CAPÍTULO 29

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29. Pasado, ven a mí.

Dayla

Estamos peleando por una promesa que quiere erradicar al otro, que desea arruinarnos de la forma en que quiénes nos buscan puedan manejar nuestro destino. Él intentó vencer a mi contrincante, mientras yo lo hacía con el suyo. No deberíamos adjudicar nuestras peleas a alguien que está fuera de nuestro contexto, a alguien que debe apañárselas individualmente. Debo aprender a soltar la cadena de Marco, lo suficiente para que no sienta la ira de alguien ya desconocido.

Así es como tomó la brocha entre mis dedos, cojo valor donde sea y una vez manchada de pintura gris, decido pintar mi habitación. Las gotas que sobresalen de la brocha caen al suelo, aún así no me detengo en continuar el pintado de una avalancha grisácea que oculte el blanco de mi vida. Voy a alcanzar estas vibras desoladas sea como sea.

"Ven a mí, regresa instinto de mierda, regresa y conviérteme en el humano que no le importa nada ni nadie"

Cuanto más el tono oscuro recubre mi alma, no puedo evitar pensar en cuán desafortunado es esto.

Pablo llega con un fin incierto, a la vez que Marco deja de lado las cadenas que le puse y va hacia nosotros. Puede resultar confuso, hilarante, pero es tan claro para carceleros cuando les dices que van a ponerles candado a su celda para que no escapen, cuando luego de charlar en un campo libre, vas y lo empujas a su realidad entre rejas negras, oxidadas y malgastadas. Algo así ocurre conmigo. No es nuevo pintar, menos volver a mis energías negativas, mas allí está la decepción, la esperanza derrocada.

No pasó por alto ningún agujero en blanco, ninguna rendición porque es lo que menos necesito. Ahora tengo un nuevo objetivo: Pablo, y no importará mi personalidad si lo único que deseo es estar en paz y quizá planear una trampa que me deje absuelta, que le recuerde que una vida como la de todos no merece ser torturada, ni aislada.

Suspiro cuando tengo el trabajo terminado, en definitiva uno que necesitará una limpieza más exhaustiva antes que lleguen los niños de sus clases. Vuelvo sobre mí mismo eje para traer mis instrumentos, a cambio la punta de mi cama me recibe. Mi dedo pequeño del pie se tropieza con el filo del mueble y un chillido derrota todo mi espacio. El dolor es mínimo, pero mientras recuerdo mi penumbra oscura, mi luz oculta, hasta su cabeza asintiendo por una verdad; me derrumbo.

Estoy tan cerca, soy su vecina, vive a lado mío con su trío dinamita, aún así lo siento extremadamente lejos. No he escuchado su voz, ni siquiera un indicio que está bien luego que incendiase el edificio donde él se encontraba. Sé que soltaré esta preocupación cuanto antes, solo que no tengo idea cómo.

Prendo la televisión, aún cuando transpiro tanta infelicidad.

"Se reportó un incendio en la empresa "Artística Corporaciones". No se encontró heridos y tampoco una señal que esto fuera provocado. Estamos en llamada con el jefe de este consorcio, quién pide calma y asegura que esto no es más que un problema fácil de superar".

No creo que sea mi caso, Caleb. Nunca voy a superarlo.

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Levantó la vista para acariciar al espejo con esta imagen de un ojo con un daño irreparable. Toda la zona está enrojecida, que desea en unas horas recuperarse al tiempo que pestañeo para volver a ubicar mi vida.

Es complicado conocer la distancia en que estoy ubicada. Es difícil concentrarme a mi alrededor, menos con la figura de mi iris acuoso sin vida. Ignoro cómo mi pecho se arruga mientras coloco mi parche que los niños definen como uno clásico de pirata.

Este se ajusta a lo largo y ancho de todo mi ojo izquierdo, cuida la venda de mi ojo malherido que no puede exponerse, ni luchar con el esfuerzo de ayudar a su gemelo. Aplico labial rojo, maquillo mi párpado de tonos grises y arrugo mi nariz cuando mi brocha hace mis pecas, mi distintivo para aguardar a la Dayla que conoció su apodo "Exa", que conoció la ingenua emoción.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora