CAPÍTULO 9

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Hay doble actualización, esta es la primera

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Azier

Agosto 2020

2 meses desde que todo acabó, a partir del momento que dejé Biden, que cambie esas paredes blancas un poco desgastadas a un vivir entre madera o vidrio de lo más peculiar.

Hace unos meses vivir entre lujos y esa atención de mamá, pasaría a ser rutinario y con la misma sensación de normalidad e importancia que existía.

Ocurren sucesos que marcan un antes y después, en mi vida hubo personas que lo hicieron. Mejor dicho, una persona lo hizo. Y esta tiene nombre y apellido: Dayla Spencer.

Resulta difícil no recordarla cuando al despertar era la única persona que me venía a mi mente. Cuando me dijo el te quiero en nuestro último momento y sin dudarlo respondí lo mismo. Fue mi afirmación que valió la pena estar a su lado. Quité la imagen de mi soledad acompañada de una radio como refugio, para convertirla en la gracia de ella y yo juntos con un altavoz.

Igual si ella pintaba, probablemente la imagen en mi cabeza hubiera sido incluso más fuerte.

-- Joder...- susurro al momento que me entero del trasfondo de mi cabeza.

Una que me transfiere espacios de felicidad y rayos de que lo hice bien, aunque sé que la manera en que regale su verdad no fue ni por asomo la correcta, o la razón de mi acercamiento fue incluso la más dudosa.

No merezco meter en mis pensamientos a alguien que sufrió por mi culpa.

La culpabilidad ha explotado a tal magnitud que mis manos me impiden sostenerse y refugiarse en el intento de hacer alguna actividad.

Pasar tiempo solo en mi cuarto sin algo productivo que hacer no ayuda. Tampoco el hecho de escuchar voces fuera de la puerta con la amenaza latente de que llamaran a un cerrajero si no aparezco.

Me he excluido de aquellos que viven felices, a cambio de la tristeza y destrucción de sus hijos. No puedo parar de crear miles de teorías para librarme de este acojonamiento. Porque decaí y la superficie no está a mi alcance.

Con mis palmas ansiosas por hacer algo, me acerco al celular para recordar una melodía que guardé en mis notas de voz.

Un suave toque de guitarra resuena dando pase al acorde de Do que transmite intensidad a un nuevo movimiento que podré entonar si tomo la guitarra. Y sin cuestionarme demasiado, me encontraba sentado en el colchón afinando las cuerdas para que el ritmo respete la debida entonación.

Manejo mi instrumento favorito de color madera, relleno de firmas y garabatos de todos los libros que Scarlett había leído. Es decir, había más tinta negra que tono cajuela.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora