CAPÍTULO 27

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Advertencia: Autolesión, violencia física


27. Es hora de caminar solo.

Azier

Con cada paso que repite en el suelo rugoso, un pedazo de mi alma la acompaña. Mis ojos se niegan a verse empañados, al mismo que no aceptan que olvidé recorrer un tramo. Un tramo que una vez me propuse, el de la osadía, el de levantarse y seguir mis propios pasos.

Sin embargo de nuevo la conciencia me detiene, la culpa logra que haga algo que en mi vida siquiera hubiera imaginado porque me encuentro en un punto muerto, donde mis manos pican por la ansiedad acumulada, por ese Azier que pudo haberme encontrado.

Ya nada está en su lugar, puede que mi apariencia luzca así, mas es solo un engaño cuando las posibilidad de herirme rebosan tanto que repentinamente me cuesta respirar. Por lo tanto sé que necesito evadir el ataque, la frialdad de mis palmas y mis pupilas ensanchandose por la nueva lluvia que se avecina.

Ha caminado por aquí. Ha recorrido tantos escalones. Me ha salvado incontables veces; en cambio yo sigo escondiéndome, yo sigo entre las putas sombras que no dan la cara, que no muestren un frente a frente, en el cual pueda vislumbrarse por completo.

Sigo esa línea por mi desespero, por mi falsa valentía, por mis miedos a cagarla, a que todo se vaya a la mierda y no pueda detenerme a parar su caída.

Ese descenso, la idea que me reprimió por completo, tengo que hacerla realidad.

Agacho mis piernas y las abrazo entre mis brazos. No deshago este agarre en el momento que por sus pasos cuidadosos, yo dirijo mi avalancha de culpa. Ruedo por las escaleras, cumplo mi voluntad. Me castigo por reprimir la verdad, clavó en mí el filo de cada escalón. En definitiva pido perdón por el daño causado, porque dos de mis grandes personas han sufrido lo mismo, porque no puedo hacer nada, porque la vida es injusta por haberla puesto en mi camino. Ella no me merecía.

Mi cuerpo rebota en una falsa caída provocada no por un envidioso que odia mi existencia sino por el mismo que se soporta cada día, yo mismo.

"Mi latoso de mierda"

"¿Crees que veo mierda en ti?

Quiero mi salvavidas ahora, quiero que alguien detenga mi remolino de descenso y desastre.

"Siempre estaré para ti"

"Tengo miedo, tengo miedo que no me quieras, tengo miedo que resultes encontrar tu peor enemigo en mí. Estoy jodidamente temblando porque no quiero que me veas como a ellos. Porque tus ojos resplandecen y no deben oscurecer".

Abro mis párpados y soy consciente que no está allí para detener mis pasos, sin embargo el vacío de inseguridad me esclarece de sorpresa.

Despierto entre pesadillas para anclar mi pierna en un escalón y dejar de rodar, así ya no me lastimo.

Sobo mis ojos, me las ingenio para evadir las salpicaduras de sangre que gotea en mi pierna demostrando que esto es real. No estoy en otro mundo, este es el mío y por más que lo piense y piense, no evita que debo seguir parando cuando la locura me sobreexpone. Me salvé otra vez, luego de tanto tiempo hice funcionar mis cabalidades y dejó de doler o de arder. Aún así, no cambia la mierda de persona en que me estoy convirtiendo.

Tengo que cambiar cualquier señal que refleje el absoluto terror del que tanto me debo cuidar.

Probablemente todo lo que signifique mi presencia deba ser atendido, sin embargo las ganas de colocar vendas a mis heridas se esfuman para decidir viajar por toda la ciudad en busca de encontrar su lugar.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora