Extraño

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Después de lo ocurrido con mis padres, Mara y yo nos hemos mantenido muy al pendiente de sus cuidados y de que el tratamiento que les indicó el doctor a cada uno lo sigan al pie de la letra. A mi madre le he visto mucha mejoría, aunque a veces el agotamiento físico la hace dormir por varias horas, y es entendible, pues ha sufrido mucho a lo largo de los años y, tanto su cuerpo como su mente, merecen descansar de todo el acumulado de los problemas que la han enfermado lentamente. Por otro lado, a mi padre le están practicando más análisis de laboratorio para dar cuanto antes con su enfermedad, pero tal parece, aunque no es nada seguro, que tiene algún tipo de cáncer en el riñón, y esa noticia nos ha golpeado un poco fuerte a todos en casa, pues para ser sincera no nos esperábamos una enfermedad de tal magnitud. Yo solo le pido a Dios que no sea nada grave, y que solo sea una suposición de los médicos.

No he vuelto a bailar en la barra ni a presentarme en algún exclusivo en el mismo. Mis padres no pueden permanecer tanto tiempo solos en casa, y Mara y yo nos dividimos las obligaciones económicas y de la casa por tiempos. Mientras yo trabajo en el día en la universidad ella se encarga de ellos, y en la noche ella va a trabajar en la barra y yo los cuido. Somos un equipo muy sincronizado con mi hermana. Lo menos que queremos es que nuestros padres sigan sacrificando su poca salud, aun sabiendo que nos tienen a nosotras para velar cada segundo del día de ellos. No seria justo pagarles mal, cuando ellos dieron su vida entera por cuidar de nosotros todo lo que llevamos de vida. Además de que, ¿qué hijo no cuidaría de su padre, cuando este tanto amor y protección le ha brindado? Darles la espalda a tus padres, seria ser la peor calaña de este mundo.

Me encuentro tomando un poco de aire fresco en el campus de la universidad, observando mi café aun sin probar, pensando en Axel; es imposible sacar de mi mente lo muy cercanos que nos hemos vuelto. Me sorprende que se preocupe tanto por la salud de mis padres e inclusive pregunte por ellos cada que tiene oportunidad. El gusto por él ha crecido considerablemente, y en cierto modo me asusta que entre nosotros exista algo más que una simple aventura.

Bebo un trago de café y sigo calificando los exámenes finales de mis estudiantes, sacando de mi cabeza a Axel Monroe para volver a concentrarme en mi trabajo. Es el colmo que lo tenga tan metido en mis pensamientos. Tal vez tengo que dejar de hablar con él.

Una sombra me cubre del radiante sol, y al levantar la vista, el director Carter toma asiento justo al frente de mí.

—Srta. Blum, ¿Cómo ha estado? ¿Cómo ha seguido todo con sus padres? — sonríe.

—Sr. Carter — saludo —. Han ido mejorando, de a poco. Recuperar la salud toma su tiempo, pero estoy segura que ellos se van a mejorar del todo.

—Me alegra mucho escuchar que todo va mejorando. Y por supuesto, tenga la fe que así va a hacer.

De un tiempo para acá se me es extraño hablar con este hombre. Al principio era muy normal, incluso no me generaba nada de desconfianza como ahora sí lo hace. Pero desde que Roxana me comentó que día tras día va a la barra para tratar de verme bailar, se ha vuelto muy incómoda la situación cada que lo tengo cerca. Axel no me genera este mismo miedo, y no entiendo por qué el director sí. Él, desde un comienzo supo de mi trabajo y no le tomó importancia a que me dedicara a ser bailarina, pero no deja de ser extraño que con tanto interés busque la forma de verme bailar.

—Gracias, Sr. Carter — sonrío, ocultando lo incómoda que me siento con su presencia —. Ha sido usted muy comprensivo conmigo, aunque no debería serlo, puesto a que llevo muy poco trabajando aquí. No quiero que otros maestros piensen cosas que no deben.

—No deben porque pensar cosas que no son, Srta. Blum. Cualquiera de los demás maestros, que estén atravesando por su misma situación, recibirán iguales tratos de mi persona. Pues la salud e integridad de la familia es lo más importante. Entiendo su situación actual con sus padres, y así mismo lo hace cada maestro de esta universidad. Además de que aun y con sus miles de infortunios, usted no ha fallado a su deber como maestra.

—Jamás lo haría, eso téngalo por seguro. De nuevo, muchas gracias por ser tan comprensivo — sonríe.

—Quería hacerle otra pregunta — enarco una ceja, llevando el café a mis labios —. Eso sí, no vaya a pensar cosas que no son.

—Dígame, Sr. Carter.

—¿Cuándo será el día que vuelva a bailar en la barra? Digo, es que Roxana me ha hablado muy bien de su trabajo, y hasta siento mucha curiosidad de verla bailar.

Ya sabia yo que este hombre me iba a atacar con esa pregunta. Me pone sumamente incómoda su gran curiosidad por verme bailar. O tal vez estoy siendo muy paranoica. Lo último que quiero es resultar en la misma situación que estoy con Axel.

—Aun no lo he considerado conveniente. Tal vez puede que sea en un par de semanas más. Cuando mis padres estén del todo recuperados y no necesiten de mis cuidados — asiente.

—Entiendo — acomoda su corbata y sonríe nervioso —. Sé que es muy atrevido de mi parte, pero me gustaría invitarla a cenar una noche de estas, Srta. Blum.

Su directa invitación me dejó sin palabras, casi logrando que me ahogara con el trago de café que recién había tomado.

—Piénselo, no tiene porque responderme ahora mismo — se apresuró a decir —. Puede ser mañana u otro día que se encuentre libre.

No supe que responderle, así que agradecí enormemente que Isaac llegara con Mikel en ese preciso momento donde por fin las palabras iban a salir de mi boca.

—Lamentamos interrumpir, director Carter — presioné mis labios con fuerza —. Nos permite un momento.

—Por supuesto, chicos — me dio una mirada rápida —. Que tenga un buen resto de día, Srta. Blum. Si ha tomado una decisión, puede hacérmela saber en cualquier momento.

—Le estaré avisando — sonríe, mostrándome sus perfectos dientes —. Tenga un buen día.

—Permiso — los tres se van hablando entre sí.

—Entonces el director de la universidad anda echándole el ojo a una de las maestras, ¿eh? — por poco y que infarto al escuchar a Axel susurrarme al oído —. Que descarado el hombre, ¿no?.

Toma asiento a mi lado, cruzándose de brazos y sonriendo de lado, sin dejar de verme a los ojos. Encontrármelo en el campus y en los pasillos de la universidad se ha vuelto un verdadero calvario. Esa mujer segura de sí; fuerte y decidida, se ha ido ablandando con tanta ternura que desprende Axel.

—¿Eso crees que estaba haciendo? — enarca una ceja —. Yo lo vi de lo más normal; hablando como con cualquier otro maestro.

—Eso no fue lo que oí y vi — sonrío —. ¿Piensas aceptar su invitación? — curiosea, frunciendo el ceño levemente.

—¿Te importa que así lo haga? — endereza su espalda y rio —. No voy a mentir que el Sr. Carter está como quiere, pero de ahí a aceptar una invitación o tener algo con él, estamos muy lejos. Simplemente una relación para mí en este momento, está fuera de mi vista...

—Me parece una perfecta y sabia decisión — su rostro se relaja.

—Debo irme — recojo todo de la mesa y su mano me detiene en seco. No quiero que se vaya por otro lado, no aquí donde todos nos pueden ver —. Axel — advierto.

—Verte por video llamada o en la universidad no es lo mismo que cuando podemos hacerlo con más libertad, Rachel — susurra, rozando sus dedos suavemente en mi mano —. ¿Qué debo hacer para que aceptes salir conmigo por unas cuantas horas?.

—Ya hemos hablado de esto — siento el corazón latiéndome en los oídos —. Debo ir a clase.

Suspira.

—Bien — me suelta la mano y la calidez de sus dedos se pierden en el aire —. Pero tenlo por seguro que no me cansaré hasta saciarme por completo de ti, bailarina. Esta noche estaré pasando por tu casa, ya que tu madre me ha invitado muy amablemente a ella.

Estaba a punto de atacarlo, pero, así como llegó, así mismo se fue. ¡¿Qué has hecho madre hermosa de mi alma?! Pero lo más importante; cómo es qué se han hablado esos dos sin mi consentimiento y sin siquiera darme cuenta de ello.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora