CAPÍTULO 28

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28.Destino sin ti.

Azier

— Esta vez mi puntería no va a fallar, esta vez Azier y Dayla se destruirán.

Puede que su amenaza sea cierta, puede que todo sea verdad, puede que sus brazos apresen mi cuerpo y lo golpee, sin embargo no veo indicio de que este acto sea puesto contra mí en un tiempo continuo. Tengo algo más que debo cuidar, por eso coloco mi máscara de fortaleza y reviso a mi compañera que está frente mío, quién derramó gotas de sangre de su ojo lastimado.

— ¿Te duele algo? ¿Puedo sacar tus lentes, tu venda?

— No.

Ella susurra por un desgaste comprensible en tono bajo, apenas perceptible.

— Ah...—. Me quejo repentinamente.

— Azier...

El pinchazo del cigarro encendido de Pablo fastidia mi columna y me retuerzo ligeramente con la presión que ejerce la mano de mi contrincante.

"Cuando alguien te ataque por detrás, hazle saber que te duele, que estás indefenso, tanto que no se de cuente cómo lo tomas por su pie y termina resbalando"

Me quejo con sonidos agudos, con tantos "Ah" como resulte posible. Tanto que al final Pablo suspira de gloria o quizá de aburrimiento porque su "víctima" sea tan fácil de doblegar. Verdaderamente si lo soy, mas mi mano parece estar en desacuerdo cuando toma su bota entre mis manos e invitó a mi cuerpo a levantarse, entre tanto lo empujo al otro lado del imaginario "ring"

Unos pasos resuenan en el pasillo, ocasionando que gire para ver su forma corriendo en busca de una salida de mí, de esta situación, de lo abrumante en que nuestra relación se está convirtiendo.

"Perdóname"

Sé cuánta nueva distancia se regenera, mientras la suela de tus zapatillas se pega en el suelo, y el ruido que genera no ensordece, pero sí lastima. Dayla corre, es lo correcto y no debería sentir como si estuviera perdiéndola. No vuelve a mirar por detrás, simplemente su figura desaparece anunciando un pitido de "despedida"

Me pierdo, y doy ventaja a mi adversario. Pablo Anderson asesta un golpe en mi columna y me empuja al suelo. Recupero mi sensatez con una profunda respiración y aparto el sudor de mi frente. Alzo mis rodillas, impulsando mi cuerpo hacia delante. Volvemos a estar frente a frente sin ningún centímetro de diferencia. Así debería ser, sin ninguna marca que lo prefiera, por eso he estado tomando esas clases de autodefensa, porque necesitaba que se diera cuenta que estoy a su misma altura.

— ¿En dónde mierda has entrenado? ¿Cómo siquiera pudiste tumbarme? Si eres un marica sin músculos, que todos repudian a tal punto de huir de la ruina de su "supuesto compañero de vida".

Pablo Anderson pasa un dedo por su barbilla, dando la típica imagen de idiota retador, de un idiota que nunca ha sido vencido. No puedo adoptar su actitud de ganador, pero es más accesible imitar la fría máscara del "damnificado temeroso"

Siempre funciona.

— ¿Acaso tienes miedo? Supongo que sí, una rata que busca que lo amen ¡Joder!— se carcajea desvergonzadamente— ¡Qué vergüenza eres!

Forma un puño para repartir un certero golpe en mi estómago, otro que me desestabiliza, mas que no logra hacerme caer en cuanto cruzo mis piernas, así me sostengo en un mismo eje. Dejo que tire los cinco puñetazos que al final terminan cansando su muñeca.

— ¿Qué mierda quieres?—. Empiezo a fanfarronear para acceder a su concentración—. ¿A qué se debe tu milésima visita? No me digas que nos odias, ¿es así?

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora