Javier recibió una llamada temprano aquel día. Día que inició muy frío pero que fue calentando tanto que ya para la hora del almuerzo era insoportable. Recibiría gratas visitas que acordaron llegar de noche pues los días cálidos son agotadores para Joaquín y no le agrada viajar en automóvil a esas horas.
Él y Nayuribe les prepararon gran cantidad de platillos, según el mismo Joaquín comunicó que quería comer de todo, pues extrañaba muchísimo las comidas de su país. Javier se encontraba ansioso, viendo cómo pasaban los minutos en el reloj. Todos estos años mantuvo comunicación con Rosemary pero aunque muchas veces le pidió ver al muchacho por la cámara, ella le decía que no, qué el proceso iba algo lento y quería que lo viera hasta que el resultado fuera total.
Pasaron los años y por alguna razón que él no conocía, ese momento nunca llegó. Mil situaciones le cruzaban en su mente del porque su cuñada le negaba ver a su sobrino.
Finalmente la pareja escuchó un auto estacionarse frente a la casa. Nayuribe detuvo a Javier y le pidió paciencia y que los dejara tocar la puerta primero. Pensarían que el estaba impaciente, y así era. Javier no le hizo caso y salió corriendo al encuentro de su sobrino.
Vio a un hombre de 33 años bajándose del automóvil, bien vestido, con corte de cabello a la moda , barba de tres días y lentes de pasta gruesa. Aquella moda había regresado y le quedaba muy bien a Joaquín. Javier se detuvo, pues era como si aquel hombre no fuera a quien él esperaba. Miró a su cuñada quien en su rostro se notaban unos años que no pasaron por ella, pues todos se le quedaron encima.
—Hola Tío Javier. ¿Tanto tiempo sin verlo? lo he extrañado mucho— Javier no tenía palabras, nunca soñó con que realmente su sobrino le hablaría de tal manera.
Entraron todos a la casa y sirvieron la cena. En más de una ocasión Nayuribe reprendió a Javier por estar tan distraído y tan poco conversador. Después de la cena sirvieron el café y Javier pidió a Joaquín salir a la terracita para conversar a solas. Le pidió en secreto a Nayuribe que distrajera a Rosemary todo lo que pudiera para poder conversar tranquilamente con Joaquín.
—Cielos Quincho...cómo has cambiado. De haberte topado en la calle, no te hubiera reconocido—
—Tío, gracias por todo. Siempre te lo había querido decir pero no sabía como. Bueno sí lo sabía pero entre el cerebro y la lengua había todo un campo minado y al final decía palabras que no quería—
—Vaya si lo recuerdo. Eso te hacía ver lindo, sabes. Te enojabas mucho porque yo no te entendía bien. No tienes que agradecer muchacho. Pero dime, ¿cómo fue todo?, tu mamá nunca quiso hablarme con detalles y no me dejaba verte—
—Mi madre, ella ha sufrido cómo no tiene idea Tío. Han sido diez años, ella esperaba regresar en tres pero hasta hace poco me dieron de alta. La estadía, al alargarse tanto, terminó por consumir todos sus ahorros y hasta vendió los departamentos para seguir allá. —Joaquín tomó una ramita que se encontraba en el suelo y comenzó a jugar con ella, cómo cuando era niño.
—No lo sabía, entonces ustedes están prácticamente en la calle. ¿Aun tienen su casa?¿ De qué están viviendo?, ¿aún haces eso con las ramitas?—no pudo evitar preguntar tal cosa.
—¿La casa? no, fue vendida. Aún le queda un poco de dinero y nos estamos alojando en un hotel barato. ¿Y las ramitas?...Tío Javier, ¿alguna vez escuchaste que el Autismo no es una enfermedad y por lo tanto no se cura? Sé que sí lo escuchaste muchas veces. Te diré que es completamente verdad.—
—¿Pero no comprendo Quincho?, solo al escucharte hablar, tienes tanta coherencia, pronuncias bien, no te he visto aletear las manos ni una sola vez...—
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Javier Un Carajo Místico
RomanceJavier es un adulto joven con problemas para entablar y formalizar una relación amorosa estable. Realiza el viaje del héroe en busca de crecimiento personal. Lucha contra sus demonios para así liberarse de eso que no le permite amar de verdad. Cart...