A salvo

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AXEL

Llegué justo a tiempo para detener a ese maldito infeliz de tratar de llevarse a Rachel lejos de mí. La razón de mi odio por Carter tiene razones y motivos, los cuales han quedado en el olvido en el momento que volé su cabeza. No había sentido tanta emoción, paz y alegría en mi vida a la hora de solucionar un problema que me tenía martillando la cabeza desde hace mucho tiempo. Por fin mi madre ha descansado en paz.

Ahora me espera un visita muy grata a esa maldita que por tanto tiempo ha engañado a mi padre. Ariana no tiene idea de lo que le corre pierna arriba.

Mikel se hizo cargo del cuerpo de Carter, mientras me aseguraba de llevar a Rachel al hospital. Después de haber llorado entre mis brazos, se quedó profundamente dormida. No puedo borrar el suceso que nos ha quitado la posibilidad y la gran oportunidad de ver nacer a nuestros hijos; esa felicidad y emoción se nos fue arrebatada con mucha crueldad. Pero lo que más importa ahora, es el hecho de que ellos están a salvo, y que, aunque falte tiempo para poder tenerlos entre nuestros brazos como quisiéramos, es tranquilizante saber que están con nosotros y no en manos de esa maldita infeliz. Aun deben desarollarse, por lo que permanecerán en una unidad de cuidado prenatal por varios meses, según lo que me ha informado mi padre desde el hospital.

Mi padre no ha ocultado esa rabia que siente por la traición de quién decía amarlo, pues me sorprendió mucho al darme cuenta que ya tenía toda una investigación en contra de esa mujer y de Carter. Y alguna vez en la vida, llegué a quererlo como un padre, sin darme cuenta cuan culpable era en realidad.

—¿Cómo se encuentra mi mujer, doctor? —pregunto una vez lo veo salir de la habitación donde recientemente ha revisado a Rachel—. Le hicieron algo más...

—Se encuentra muy bien. Ahora debe tener reposo por la operación, pues un parto por cesárea es necesario que descanse muy bien para que su herida no se abra. Le he dado algunos medicamentos para el dolor y la inflamación, también cambiamos las gasas porque estaban manchadas de sangre. Lo recomendable es que pase las próximas veinticuatro horas en observación. Según su evolución se le dará del alta en dos días —suspira—. Sé que tiene muchas ganas de ver a sus hijos y cargarlos, pero por ahora es imposible, ya que debemos asegurarnos de que estén completamente bien, además de que por su nacimiento prematuro no pueden tener mayor contacto con personas. Sus defensas no son las mismas que los bebés que completan las cuarenta semanas de embarazo. Sin embargo, los puede ver a través del cristal.

—Entiendo, ya me habían informado de ello. Lo que importa es que estén a salvo.

—Lo están. Les estamos haciendo varias pruebas, solo para asegurarnos de que no hayan adquirido alguna infección o hayan nacido con alguna enfermedad base. Puede venir conmigo para verlos.

—Por supuesto.

Lo sigo hasta llegar a otro piso. Temo por mis pequeños, pues son tan indefensos. Ahora solo nos cabe esperar que su evolución y su estado sea completamente sano. El doctor me hace entrega de una bata y un gorro antes de entrar en la sala donde mis pequeños frijolitos se encuentran. No quería que este día fuera así, pero ahora ya no podemos hacer nada ante lo que sucedió.

El corazón se me encoge y me salta de una sola emoción a mi garganta. Me los había imaginado durante muchos días y noches, pero ver lo perfectos que son me hace inmensamente feliz. Es un dolor muy grande de verlos allí, con tantos cables y ese tubo cubriendo sus frágiles y pequeños cuerpos. Son demasiado pequeños para tan gran mundo lleno de maldad.

¿Porqué tengo que tener consideración con alguien que no la tuvo con ellos? Los arrebataron del vientre de su madre en el momento que no debía. El corazón se me inunda de rabia y dolor tan solo de pensar en que a mis hijos y a mi mujer les haya pasado algo malo. Solo me queda agradecer a mi padre, quien fue el que descubrió a tiempo el verdadero paradero donde los tenían.

—Aunque no haya sido el momento indicado, tenerlos es lo más grato y hermoso que pueda existir en este mundo —apoyo la mano en el cristal y lo acaricio como si fuera a ellos a quien mi mano está tocando. Sus ojitos se encuentran cerrados, por lo que se muestran muy tranquilos—. Mamá y papá los ama inmensamente. Pronto su mamita vendrá a verlos. Siempre los protegeré, no importa si tengo qué llevarme por delante a quien sea.

Me quedo por varios minutos, viendo la paz y la tranquilidad con la que se encuentren estando allí metidos. Pero en mi cabeza solo tengo en mente en como acabar con esa maldita de una vez y por todas. Acabar con ella, es asegurar nuestra definitiva felicidad.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora