CAPÍTULO 12

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Azier

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Azier

Estar a un paso de mi exactitud no estuvo tan sencillo.

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Horas a raíz del frío me hiervan la piel, en una especie de ronchas por el fierro de la silla y el viento gélido de la noche. Percibo enrojecimiento en todas partes, entonces no me puedo concentrar en lugares o momentos felices; así que mis pensamientos se dirigen en cómo huir de tremendo dolor.

La puerta está bloqueada de hombres, la ventana es de lo más diminuta para mi altura y no atraigo ningún cuchillo para salvarme de estas cuerdas.

Jodido, jodido...

— El jefe viene para analizarlo, tuvo que irse para evitar sospechas de un granero usado.

¿Qué tan lejos estamos? Podría estar en el norte de California, donde el sol irradia pero la noche acompañada de los árboles refleja venticia.

Yo vivo, trabajo en el sur, justo con las empresas que alzan esa parte irremediable de la modernidad en terrenos de cosecha. Probablemente detrás de la construcción, los animales se ubican en busca de alimento entre las áreas pastosas.

Así de peculiar es esta zona...

— Y allí está- escuchó el rugir de un auto estacionado— Apártense.

El plop de las botas se acerca a mi entorno. Logró bajar la cabeza para no toparme con el espécimen de la guitarra. Ese chico que me vio raro al momento de alquilar una acústica. Que no se apartó pero no me dio ningún indicio de que odiaba completamente mi existencia.

Aún así no entiendo ¿por qué? ¿qué le hice por completo?

Las verdades que dio en mi poder, aquella vez luego del accidente de Dayla son las que pronuncia tal cual lo hace ahora.

— Me presento...

Extiende su mano y sé que una máscara de burla se presenta.

— Soy Marco, el ex de Dayla.

Alza mi quijada para poder ver una mínima reacción.

No sé qué cara poner, pero sirve al parecer la de desinterés completo.

Me analiza, y probablemente lo único que vea son las ganas de querer desfallecer en esta silla, mas los factores en mi cuerpo, lo impiden. Omitó las palabras, calló para escuchar la serenidad que el rostro de Dayla inspira.

— Azier...

No agrando mis pupilas con reconocimiento, no levanto mi oído de escucha. Simplemente vuelve a mi posición de persona agachada de miedo, cubierta de mentira y con idea clara de que Azier para quienes me conocían de antes, desapareció el día que me liberaron de ese calabozo de sufrimiento.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora