CAPÍTULO 14

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Azier

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Azier

Me fastidia el hombro y me duele mi garganta, mi estómago no se siente alimentado y mi organismo está debilitado. Por ello me recuesto en el hombro de Dayla. No soy invencible y en estas circunstancias estoy hecho polvo para seguir conversando.

— Olvídalo, luego conversamos... tienes que dormir— dije con su falta de contestación.

Siento un golpe cuando esta mierda me empuja para dar con su puño a mi estómago. No quiero batallar... no ahora.

Con ojos de advertencia, les pido a las personas que rodean a su jefe empresario que lo aparten de mí. No puedo darme a puños, aunque ganas no me faltan por tocar de esa manera a Dayla, por gritarle, por mirarla con tanta furia; peor incluso de lo que me ha observado a mí.

Mi chica se inclina hacia mí con su brazo extendido de ayuda. ¿Acaso siempre será así? Hace años le pedí que me odiará con la certeza de lo que iba a hacer. Lo merecía pero su puesta en escena, su tratar fue todo lo contrario a una reacción violenta. Me abrazó por última vez e incluso me rescató.

Quizá mi igual a veces se convierte en su opuesto porque es comprensiva, no como yo que probablemente hubiera montado el drama del siglo.

No quiero pensar que fuimos afortunados con los roles tocados, ya que otro hubiera sido el rumbo. Uno más complicado al comienzo.

— Ven, vamos niños— el mismísimo aro de la suerte nos ordena a largarnos de este ambiente.

Encaminamos a la salida hasta que las palabras de Dayla, asientan el lugar.

— Ni una palabra de lo ocurrido, ni lo concordado. Como si no existieramos, ustedes cierran sus bocas.

Thierry sale de su escondite como denunciante, para dirigirme una de sus miradas confundidas. No entiende ¿Qué carajos pasa? y eso le cabrea. Es de esos chicos que gustan de armar rompecabezas para vanagloriarse, sin embargo este juego en especial no es de su incumbencia.

— Acompañame.

— ¿Qué ocurre, Azier?— dice cuando se acerca.

Me tambaleo, sintiendo el sudor frío que recorre mi nuca. El malherido se despierta y me urge descansar. Mi amigo lo nota, así que ocupa mi peso en su cuerpo, me levanta y palmea mis mejillas para echar reconocimiento.

— No te ves nada bien Azier...

— Estoy b...i

Un escalofrío de puro estremecimiento me atraviesa de pies a cabeza. Un zumbido que me atora el poder del habla y del movimiento.

¿Cuántos días sin beber agua? ¿Sin comer? ¿Sin tener ropa?

Otro zumbido electrizante se pasea por mi cuerpo y me levanta de un chirrido para luego desparramarse en la inconsciencia.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora