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Meses después del apartado 20.5.

Azier

He sido secuestrado.

No he visto a nadie por más de cinco meses, aunque me puedo estar equivocando de fecha porque no tengo ni un indicio de en qué día o tiempo nos encontramos. Únicamente sé que sigo vivo porque siento la mierda de comida que me dan, reconozco el sabor de esta y mis dedos tocan el pulso de mi muñeca. Estoy obsesionado con palparlo todo el tiempo para aliviar el silencio de estas cuatro paredes.

La intriga de qué puede ocurrir, de qué me espera también me tiene inquieto, por lo tanto vivo. Estoy sintiendo, entonces existo. Hasta ahora sólo el tanteo de estar encerrado es lo máximo que han hecho contra mí. Igual lo entiendo porque personalmente, nunca he hecho absolutamente nada para que reviertan más golpes contra mí.

— H-hola—pruebo mi voz y carraspeo por su inútil servicio.

Con la piedra que se mantiene entre mis zapatos, raspo en el suelo una D con el signo más a lado de la A. La "D" es deslumbrante. "A" de andante mierda. También adorno unos corazones en el lado de su letra junto con miles de caritas felices.

De verdad espero que esté bien, de verdad lo espero.

Sentado en minúsculo espacio, guardo mis pies y sigo dibujando lo esperado. Retrato cada una de las cosas que me mantienen cuerdo en una lucidez cada vez más frágil. Mi pelo apenas puede tocarse, mi olor desprende mis recientes mierdas. Soy toda esa palabra en general. Aún así me sostengo de esto, de recuerdos lejos que necesitan ser atraídos.

Acostumbro a que ningún ruido me perturbe, por eso me es imposible no darme cuenta de los pasos "silenciosos" que se acercan a mi habitación. Las zapatillas se deslizan en el pavimento, indicando la noción de cuántos segundos le faltan para llegar a mí. El ambiente se resume en un golpeteo de mi corazón contra mi pecho. El ritmo es constante y sea por obra de mi imaginación, pero este siempre será prueba de su cercanía.

Es que cuánto más lo pienso es improbable, pero cuando tu cerebro recuerda su nombre es imposible que tu alma no vaya a su imagen. Nadie podría venir con una premura como ella. Nadie a su vez tantea las puertas, ni aparece de negro frente mío.

— Azier...— suspira aliviada en cuanto nuestros ojos verdes se topan.

Rehuyo de su mirada y acomodo mis brazos para cubrir mi rostro y no tener en cuenta su presencia.

— Tranquilo. Sé que nada es como debe ser, aún así tengo que llevarte conmigo de una buena vez.

— No. Por favor déjame.

Me desquito de su agarre, sin embargo sus brazos vuelven a sostenerme para jalar mi debilucho cuerpo. No le cuesta tanto, y mi talla en sus ojos ha desvanecido de imponente porque mis brazos cuelgan, mis ojeras la desconciertan y cada facción decaída ocasiona que me apretuje contra su cuerpo y murmure mil disculpas que no son necesarias.

Ella en serio no tuvo nada que ver, pese a lo raro que resulta que haya dado con mi ubicación siquiera.

— Day... En serio déjame aquí. Yo puedo sobrevivir. Tú sólo vete, antes que te atrapen conmigo— digo desesperado, dando énfasis a mis palabras con mis manos temblorosas que alejan sus hombros—. Yo Azier prometo salir pronto. Lo prometo.

No pronuncia ninguna palabra más, en cambio demuestra que no piensa dar su brazo a torcer cuando atrapa mi cuerpo en un abrazo y me empuja a que salga de la habitación oscura a un pasillo con los mismos tonos diferentes a la claridad del exterior.

Estoy indefenso en cuanto piso un lugar que ya no es mío, que ya no tiene las palabras inscritas de "Sigue adelante" Una vez la idea de nunca más sentir la calidez humana ya se había acentuado en mi mente de códigos negativos en cuanto a mi existencia.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora