Acampando bajo techo

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A pocos metros antes de llegar a casa, Sofía detiene a Javier. Le dice que escuche con atención, les venía de frente un aguacero cerrado, de esos que son cómo una pared y te empapa hasta los huesos. Al venir de frente no tenían escapatoria. Por más que corrieron llegaron a la casa chorreando agua.

—Uy no mae soque, ya me oriné del frío—

— ¿En serio Sofí? ay que pecao. Si ya casi estamos adentro—

Javier muy preocupado la llevó al segundo piso y le facilitó ropa limpia, de la suya propia y le preparo el baño que el usaba regularmente.

—Vení, vení, báñate en este y yo iré al que era de mis viejos. Así ninguno espera a que el otro termine de bañarse—

—Yay baboso, nos bañamos juntos y ya— mientras decía aquello, Sofía se desprendió de sus ropas mojadas quedando completamente desnuda. Javier, lo primero que notó fue que el delgado cuerpo de aquella muchacha llevaba marca de cortes en varias partes del cuerpo. Pero no cortes de los que las chicas se hacen para no comer o por depresión. Eran cortes de los que te haces cuando peleas con navajas.

—Sofí, a mi no me gusta bañarme acompañado. Permiso y nos vemos en un rato—

—Jajaja todavía sos pollo, ¿pero y esos bóxers?—

—Son para vos, te mojaste hasta la ropa interior—

Sofía se quedó pensativa, ella no usaba ropa interior. De igual manera le dio las gracias y no comentó nada más. El chico tuvo que darse una ducha de agua fría para poner sus ideas en orden. Estaba en ayunas desde hace mucho pero era mucho riesgo meterse con Sofía.

Mientras tanto la mujer, que tenía mucho de no darse una ducha caliente ya que en su vivienda no había termoducha, decidió que la iba a disfrutar. Empezó por mojarse el cabello, del que salió un agua achocolatada y con mal olor. Sofía al ver aquel color de agua, sintió cómo una lágrima quería salir pero murió ahogada junto con el agua maloliente.

Tomó el champú y lavó y lavó hasta que le llegó un olor a manzana verde delicioso. Miró hacia el estante y encontró otra botella con acondicionador para cabello lacio de manzanilla..."Claro apenas para el machillo" No recuerda si alguna vez utilizó algo así en su cabello, mientras lo iba aplicando notó como sus rizos indomables fueron relajándose hasta poder pasar sus dedos entre ellos sin quedarse enredados.

—Guauuu que toque ésta vara—pasó varios minutos cepillándose el cabello, maravillada con tanta suavidad. Luego procedió a bañarse el resto del cuerpo, frotando cada costra de tierra hasta que la piel quedó rosada. Al terminar de secarse, tomó el desodorante de Javier, lo olió y al no ser de olor fuerte lo aplicó en ella, y ya que estaba en esas tomó también el cepillo de dientes del muchacho y lavó sus dientes cómo hace mucho no lo hacía. Recordó un viejo libro llamado "Única mirando al mar" de Fernando Contreras Castro , fué de los pocos libros que leyó. Se trataba de buzos en los botaderos de basura, recuerda a Momboñombo Moñagallo y a Única Oconitrillo cuando hablaban sobre qué al lavarte los dientes, te sientes limpio de verdad, aún viviendo entre un botadero de basura y ellos tenían razón, se miró al espejo y sonrío de tal manera que hasta bonita se veía.

Javier no pudo evitar escuchar al otro lado de la puerta, ella estaba tardando demasiado y él estaba hambriento. Escuchó cómo se lavaba los dientes con su cepillo y aunque en un inicio le molestó el atrevimiento luego decidió que aquello no tenía importancia ya qué en el otro baño él tenía otro.

Tocó la puerta y Sofía dió un saltito del susto, aún estaba desnuda. —¿Sofí está todo bien?— Ella respondió con un "Si ya voy" mientras se vestía con las ropas del hombre.

Javier Un Carajo MísticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora