Capítulo XV

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XV

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XV. Arrepentimientos florecientes

Livia se despertó con un sollozo atrapado en la garganta. Aún podía verlos, a todos.

Elia con su piel bronceada por el sol. Rhaenys con su hermosa risa. Aegon con la más pequeña y rara de las sonrisas.

Soñaba con cómo gritaban cuando los asesinaban. Profanada. Violada.

Todos gritaron su nombre, pidiendo ayuda. Pero ella nunca estuvo allí.

Todo fue culpa suya.

Livia se levantó de la cama y encendió una vela junto a su tocador. Con la luz de la llama, vio su reflejo en el espejo mientras se sentaba.

Su cabello dorado estaba hecho un desastre. Sus ojos estaban empapados de lágrimas. La herida en su labio, seca. Sin polvo cubriéndolos, sus moretones eran evidentes.

Ella levantó una mano para tocarlos, haciendo una mueca al recordar las manos que intentaron estrangularla.

Todo fue culpa suya.

Mientras Livia Lannister continuaba mirándose en el espejo, se enfrentó a la cruda verdad.

La verdad que pudo haber perdido una parte de sí misma cuando murió su madre, pero no era nada comparado con el presente.

Ahora sabía que su yo pasado se había ido para siempre y nunca volvería.

Todo fue culpa suya.

— ¡Asesino de reyes! Ese es el asesino de reyes

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— ¡Asesino de reyes! Ese es el asesino de reyes.

Livia hizo una mueca ante el nombre, ante todos los susurros. Casi esperaba que el nombre fuera dirigido a ella mientras paseaba por los jardines reales.

Pero se demostró que estaba equivocada cuando se volvió para ver al nuevo rey y su séquito. Incluido su hermano.

Jaime, que había sido desinteresado. Jaime, quien cargó con toda la culpa para protegerlos. Jaime, que era inocente.

No lo había visto desde que Robert lo perdonó y le permitió permanecer en la Guardia Real.

Oh, su padre se había alegrado por eso.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒎𝒂𝒕𝒉 ||  𝑹𝒐𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora