Se casaron por deber.
Gobernaron por el reino.
Lucharon por la justicia.
Pero se curaron el uno al otro.
Una historia en la que dos almas rotas, reunidas por casualidad, encuentran
consuelo entre sí después de una guerra.
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XXXII. Lo más probable
284 A.C
- ¿Qué?
-Yo sólo n-no puedo creer que estés aquí.
Livia sonrió, enganchando su brazo alrededor del de Robert mientras él la ayudaba a bajar del carruaje.
-Ya era hora, ¿no?- Preguntó Robert, mirando a su alrededor a las estructuras recién reconstruidas.
Desde ese día, desde las pequeñas reuniones del consejo hasta las correspondencias de contestación, lo hicieron juntos.
Donde trabajaba Livia, Robert hizo que los sirvientes pusieran otro escritorio y una silla para que trabajaran juntos en las cosas.
Les facilitó mucho las cosas a los dos, tener a alguien en quien confiar. Finalmente no solos.
Ella confiaba en él. El confiaba en ella. Total y absolutamente dedicados al reino y unos a otros.
Al principio, era extraño, incluso las pequeñas reuniones del consejo eran un poco incómodas. Pero con el tiempo, las cosas salieron bien y son capaces de trabajar en largos silencios, solo rompiéndolo con bromas de Robert y preguntas de Livia.
Era un trabajo agotador, pero tener a alguien con quien hacerlo valía la pena.
- De acuerdo- Respondió Livia, llevándolo al hospital al que había ayudado unas semanas antes.
Ahora había menos soldados confinados, la mayoría de ellos se recuperaron de sus heridas y ya se habían ido a casa o habían regresado al servicio de sus señores vasallos.
-No puedo decirte cuántas personas se han acercado a mí y me han dicho que te diera las gracias. Tú ayudaste a mucha gente, Liv- Robert dijo, entrelazando sus manos.
Ella le apretó la mano-Ayudamos a mucha gente, Robert.
-Tal vez ser rey del reino no sea tan malo, después de todo- Dijo, sonriéndole-Mientras te tenga a mi lado como mi reina.
Antes de que pudiera abrir la boca para responder, Jeyne apareció a la vista, se inclinó ante ella y, al ver al hombre junto a Livia, la mujer se inclinó aún más- ¡Mi reina! ¡Mi rey!
-Robert, esta es la mujer que inició este hospital-Livia introdujo, riendo suavemente mientras Jeyne temblaba nerviosamente.
-Ya veo. Te debo mi agradecimiento por cuidar de los soldados del reino- Robert agradeció mientras la mujer se inclinaba una vez más.
-Sí, Su Excelencia. Por supuesto, Su Excelencia-Jeyne respondió antes de caminar tranquilamente hacia uno de los soldados en las camas.
Robert se volvió hacia Livia con una sonrisa de satisfacción-¿Ella siempre está tan ... ansiosa?
-Por lo general es muy emocional. Supongo que le parecías muy intimidante-Ella respondió, cruzando los brazos.
Se llevó una mano a la cara, acariciando la barba que había desarrollado. - ¿Es la barba? Creo que lo es. Sabía que debería haberme afeitado.
