8. Iniciación

409 34 2
                                    


Sintió como apartaba la sábana de un tirón y la bajaba de la cama. Casi no le dio tiempo a reaccionar, estaba medio dormida y su mano la aferró hasta hacerla caer de rodillas en el suelo. Recordó la conversación del día anterior y colocó las manos en la nuca. Bochornoso, se sentía algo ridícula y desangelada. Ella estaba de pie, llevaba un pantalón vaquero y una fina camisa blanca, fue lo único que pudo ver, bajo la mirada al suelo y se mantuvo expectante mientras Callie permanecía de pie en uno de los extremos de la habitación.

—Sígueme —le ordenó.

No estaba segura de lo que iba a hacer, se quedó totalmente paralizada y pensó en incorporarse pero volvió a darse cuenta de que eso sería un error inmenso y gateó por la alfombra hasta la puerta. Quizá estuviera preciosa, quizá ridícula, el corazón le latía por la vergüenza a gran velocidad y las mejillas empezaron a arder a medida que avanzaba detrás de ella por el corredor de la primera planta. Se repetía que era capaz de hacerlo, que podría con aquella prueba que tan horrible se le presentaba ya a primera hora, del primer día. Callie frenó en seco y abrió la puerta de la habitación de Mark.

—No puede hacerme eso —pensó Arizona.

Mark estaba frente al espejo de la pared arreglándose la corbata. Al verla su rostro se tornó crispado.

—¿Qué coño...?—dijo.

—Está convencida de que es capaz de superar la semana que Cristina no pasó hace años —oyó decir a Callie—. ¿Qué te parece?

Mark se agachó hacia su hermana y la levantó la cara con la mano.

—Pero Ari... —se frotó los ojos y volvió a mirarla—. Estás loca...

No le dijo nada, tan sólo le sonrió y le guiñó un ojo. En aquel momento Mark
apenas prestaba atención a sus gestos, la miraba totalmente descolocado sin entender por qué hacía todo aquello. Volvió a incorporarse y ambos se quedaron de pie uno frente al otro. Se alejaron lo suficiente para hablar entre ellos sin que ella se diera cuenta de lo que decían. Arizona permanecía de rodillas, con la cara roja de la vergüenza y una expresión algo desorientada. Pensó por momentos que si pasaba esa vergüenza con Callie y su hermano no quería imaginar con el resto, pero esperaba que no hiciera participes a los demás aunque no estaba muy segura de que eso ocurriera. Cuando Callie regresó, se inclinó hacia ella y la miró.

—Mírame princesa —le dijo.

Levantó la mano como si fuera a chasquear los dedos.

—Atenta —dijo con ironía—. Recuerda este sonido —chasqueó los dedos—.
Voy a hacerlo otra vez por si no lo has oído —otra vez chasqueó y la miró—. ¿Oyes ese sonido?Contesta.

—Sí... —susurró.

Le dio una suave bofetada y volvió a coger su mentón.

—Sí Señora... Otra vez.

—Sí Señora.

—Muy bien —inclinó la cabeza a la derecha y su rostro pasó de la alegría a
una seriedad casi cortante—. Recuérdalo bien, cuando lo escuches te quiero a mi lado siempre. Estés donde estés... ¿Lo has entendido?

—Sí... Señora...

No era la orden, ni siquiera su postura y el hecho de estar desnuda. Era la forma irónica que usaba con ella, eso era algo que la sacaba de quicio y C lo sabía. Se incorporó y avanzó hacia la puerta, la abrió y salió, Arizona se quedó durante unos segundos ofuscada sin saber que hacer hasta que se dio la vuelta y la miró.

—No fijes tus ojos en ella —se repetía una y otra vez— es lo que quiere, que le retes y castigarte. No le des ni un motivo, eso le desquiciará.

~La iniciación~ (Calzona +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora