16. Apocalipsis

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Se vio veinte años atrás, con su vestido de paje blanco ribeteado, sus flores rosas bordadas en hilo, sus zapatos de charol a juego, su padre siempre la había llevado a todas las ferias, las caravanas ambulantes de atracciones le llamaban la atención. Solía comprarle un enorme caramelo de colores que devoraba con emoción.

—No te acerques al barrio de detrás. La gente es mala, la pobreza les hace ser malos —le decía—. Tú eres una niña con clase, es bueno que te juntes con los niños de tu nivel.

Se imaginó a Mark con sus años, ocho o nueve, quizá doce. Ella lo había tenido todo, ni siquiera sabía que existía. ¿Cómo puedes hacerme esto, Callie?
« No puedo bajar así y exponerme de esta forma, es mi padre... mi padre me quiso siempre más que a su vida. Le romperé el corazón y el alma» . « Como también se lo rompió a tu hermano» .

Un nido de avispas se agolpaba en su cabeza, la había soltado y estaba debajo del chorro del agua, lloró como una loca, gritó con desesperación. Golpeó la pared con los puños y se dejó caer de rodillas mientras se balanceaba aferrándose el estómago con las manos. Porque dolía, dolía lo que la pedía, si abandonaba, abandonaba a su hermano, si seguía mataría a su padre del disgusto por verla así. ¿Qué hacer? ¿Cómo podía hacerla pasar por aquella lucha existencial? Se aferró a los bordes de la bañera y salió torpemente.

Callie se mantenía frente a la ventana de la habitación en total silencio, había salido al pequeño balcón y mantenía las manos sobre la barandilla de madera y una expresión ausente más allá del jardín, de los árboles y los pequeños arbustos que rodeaban la casa.

—Tu padre te vio —musitó dándose la vuelta y fijando su mirada en ella—. Tu hermano le entregó un video que grabé hace meses estando con ambos en la cama.

Se quedó paralizada con la toalla enroscada en el cuerpo y el pelo goteando sobre su pecho.

—Supongo que te preguntaras porque lo hicimos. En el fondo no tienes la culpa de todo lo que hizo sin embargo eres lo más preciado que tiene, la única forma de hacerle daño y obligarle a contar a tu madre la verdad eras tú.

—No puedo creer lo que me estás diciendo...

Se tapó la boca con la mano y abrió los ojos de par en par.

—Ese era el fin... Recuerda que tu hermano te reconoció, que se acercó a ti para vengarse de él, es otra historia lo que aconteció después, que te ame y no sea capaz de seguir su venganza...

Avanzó varios pasos hacia una Arizona, totalmente ida y desconcertada.

—No es como yo, le pueden los remordimientos y después de aquello no ha querido seguir. Ahora lo tienes abajo, casi disculpándose con él —hinchó las fosas nasales como si la rabia no le dejara continuar—. No es justo... Se merece la mayor de las miserias y él no es capaz de hacerlo por ti —soltó una suave risa y meneó la cabeza—. Y tengo que respetarle sin más...

La miró con un odio casi palpable, su estado medio catatónico se transformo poco a poco es una expresión de rencor, aversión por todo lo que estaba escuchando. Al menos esa era la sensación de Callie, sus mejillas sonrosadas empezaban a adquirir un tono casi rojo, apretó los labios con despreció y soltó su toalla quedando totalmente desnuda.

—Serás capaz... —le dijo asombrada.

—Te odio... Acabas de romperme el corazón...

—No me digas eso...

Avanzó hacia la puerta y la abrió con brusquedad, Callie la siguió y la
empujó hacia atrás apartándola de ella y volviéndola a cerrar. —¿Por qué, Arizona? ¿Todo esto por Cristina? ¿Por tu orgullo?

~La iniciación~ (Calzona +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora