CAPÍTULO 21

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Dayla

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Dayla

Me jalaron, me cubrieron con una manta para esta demostración de total enojo.

—¿Por qué no me dijiste?

Ese tono furioso de Sebastián me deja suspendida en el piso.

Siento que el mundo me rodea instantáneamente en un montón de mierda. Pues sus gritos me exasperan, al mismo tiempo que me dan ganas de luchar, devolviéndole unos empujones.

Aunque a decir verdad, cuando mi único ojo vislumbra el ambiente, me encuentro con sus típicos ojos rojos llenos de descontrol.

Cuando actúa así, percibo que el control de sus emociones es terrible. En cambio, yo tengo ventaja en ello porque su furia traspasa las redes de inspección. Sus ojos se trastornan en negro que impide la credibilidad de su conciencia humana.

Suelto palabras que despiden sus gritos, hasta que un ahogo me hace suspender en mi sitio. Una señora con traje acuoso, con unos rizos maltrechos y la ironía de una tristeza plantada. Justo lo que hace derramar una diminuta gota de nostalgia que se desparrama en mi cuello que resguarda el dolor.

— Exacto, allí está viendo tu madre en vivo y directo nuestro infierno. Definida Mónica ¿Cómo te la pasas? ¿Prefieres Miami que California? ¿eh?

Con manos temblorosas, sacó el teléfono a vibrarlo dos veces.

— Que bueno que...

— Cállate— lo interrumpen en la lejanía de la oscuridad.

Por lo visto, estoy rodeada de personas.

— Mh..mhm— Mónica trata de safarse de la mordaza.

No deseo ver cómo sus ojos a luz del faro, deslumbran una oleada de debilidad. Odio eso... odio que me tenga pena y me genera incomodidad conocer los pensamientos que lleva a cabo justo ahora.

"La dejé sola ¿Para esto?"

Así no me quisiese, es tan simple como tenerle pena a un humano por su inservible trato ofrecido. Debe perderse de impotencia por no tener capacidad de movimiento. Debe creer que la destrucción en sí no ha sido únicamente transportada en su vida, sino también en quiénes quiere.

Prefiero no dirigir mis palabras cuando no las hallo por ningún lado.

Quizá debería perdonarla, quizá debería...

Yo no me hice una promesa a mí misma para recaer en una huella que no fue plantada correctamente. ¡Lástima!

Luego de tantos desaciertos, de tanto rencor en mi actuar. No puedo pretender que la adoro, ni tampoco puedo esconder que no me importa el significado de mamá en su frente. Está tatuado, mas mi impulso de vencimiento lucha con ese podio, porque quiere demostrar que nunca lo necesito.

Consciencia X Impulso © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora