Desinterés

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Era sábado por la tarde, doña María andaba en el cumpleaños de la hija de su vecina, ella la había invitado al festejo. Javier se quedó en casa ya que estaba frio y la lluvia era necia, iba y venía a capricho.

Le sorprendió ver llegar a Oscar, lo buscaba a él. Hacía mucho que no tenían una plática hermano a hermano, esos 15 años de diferencia eran una brecha muy extensa que los separaba.

—¿Y eso mi herma qué lo trae por aquí? yo paso metido en su casa dos veces a la semana y nunca lo veo— dijo Javier con un reproche tácito.

—Si...— se notaba algo retraído, algo traía entre el pecho y la espalda. Oscar quien sacando un tema de la nada le habló del clásico de futbol del día anterior a lo que Javier le respondió lo mismo de siempre, " No me gusta el futbol y eso ya lo sabes".

—Jav, ¿cómo te va con Joaquín? — En seis meses que tiene Javier de trabajar como niñero del niño, ésta era la primera vez que su hermano le preguntaba sobre cómo le iba.

—Pues vieras que bien, saqué unos cursillos, rápidos eso sí, vos sabes que no soy de matarme estudiando y he ido a la escuela de Joaquincillo a pedir consejos. Ya me conozco a todas las maestras, son un despiche jajaj—

—Ah... has ido a la escuela...— Se quedó pensando en cómo sería la famosa escuela en la que no había puesto un pie desde que el niño ingreso a ella.

—Ah sí y pues vamos bien. Fíjate que nos recomendaron unas pastillitas naturales para que tanto Joaquín como Rose puedan dormir. Son un éxito—

—Ah ya, con razón llevo tiempo llegando a casa y ambos duermen. Antes llegaba tipo media noche y a esa hora andaban como alma en pena los dos, ahora llego a las diez y están bien privados—

—¿A las diez? Rose me cuenta que ya a las 8:30pm están bien dormidos—

—¡Al chile mae! ¡tan temprano!— Si Oscar se tomara la molestia de hablar un poco con su esposa ya sabría eso. En la cabeza de Javier no había explicación para el desapego de su hermano. La crianza era difícil pero entre dos era más llevadera.

Oscar no sabía que una vez que ambos lograron dormir bien pasaban el día más tranquilos. Que Rosemary, al tener la mente descansada recordó que tenía mucho tiempo de no llevar a Joaquín a su cita médica con el especialista y que la dosis del medicamento ya no le cubría el peso y la talla. Que un mes después del cambio de dosis ya Joaquín era capaz de salir de la casa y de pasear por la acera los primeros días y luego al parque.

Si Oscar se hubiera molestado en pasar un par de horas en casa cuando ellos aún no duermen sabría que Joaquín ya hablaba más, como aquel día en que Rosemary preparaba la cena y Javier jugaba a los títeres con el chiquillo y este le dice -"¡COMER!"- ¿y qué quieres comer?-" PAN"- ¿Pan con qué? -QUESO, CON QUESO QUIERO" ¿y de beber?- ¿DE BEBER?- Si Joaquín ¿qué quiere de beber?- "JOQUIN QUIERE BEBER"- ok dime ¿jugo o leche? - "¡CAFE!" - No café no porque luego no duerme. ¿jugo o leche?- "AGUA"- jajaj ok pan, queso y agua. Vaya y le dice a su mamá que le dé y yo recojo el tiradero. Y el niño haciendo caso inmediato va donde aquella mujer, que al escuchar la petición del menú, no podía creer que por su propia voluntad decidiera que comer. Entre risas y llanto preparó aquella maravillosa comida.

Y aunque Javier se moría por decirle todo aquello a Oscar no le dijo nada, se le hizo un nudo en la garganta y creyó que si le empezaba a reclamar y a echarle aquello en cara rompería a llorar y los hombres no lloran.

Solo atinó a decirle— Sí va bien aunque falta mucho porque es complejo, pero duerme y come mejor, me estoy ganando la platilla que me pagas si eso era la duda mae— otro reproche tácito.

—Ah no cómo crees que te vengo a reclamar por platas. Mirá y hablando de eso, ¿cuánto te pago?—Porque ni eso sabía Oscar

—Suficiente, me pagas bien—

Y Oscar salió de la casa de sus padres, luego de hablar con su hermano menor con un sabor a culpa en la boca.

_________

El martes siguiente mientras Javier le hacía la pedicura a Rosemary, salió el tema a relucir.

—Javi vieras que raya en el cielo, Oscar me llamó a medio día para preguntarme si yo quería almorzar algo especial y traerlo en un momentito. Jijiji me sentí rara, ¿sabes?—

—El sábado pasado fue a casa a preguntarme por el niño. Creo que se siente mal por el abandono—

—¿Abandono? pero él nunca nos ha abandonado, siempre trae el dinero a casa, es muy cumplido. El mejor papá que Joaquín puede tener—

El chico al escucharle decir aquellas palabras no podía darles crédito. Será que él era muy tonto para comprender esas cosas y antes de cometer una imprudencia, prefirió preguntarle más sobre lo de ser un buen papá.

— ¿Rose, que es ser buen papá?, ¿es solo traer el dinero a casa? ¿entonces pasar tiempo de calidad con los hijos no es necesario?—

—Pues si Javi, pero eso es en un caso normal, donde el dinero puede faltar. En nuestro caso, Joaquín necesita muchas cosas especiales para él y si queremos que él salga adelante él debe trabajar como caballo, y así lo ha hecho todo este tiempo— Rosemary, sentada en el sillón reclinable se veía plena y convencida de que sus razones eran de peso. Javier seguía limando las callosidades con sumo cuidado, y pensaba que algo no calzaba ahí. Tan convencida estaba Rosemary de que así deben ser las familias especiales que no piensa en los avances del niño luego de tener una figura masculina en casa. Y si fuera su propio padre quien hubiese estado siempre con él o al menos algunas horas al día, cuánto más no hubiese avanzado.

Javier solía incriminar a Oscar el desinterés hacia la familia, pero ¿no sería algo de ambos?. Tanto esta mujer, a la que le cortaba las uñas y aquel hombre que no ponía pie en su casa más que para dormir quienes tenían la culpa. ¿Y culpa de que? ahí Javier se confundía y no sabía si era soberbia o razón lo que lo movía a pensar así.

—¡Ay no Joaquincito no te comas la pintura para uñas!—

—¿¡Pero en qué momento la tomó!?, ¡vaya que es rápido!— y tomó al niño en sus brazos y lo llevó a lavarse la boca. Y el chiquillo no paraba de reír al verles las caras de asustados a esos dos adultos.

Después del incidente con el barniz de uñas decidieron sacarlo a dar un pequeño paseo ya que al ratito se puso algo ansioso. Era octubre y el clima era algo frío pero al menos no llovía. Iba tan concentrado que no la vio hasta que la tuvo frente a su nariz.

—¿Javier? Hey tanto tiempo, cielos ¡cómo has cambiado en un año!— dijo una muy alegre Soraya.

—Ho- hola...Soraya, vos también has cambiado mucho— la chiquilla maduró mucho en apariencia y como que el vivir unos meses en los Estados Unidos le dio un aire de distinción que no tenía antes "Genial, ahora está más inalcanzable " pensó Javier.

La corta conversación giró en torno a los estudios de Soraya y cada que ella desviaba el tema hacia Javier este muy astutamente lo regresaba hacia ella. No tenia interés de hablarle de sí mismo.

—¿Y quién es ella?— Preguntó Rosemary, luego que Soraya se alejara no sin antes arrancarle una promesa a Javier de verse para tomarse un café.

—Solo una conocida—

—No es verdad, pusiste ojitos de leche cuando la viste—

—Bueno si me gusta pero yo a ella no—

—¿Ay de veras?, pero si eres un muchacho muy guapo y bueno— El chico sintió un calorcito subirle al rostro, y guardó silencio.

—¿Pero, sí tienes novia, no?...mmm creo que le escuche decir algo a Òscar cuando hablaba por teléfono con Francisco...Sofía creo—

Javier paró en seco su caminar, no podía creer que hasta Rosemary haya escuchado hablar de Sofía. Ya era demasiado y debía hacer algo al respecto pero no sabía cómo. Había esquivado a La Mae demasiado tiempo.

Javier Un Carajo MísticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora