Recordando

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Una mirada al pasado...

Era su último año en el Liceo y lo estaba disfrutando. Sus años anteriores se fueron como la espuma, sin pena ni gloria. El colegio era solo para varones en aquellos años y como era costumbre los del Liceo ligaban con las del Señoritas, donde estudiaba Soraya. Una chiquilla vivaracha de buen carácter. Muy espontanea y amigable.

Ese día un grupo de sus compañeros quedaron con un grupo de alumnas del Colegio de Señoritas a ir por una hamburguesa al Mc de la Avenida Central. Javier tenía en mente hablarle de amor a Soraya pero le faltaba confianza. Juan, su amigo de toda la vida le decía:

—Anda , háblale bonito, la cara te ayuda y de cuerpo no andas tan mal—

—Mae que feo suena eso viniendo de vos—

—Sos mi hermano del alma así que no te tomes esto a playada—

—Ok, soy de buen ver según vos— dijo el muchacho en tonó cansado.

—Sí, pero vaya presentable, llévese un trapito y se limpia los zapatos, a las mujeres les gustan los hombres que cuidan esos detalles. Se baña y perfuma, no mucho eso sí, hediondo no vaya—

—Ajá y si sabes tanto, ¿cómo es que Erika te rechazó?—

—Fácil, no tengo el tarro suyo, ni esas mechas machillas que heredó del lechero mae—

La clásica broma que a menudo recibía Javier y se basaba en que era hijo del lechero, ya que de los cuatro hijos de don Arturo y doña María solo Javier salió con el cabello un poco más claro que el resto. Algunos decían por molestar que los espermatozoides de don Arturo ya estaban desteñidos por la edad. Y es que Javier fue un golazo, de esos que llegan cuando crees que ya son de salva y la fabrica ya está cerrada. Con tres hijos varones ya adultos, empezar a chinear un bebé fue cosa de locos.

Aquello era una fiesta de bromas y coqueteos bobos entre los chiquillos, que aunque ya tenían cuerpos de adultos, aun eran niños. Javier tomó todo el valor con el que contaba en ese momento y llamó a Soraya para hablar por aparte, no sin el esperado abucheo por parte de sus iguales.

Sus manos le sudaban y le temblaba la voz. La chica se notaba relajada y algo divertida. El sabía que ella sabía que él la estaba pasando mal.

—Soraya, usted me gusta para novia— el corazón se le aceleró tanto que por un momento creyó que se detendría para siempre.

—Javier qué lindo, pero a mi usted no me gusta— muy tranquila, con los ojillos pícaros de esos que miran riéndose, le dejó ir tremendo balde de agua fría.

—¿Y por qué no?, me han dicho que soy de buen ver— Se arrepintió al instante de haber dicho esas palabras.

—¿Por qué? por tontillo Javier, es que mírese, es todo inocentón. A mí me gustan los hombres misteriosos que derrochan peligro y eso de que sos de buen ver fijo se lo dice solo su mamá— Eso le dolió al muchacho, pero ni loco le diría que además de su madre, se lo había dicho su amigo Juan.

—¿Como así? apenas tengo 17 años y usted también, ¿no me diga que lo que buscas es un maleante piedrero? Yo la creía más inteligente—

—Ja ja ja no sea picado Javier, ¿sólo porque usted no me gusta saca como conclusión que es porque me falta inteligencia?—

—No que va, si no es porque yo no le guste que le digo eso, está en su derecho. Me refiero a eso gustos por hombres salidos de La Reforma*—

—No exagere que la cosa no va por ahí. Es verdad estamos jóvenes y a nuestra edad difícilmente podrías tener lo que yo busco en un hombre. Me gustan mayores y experimentados que gusten de intentar cosas nuevas, algo salvajes. Que siempre sepan de lo que hablan y que no teman mostrarse tal cual son. Sin mentiras, ni cortinas que tapen lo que son, sea cool o no—

—¿Y esos tipos existen?—

—No lo sé, creo que por ahora solo en el cine. Pero alguno he de conocer— Y Soraya dio media vuelta para regresar con sus amigas.

—¿Entonces qué machillo?—pregunta Juan.

—Di nada, no pasó nada— y las papitas le cayeron mal al estomago.

Aquella tarde Javier regresó a casa con muchas incógnitas en la cabeza y con las palabras de Soraya dándole vueltas por la cabeza, tanto que lo tenían mareado.

El aun no lo sabía en aquel entonces, pero ese fue su inicio en el camino del Místico.


Nota: Reforma: Centro penitenciario. 

Javier Un Carajo MísticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora