CAPÍTULO 17

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Dayla

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Dayla

No tenía idea si acaso alguna vez cargamos en la forma en que los otros verían nuestra relación.

Al pronunciar estas palabras tan súbitamente, mi consciencia, mi conocimiento dio paso a una profunda sonrisa.

Mis labios se curvaron entendiendo el terror que va a representar para nuestra supuesta madre. No deseo infringir ningún pensamiento de mi compañera, debido a que ella personalmente se quitó ese puesto cuando me abandonó.

Sin embargo, el caso es que terminó entrelazando nuestras manos en un balanceo repentino. Mis arrugas del alma se acoplan, así se siente como una ternura demostrada en mi pecho. Nuestros dedos se acarician, sus palmas son tan cálidas que se acoplan a mi misma sensación. Tengo un ligero cambio de ensoñación, y lo reafirmo mientras su perfil se tensa en cada paso.

Quiero estar justo aquí.

Pese a la impresión que demos cuando sabiamente nuestra relación de media hermandad sea revelada. Ya no es un secreto, tampoco me preocupa. De hecho es algo gracioso y quisiera compartirlo; mas su mandíbula niega el proceso.

— No tengas miedo — vuelvo a hablar.

En un perfecto compás manejar nuestras emociones tan contrarias para atraparlo en fuerza humana transportado por la seguridad en que acojo su mano. No la suelto, ni la manejo; solo le guió el paso para que no desista. No me cansaré de acompañarlo y poco a poco voy admitiendo esto.

Puedo odiar a tanta gente, pero tengo el privilegio de abrir mi única apertura de luz con él. A nadie más, a quererlo con increíbles destellos de esperanza.

— All things I did, just so I could call you mine.

Su frente se arruga de sorpresa.

— ¿Mío?

— Sí— sonrío.

Y sin lucha, él me imita.

¿Por qué tantos putos corazones?

— Nosotros podemos— le digo sin soltarlo.

No me termina de creer.

— Porque somos grises.

No es que pretendamos ser oscuros o pura maldad. La verdad no es mi forma de actuar, pero cuando te dan a puñetazos, definitivamente debes atacar de la misma manera. No me vale esconderme, de hecho ya lo intenté y por supuesto no funcionó.

— Un igual ni tan blanco ni oscuro— prosigo—. Tenemos imperfecciones impuestas y dadas por nosotros mismos. Merecemos atacar por el sufrimiento que tuvimos que pasar. Sabemos la existencia de límites, pero saber que los hemos creado nosotros no el enemigo me anima.

— Nos, Exa, nos emociona.

— Juntos, invencibles.

— "Nah"— menea la cabeza— solo Azier y Dayla.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora