Capítulo XXIV

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XXIV

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XXIV. Corazones revelados

—Creo que está ahí.

—Shhh.

—Siete infiernos, está ahí.

—Liv, shh o de lo contrario no comeremos esta noche.

Livia se estremeció de molestia y se inclinó sobre el hombro de Robert para ver un pequeño jabalí comiendo hierba.

El jabalí se movió, acercándola un poco más a Robert, sus manos agarrando sus hombros con fuerza.

Demasiada fuerza, aparentemente.

—Si aprietas más fuerte, ya no tendré hombros—Le susurró mientras ajustaba su agarre en la lanza en su mano.

—Lo siento— Ella susurró en respuesta, aflojando su agarre sobre sus hombros pero sus manos permanecieron—¿Has cazado un jabalí antes?

—Bueno—comenzó suavemente, acercándose poco a poco al jabalí—No, en realidad no. Zorros, sabuesos y ciervos, aunque he cazado muchas veces.

Livia se acercó más mientras él se acercaba al jabalí, alarmada —¡Quieres decir que no has cazado jabalíes antes! Ni siquiera estás a caballo. Oh, estamos muertos.

Robert hizo una pausa, levantando lentamente la lanza—Relájate, nadie ha sido asesinado por un jabalí antes. Creo.

—Eso es reconfortante. Te dejo con tu jabalí— Dijo, retrocediendo lentamente, con los ojos en el jabalí mientras Robert se preparaba para matarlo.

Lo que no pensó que sucedería fue que cuando estaba retrocediendo, pisó una rama, soltando un fuerte crujido.

El sonido atrajo al jabalí, haciéndolo chillar de ira mientras saltaba en su dirección.

El primer instinto de Livia fue correr, pero su cuerpo se congeló de miedo, como si ni siquiera pudiera gritar. Cerró los ojos, rezando para que alguien la rescatara cuando escuchó un gruñido de dolor.

Aun así, mantuvo los ojos cerrados, sin querer ver lo que sucedía cuando sintió unas manos en sus brazos.

—Abre los ojos, Liv.

Lentamente, Livia abrió los ojos y vio a Robert mirándola con preocupación, sus ojos azules brillantes y angustiados.

—¿Estás bien?—Preguntó Robert, con las manos todavía en sus brazos.

—Estoy bien. ¿Está ... está muerto?—Respondió ella, sacudiéndose de su sorpresa.

Livia trató de mirar a su alrededor, pero él le bloqueó la vista del animal muerto. Él le sonrió divertido—Lo está. ¿Quién sabía que serías un gran cebo?

Robert le dio la vuelta y la llevó de regreso a su campamento, haciendo un gesto para que algunos hombres limpiaran el desorden y prepararan al jabalí.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒎𝒂𝒕𝒉 ||  𝑹𝒐𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒂𝒓𝒂𝒕𝒉𝒆𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora