CAPITULO 34

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34. Pesadilla

Azier

La ventisca es sorprendente, las hojas sobrevuelan con una camioneta acercándose cada vez a nuestro sitio. No puedo moverme, me encuentro paralizado de la vergüenza y del pavor. Y mi compañera al lado tampoco hace el esfuerzo de moverse, de ayudarnos. Solo se queda parada en la acera hasta que reacciona con las luces frente a nosotros para entrelazar su mano con la mía.

— Azier ¡Despierta!

Me mueven desesperadamente por los hombros, ayudándome a despertar de la pesadilla.

Levanto mi cuerpo bruscamente para observar y percatarme de cada detalle de la estancia. Daniel y Katherine se encuentran pasmados frente mío, analizando mi expresión. Nos hallamos en la sala de mi apartamento, todo en blanco y con muchos ojos puestos en mí.

— ¿Qué pasó?— me atrevo a formular con un nudo en mi garganta, y tanto es mi esfuerzo que un trillizo se acerca a alcanzarme un vaso de agua.

Otras veces seguiría insistiendo a que me ayuden a recomponerme, sin embargo estoy solo. Nadie entiende lo grave que resulta esto para mí y ella.

Tomó mi cabeza entre mis manos y no es difícil recordar el momento en que mis sentidos se apagaron.

— ¿Dónde está?

Ubico mi mirada en cada uno de los presentes; mis tres compañeros de piso y la pareja que se apartó de mi desesperación y desconcierto.

— Un carro casi te atropella— Daniel me comunica compadecido.

Niego con la cabeza aún más angustiado.

— Eso no.

— El carro tenía a Eleanor con armas a mano.

Le devuelvo la mirada incrédulo, desesperado y con una mueca.

— Tampoco eso.

Bebo agua. Intentó tomar aire y olvidar que no tendré respuesta por ella.

— La policía los atrapó. De hecho los está investigando...

— ¿Dayla?

De su primo, recibo una mueca decepcionada que termina de resolver todas mis dudas.

No está.

Me dirijo a mi habitación a punto de cerrar la puerta hasta que escuchó un reclamo de afuera.

— No te escondas— me advierte Roel— Pronto tienes que volver a la normalidad.

No termino de escucharlo y cierro de un portazo.

¿La normalidad?

Únicamente puedo pensar en lo difícil que resulta la palabra, la falta de significado que trae esta y el sin sentido que refleja mi carcajada incrédula.

Sabía que ese beso fue el último, mas desconocía que por completo dictaminaba dejarme solo.

¿Qué puedo decir? Dolió.

Siento que un pedazo de mi alma hace falta, que desconozco cómo estar tranquilo cuando todos mis planes se volvieron nada y mi futuro no luce claro con mis manos que cubren mi vista del exterior. No me encuentro listo para ver algo sin ella.

Sé de antemano que está bien, que es inteligente, que tiene algo escondido.

Aún así, sin saber realmente lo que pasa y con un miedo extraviado, tomó camino fuera de la estancia hacia la comisaría.

En mi departamento, ya no hay nadie, siquiera un indicio de mayor preocupación. Lo que decía, estoy solo.

Doy un largo suspiro, deseando que todo vaya conforme a su plan. Me atrevería a decir por el mío, mas este ya no existe.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora