40. Alguien importante.

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—Tú eres una niña especial, cielo. Eres una niña maravillosa y, si los demás no lo ven, ellos se lo pierden. —Le secó las lágrimas y la besó en la mejilla—. Tienes que aprender a defenderte, hija, no puedes venir así todos los días, Call.

La miró cabizbaja y sollozó. Tenía la cara llena de tierra, las rodillas peladas y un raspón en un codo. Su madre le quitó la ropa y le preparó el baño. Ella siempre ponía la toalla sobre el radiador para que estuviera caliente cuando saliera. Ella siempre la reconfortaba, la peinaba con dulzura y a veces incluso le cantaba con su voz timbrada aquella bonita canción con la que se dormía.

« Quizás, quizás, quizás...»

Era retraída, quizá por eso era el blanco de las burlas, era una niña delgada, de revuelto pelo negro, tez cálida aunque con unos enormes ojos oscuros que le hacían una niña guapa pero terriblemente triste. Para su madre era la niña más guapa de la faz de la Tierra, para su abuela también; sin embargo, ella ni siquiera lo veía. Eso era lo que le hacía olvidar las burlas, cruzarse con ella por los pasillos del colegio, pasar a pocos centímetros en el comedor o incluso sentarse detrás de ella en clase de estudio. Aquel olor a perfume era maravilloso, olía a flores del campo, a frescura. Era tan bonita...

Todas las tardes, Arizona entrenaba como animadora. Callie siempre la miraba desde las gradas, abría su cuaderno y adelantaba los ejercicios de matemáticas y, de paso, podía observarla bailar, con aquellas falditas de tablas, levantando los pompones y dando aquellos brincos que dejaban ver sus largas piernas. Se apoyaba con los codos en la carpeta y se pasaba horas allí sentada. Luego venía lo peor, la hora del comedor era una de los momentos más horribles para ella. Siempre le tiraban la bandeja o le quitaban el postre. El día que le hicieron la zancadilla y Arizona pasó por encima de su comida se le partió el corazón. Tenía claro que ella nunca le dirigiría la palabra, pero no esperaba que ella se riera de ella de aquella forma.

Ahora estaba sentada en la puerta de casa y observaba la calle. Su madre trabajaba muchas horas para mantener la casa desde que su padre había muerto, y lo cierto es que eso le daba una ventaja; podía disimular los golpes y la ropa sucia la mayoría de las veces; entrar por la puerta de atrás, lavarla antes de que su madre regresara del trabajo, mientras su abuela dormía en el piso de arriba y arreglarse para que al menos ella no sufriera por su hija. Porque su madre era lo único que tenía. A su madre le gustaba cocinar y bailar. Disfrutaba enseñándole a hacer platos sencillos; luego encendían el tocadiscos y bailaba con ella, incluso a veces la acompañaba al centro social donde solía dar clases a personas mayores y aprendía nuevos pasos que luego practicaba en casa.

Pero ella era especial. Aunque ni siquiera le mirase, aunque no recordara la media hora que pasó a su lado sentada en el autobús de la línea cinco el día que fue al cine, como siempre sola. Ella no lo recordaba pero Callie jamás olvidaría los pliegues de su vestido, sus mechones de pelo rubio y sus ojos rasgados.

Se perdió en sus pensamientos durante mucho tiempo, ni siquiera escuchó la reja cuando aquel hombre entró en el pequeño jardín. Callie alzó la vista y se colocó la mano sobre la frente a modo de visera con la intención de visualizar aquella figura imponente, sin que el sol del mediodía le molestara. ¡Vaya! Ella recordaba a ese hombre. Había estado en el entierro de su padre hacía unos meses. Habían ido muchos hombres, aunque ella no recordaba que tuviera tantos amigos. Nunca los había visto.

—Hola, pequeña —le dijo avanzando—. ¿Puedo sentarme contigo?

Callie frunció el ceño y asintió con firmeza. Era realmente un hombre muy apuesto, tenía una fina perilla, los ojos muy expresivos y dulces y un pelo oscuro con una piel aceitunada y varonil. El hombre se apoyó en uno de los postes laterales y le extendió la mano con decisión. Se sintió como una mujercita ante aquel gesto tan elegante.

~La iniciación~ (Calzona +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora