló por una calle y visualizó el templo que buscaba. No había forma de que alguien los viera dada la altitud del sitio. Tiró de Kazuya, obligándolo a entrar. Kazuya se dirigió a una banca del templo, se tumbó; su alma parecía haber abandonado su cuerpo. Sumi, aún nerviosa, miraba a su alrededor. Tenía miedo, pero pensó que el lugar sería seguro. Kazuya recuperó un poco el aliento y le preguntó, enojado, el motivo de correr así. —¿Por qué estamos corriendo?— Sumi parecía a punto de llorar. Inmediatamente, Kazuya se disculpó y se sentó nuevamente para recuperar fuerzas.
—¿Dónde te has metido, Sumi? ¿Por qué haces esto?— se cuestionó mientras seguía el camino por el que había visto desaparecer a Sumi. Se preguntaba cuál era el motivo de esconder a Kazuya. —¿Acaso ella también...?— Perdió la calma en ese momento, corrió de nuevo, sintiéndose tonta por pensar que solo ella había notado la maravillosa persona que era Kazuya. Era lógico que otras mujeres también lo hubieran notado. No pensaba en Ruka; su caso le parecía a Chizuru más una obsesión por no perder frente a ella. Pero Sumi en ese momento era una enemiga de otro nivel. Sabía que muchos hombres estaban locos por ella. Con su actitud tímida y un rostro que encantaría al mismo demonio, era un arma mortal.
Para encontrar a Sumi, tendría que pensar como ella. ¿Hacia dónde correría alguien tan tímido? —¡Ahora lo sabía!— Se detuvo frente a una pareja, hizo una pregunta y luego continuó su camino.
Sumi se disculpaba con Kazuya por medio de su móvil. Kazuya seguía sin aliento y no podía articular palabra. Sumi suspiró, deseaba que Kazuya se recuperara. Caminó un momento y se dirigió al mirador del templo. Al ver las cercanías, notó que alguien la observaba directamente. Acto seguido, corrió rápidamente hacia donde estaban.
Sumi parecía a punto de desmayarse; volvió a palidecer. No entendía cómo Chizuru los había encontrado. Era cuestión de segundos para que ella llegara hasta ahí.
—¿Dónde estaría alguien como Sumi?— La respuesta era sencilla: en un lugar donde la gente no iría y estuviera solo. Ella se sentía más cómoda en lugares solitarios. El lugar más cercano era ese templo, y Chizuru lo descifró. A lo lejos, vio a Sumi, estaba tan cerca.
Sumi tomó a Kazuya una vez más. —¿Pero qué...?— no alcanzó ni a pronunciar Kazuya antes de ser arrastrado con fuerza lejos de aquel lugar. Chizuru les pisaba los talones y estaría cerca de ellos en cualquier momento. Salieron por la parte trasera del templo y se dirigieron a un arroyo de agua en la ciudad. De la boca del pobre Kazuya solo salía espuma. Sumi aún tenía tiempo; era hora de pensar en algo nuevo. Entonces, Sumi escuchó un grito que resonó al caer la tarde.
—¡¡¡MASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!— Kazuya recobró la conciencia. Conocía la voz que había proferido ese grito. —¿¡¡YAEMORI!!?— Kazuya no podía creer lo que veía. Yaemori corría a toda velocidad hacia ellos. Debido a la sorpresa, la mente de Sumi quedó en blanco y bajó la guardia.
Yaemori estaba a unos metros de distancia. No esperó más; dio un salto con todas sus fuerzas y los brazos abiertos. Kazuya se preparó para recibirla, pero...
Yaemori, aún con los brazos abiertos, no se dirigió a Kazuya. Como si fuera en cámara lenta, Kazuya observó cómo Yaemori embestía brutalmente a Sumi. La fuerza del impacto hizo que ambas cayeran al arroyo detrás de ellos. El arroyo no era profundo, así que ambas estaban empapadas pero a salvo. Kazuya, aún sin saber qué demonios había pasado, le preguntó a Yaemori por qué estaba en ese lugar. Ella respondió mientras se levantaba del arroyo y señalaba hacia una dirección: —Traje a alguien que deseaba verte, Mastah.— Kazuya miró hacia donde apuntaba Yaemori.
Entonces, se encontraron al fin y el tiempo se detuvo. Después de casi un mes sin verse, Kazuya y Chizuru se miraban a los ojos.
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kanojo okarishimasu: El amor de Chizuru (temporada 1)
FanfictionLo escrito a continuación toma lugar a partir del capitulo 190 del manga de Kanojo Okarishimasu, esto es solo es tomado como una versión alterna. Chizuru Mizuhara aun no entiende sus sentimientos por Kazuya lo que la lleva a decir mentiras y a heri...