Capítulo XIX, parte III

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Los dos días que pasaron hasta llegaron los resultados de la autopsia fueron una auténtica tortura mental y física. Para James, que conocía perfectamente lo que era el síndrome de abstinencia, aquella situación de silencio e incomodidad fue lo más parecido a volver a pasar el mono.

¿Y por qué?

No estaba muy seguro de ello. Por un lado quería achacar su malestar —y también el exagerado mutismo de Nathan en los últimos días— a lo sucedido con el cadáver que estaban investigando y con la idea de que uno de los compañeros de su padre podía ser el cómplice que buscaban. Sin embargo... cuando caía la noche y él se encerraba en su habitación con el corazón en la garganta, se daba cuenta de que los motivos de su inquietud distaban mucho del caso que tenían entre manos.

Su problema, pensaba, mientras cerraba los ojos y se acurrucaba entre las sábanas, era que no se veía incapaz de gestionar lo que su mejor amigo le hacía sentir. Era una locura, pero... no era tan idiota como para no reconocerlo. Al menos para sí mismo, ya que no se veía capaz de admitir que no podía quitarle los ojos de encima a Nathan.

Claro que entendía que era una reacción normal después de haberse acostado con él. Y claro que comprendía que era quizá la novedad lo que le llevaba a comportarse como un puto adolescente. Pero... bajo aquellos pensamientos erráticos y posiblemente equivocados, James tenía toda la sensación de que lo que en realidad quería, simplemente, era volver a estar con él.

Se había dado cuenta cuando regresaron de la comisaría, horas más tarde. Nathan tenía cosas que hacer, papeles que cumplimentar y un millón de pesquisas por aclarar, así que él, incapaz de volver a la morgue por el momento, deambuló por la comisaría hasta que una voz irritada le llamó y le dio conversación. Aquella mujer era una de las pocas amistades que James había hecho en el trabajo. Se llamaba Mary, ostentaba un buen puesto en Scotland Yard y había mejorado muchísimo su puntería gracias a él. Además era guapa, inteligente y no tenía pelos en la lengua, así que su desparpajo natural le atrajo desde el principio y le hizo pensar en que, quizá, podría olvidar a Ángela y su sonrisa con ella.

Pero qué equivocado estaba. Y cómo le jodía que Nathan se le hubiera metido tan adentro.

Porque cuando Mary le llamó y le sonrió con esos labios gruesos que tan deseables le habían parecido en otro momento, no sintió nada. Nada en absoluto. Ni siquiera un cosquilleo que le recordara que una vez había tenido ganas de acostarse con ella.

Lo cierto es que en ese momento no culpó a Nathan directamente, aunque sí lo haría al llegar a casa. En ese instante, como era evidente, lo achacó al trauma de haber visto un cadáver deformado por los gases y la putrefacción, y no al hecho de que su mejor amigo le había robado algo más que una noche de sexo.

Pero... la cosa cambió cuando los dos llegaron a casa: James dejó a un lado el libro que Mary le había dejado y Nathan, como siempre, se quitó a toda prisa la corbata y la chaqueta. Fue ese gesto, tan espontáneo y natural, el que le hizo darse cuenta de cuánto le había afectado la noche que habían pasado juntos: sus ojos delinearon la forma de sus manos con una avidez tan repentina como intensa, y aunque quiso evitarlo inconscientemente, no pudo evitar que su cuerpo reaccionara ante su piel desnuda. En ese instante se imaginó detrás de él, besando sus delgados hombros mientras acariciaba aquellas cicatrices que tanto dolor les había causado a ambos. Se vio también enredando los dedos en su pelo ensortijado y bebiendo de sus finos labios, cuyo rictus de amargura deseaba borrar a toda costa, pues se había dado cuenta de que no había nada más bonito que verle sonreír.

Y aunque horas atrás se había prometido a sí mismo que jamás se arrepentiría de hacer algo... cedió al miedo que le provocaba el fuerte latido de su corazón y se escondió en su cuarto tras una despedida algo brusca y casi desagradable, que provocó en Nathan un desasosiego tan profundo como el temor de James.

Y vosotros... ¿cómo os conocisteis?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora