Consciencia X Impulso © [Completa]

CAPÍTULO 30

30. Apuñalada que aún no olvido.

Narrador Omnisciente

Es indescifrable como dos sujetos en un mismo espacio se vean envueltos en una bruma que los distancie por completo. Las situaciones han originado de improvisto que la suspicacia sea su sentir diario.

No saben qué esperar, porque lo han creído supuesto todo este tiempo. Dos órbitas se contraen en el mismo sitio. Uno por el dolor que transpira su reciente quemadura y otra porque sus gritos no se amortiguan por completo en las cuatros paredes que se internó.

Se encuentran agolpados en una misma esfera de agua corriente que ha cambiado por el calor que inervan los secretos, las mentiras y la forma en que poco a poco se disuelven. Verdaderamente solo queda la angustia después de estas, sólo la sensación de estar perdido y no saber hacia dónde ir.

Dayla Spencer, su nombre de pila, quién profesa ser calma sus sentidos, se dirige a la sala principal a reunir datos para sí mismo, para el equipo que se va formando.

Con la fatalidad de su mirada, se asegura que los tres involucrados estén presentes. Tanto el de vestir negro que decidió omitir su vida personal y quiénes la ayudarán, Daniel y Katherine. Dayla sabe que no le queda de otra, sabe que esto es incluso más complicado de lo esperado. Puede que sea necesario ayuda, puede que requiera de de un equipo que la invite a cuestionarse para mejor. Es momento de dejar la terquedad, y su jaula porque todo ya se salió de control.

Si se continúa la secuencia de infiltrados, es improbable no mencionar el nerviosismo tatuado en la yema que Daniel no deja de mascar. Estos días han sido una locura, si se refiere al acontecimiento que ronda sus pensamientos. Esa noche que apresurado se dirigía a la empresa de su padre para detener lo que las cámaras de vigilancia captaron. Llamas ardientes y sujetos que requerían de ayuda. Dos de los cuales fueron capturados; Pablo y Azier y uno aparte, Dayla que escapó de las instalaciones habiendo incendiado una parte del edificio. Por eso, creyó que la mejor alternativa era sentar un silencio y ver que su prima— ya puede decirlo— se encuentre en mejor estado

Hansen opta por cambiar de postura a una recta y de absoluta escucha cuando su silbido irrumpe el llano silencio.

— Bien. Voy a resumirles un poco el panorama de la situación porque ustedes me tendrán que ayudar— Dayla dice, así convenciendose de su decisión.

Asimismo, alguien bufa por lo lejos, sin embargo nadie emite ningún sonido más ya que el interés por perderse en sus palabras es mayor. Estas aportan una sensatez y cuidado específico que se valora, a la vez que retroalimenta las enseñanzas de que el misterio es una forma de rescate, pero cuando se presenta en un hoguera de estúpidas fraudes; este se esfuma y trae consigo unas represalias gigantes.

— O sea, siendo no tan específica es que Pablo Anderson tiene a mi mamá

Parecía que uno de ellos asentía disimuladamente como si supiera la mayoría del relato mas con esta última frase no hizo más que bajar su mentón unos centímetros de la sorpresa inmediata. Por otro lado, la pareja de novios se mira consternada y tratando de vislumbrar un ápice de cordura.

— Entonces ¿Es verdad? Eh... ¿Alguien sigue persiguiéndote? Pero ¿Por qué? No entiendo.

La chica de cabello un poco más largo enmudece con su preocupación, a cambio su infiltrado se le adelanta con palabras conocidas.

— No importa saber la razón. Lo que verdaderamente importa es lograr que se detenga— con su voz alzada, logra que todos retengan las palabras.

Es sumamente curioso el hecho de que haya un infiltrado, un desconocido en el radar de Dayla. Él tiene una altura prominente y una voz que fuerza para darse a conocer. Ella cree que no es más que un humano inteligente que sabe de estrategias. Por lo menos, es de ayuda con los reportes a Marco. Es quién lo tiene vigilado, al mismo tiempo que regala el respectivo informe del mes. Es una clave que enmudece, que no la reconoce y no va a bombear ninguna fibra sensible a ella misma.