Haber sellado aquel asunto con Sofía lo tenia de muy buen humor. Silbaba por las calles, daba besos a su madre cada tanto y abrazos a su padre. Tan de buen humor estaba, que si Rosemary necesitaba que el hiciera extras con el niño, él solo le decía "¡claro que sí!, vayan par de tortolos y se acuerdan de mí a su regreso, ya saben que me gusta lo dulce."
¿En la librería? El más atento de todos. Buscado y preferido por las ancianas para ayudarlas a encontrar lo que necesitaban. Así era, Javier brillaba, sentía cómo el gran peso que llevó en sus hombros por tantos meses, le fue arrebatado y se sentía liviano. Dos semanas después de aquel gran día para el chico, y entrando noviembre, recibe una peculiar visita en la librería.
—Hasta que di con vos Javier, ¿me has estado evitando cierto?—
—¿Soraya?, eh ...¿ co-cómo sabias que este es mi horario?—
—Pues preguntando aquí obvio, ya me cansé de mandarte recados con Juan, el muy desgraciado ni tu número de celular ha querido darme— El buen Juan, siempre tratando de redimirse con él. Quizá algún día se gane la confianza de Javier de nuevo.
—Bueno sí, Soraya, ¿pues vos me dirás para que soy bueno?. Ahorita estoy trabajando y ya sabes que en el trabajo no se puede uno retraer en asuntos personales—
—Si claro que lo sé, más en un lugar tan concurrido como este. ¿Recuerdas como veníamos, los tuyos y las mías, a ver los juguetes y nunca comprobamos nada?— dijo la muchacha a las vez que reía graciosa y divertida recordando sus años mozos.
—Jajaja sí claro que me acuerdo, ninguno andaba plata, si acaso para una empanada y una coca— Bajo la guardia, pero ¿cómo no hacerlo? si ella era la dueña de su corazón y por más que jugara al duro, al escurridizo, al hombre misterioso con ella, era imposible del todo, la conocía desde que su voz le empezó a cambiar y a colmarse su rostro de ese acné odioso de la adolescencia.
—Javi, tomémonos un café, solo eso te pido. Éramos buenos amigos en el cole. Las cosas no tienen por qué ser así ahora—
Decirle que no hubiera sido un gusto que para él, ella lo tenía merecido, pero se dijo que no así mismo y sí a ella.
—Bueno, pero tiene que ser mañana porque yo salgo de aquí ya de noche a menos que quieras esperarme, claro—
—Muy tarde para un café, y hay mucho que quiero platicar contigo, ¿mejor mañana, sí?— y se despidieron con un beso que ella dio un poco pegadito a la comisura del labio.
♦♦♦
Soraya lo esperaba ya en el café antes de la hora acordada. Ella no era de las que llegaba a tiempo y mucho menos antes. Pero Javier la tenía inquieta, era una sensación rara. Veía a Javier con otros ojos, siempre le había parecido un pelmazo cualquiera con el cual ella se divertía pero ahora que la evitaba y con esa nueva vibra que emanaba de él, el día de ayer, la tenía en zozobra.
Quería sacarse la espinita con Javier. Cuando lo rechazó se sentía bien pero luego de verlo de nuevo no estaba tan segura de si había tomando la mejor decisión. Solo había pasado un semestre en los Estados Unidos y se regresó por mal de patria*. Después de las fiestas de fin de año se regresaría para no volver hasta terminar la carrera. Eso de viajar en avión no era para ella y prefería hacerlo lo menos posible. Así que, ¿Qué tenia de malo tratar un poco más al buen Javier?
A la hora citada Javier, puntual como casi siempre, llega al café, uno de tantos Tostadores de la Avenida Central.
—Hola Soraya, que pena, ¿hace rato me esperas?—
—No, acabo de llegar, tranquilo— mintió.
Ella lucía ropa muy fina, demasiado como para tomar un café en el centro. Pantalones de tela negro y una blusita de tirantes blanca, el abrigo era negro también y decía "Versace" en la etiqueta y claro un bolso de Michael Kors a juego. Para Javier esas marcas no decían nada, solo se notaban que eran finos y caros.
—Estas muy cambiada Soraya, ya solo queda la cabellera negra de la chiquilla que yo conocí—
—No exageres, si cambié un poquito pero sigo siendo yo. Pero cuéntame Javi ¿qué has hecho desde que nos graduamos del cole? Veo que no optaste por la Universidad—
—Nunca fue mi objetivo. Me da hueva* pasar de 8 a 10 años estudiando para sacar un título, que al final serviría solo para que mi mama lo tenga colgado en la pared de la sala. Yo quiero vivir otras cosas—
—¿Pero no tienes aspiraciones más altas? Sabes que a las mujeres nos gusta una billetera bien gorda— Y ella no lo decía de mala fe, es solo que en su casa el dinero era algo tan importante que las relaciones afectivas giraban en torno a él.
—Sí sí, eso yo lo sé. Pero mirá, apenas voy a mitad de mis 18 y no me precisa tener una relación seria. Ahí voy conociendo mujeres a mi ritmo, igual, ¿para qué corro con eso?— Javier estaba siendo sincero y aunque Soraya lo tenía un poco nervioso, él hacia lo posible para que ella no lo notara.
—¿Mujeres? ¿cuántas?— El chico pudo notar que el timbre de voz de Soraya había cambiado un poco, podía notar una curiosidad en ella que le hacía gracia.
—Ah sí algunas pero nada serio. Bueno y ¿qué tal todos eso gringos locos? allá debes estar encantada con tantos—
—Si hay muchos y la verdad me he dado mis gustos jaja, pero debo medirme un poco. Si no doy rendimiento académico, mi padre me reduce el dinero para vivir allá. Solo estudio, eso de hacer trabajos de medio tiempo bajaría mi nivel, ya sabes...—Se dio cuenta de que había metido la pata demasiado tarde, pero a Javier no le dio la más mínima importancia al comentario.
—Debe ser difícil estar en tus zapatos Sora. Yo no me quejo, soy el chineado de la casa. Mis hermanos siempre me lo han dicho. Soy afortunado jaja— Ella podía escuchar esa risa abierta y franca. Se notaba que él estaba a gusto con ser quién era y eso le dio un poco de envidia.
—¿Mira a quién me encontré aquí? ¡Javi!—
—Hey Zeidy ¿qué tal, qué haces por aquí?— Se levanta y le da un fuerte abrazo y un beso.
—Mira Soraya ella es Zeidy, es una amiga— Una de las amigas que conocía de los centros nocturnos a los que solía ir los fines de semana y a Zeidy tenía un par de meses que no la veía y de ahí su efusividad en el saludo.
—Ah ya...bueno mucho gusto...creo— nunca fue buena simulando simpatía.
—¡Que linda!, ¿es tu novia?— Preguntó Zeidy.
—¿Ella? ¡ay no! ¿cómo crees?, para nada. Es solo una vieja amiga— Una vieja amiga...vieja...amiga...¿SÓLO UNA VIEJA AMIGA?...¿pero este qué se creía con esas palabras despectivas?. Una pequeña llamita en la boca del estomago empezó a quemarle.
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Javier Un Carajo Místico
RomanceJavier es un adulto joven con problemas para entablar y formalizar una relación amorosa estable. Realiza el viaje del héroe en busca de crecimiento personal. Lucha contra sus demonios para así liberarse de eso que no le permite amar de verdad. Cart...