Sirena

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Rachel

El día que no quería que llegara, ahí sí llegó con mucha rapidez. Los fines de semana son los días en que disfruto no solo de descansar, sino también de bailar, y más cuando llevo largas semanas sin hacerlo. Sin embargo, mi entusiasmo se ha visto afectado por el hecho de que el director Carter me vea hoy bailar en la barra. Eso es algo que me tiene sumamente pensativa. Su repentino interés es algo que aún no logro entender ni comprender. El hombre es muy buena persona y me ha ayudado mucho con los horarios en la universidad por la enfermedad de mis padres, pero hay algo que no me termina de gustar en la actitud que he visto últimamente hacia mi persona; no es malo, pero en sus ojos noto algo más, algo que no me gusta; es como una espina de desconfianza.

Con Axel todo ha marchado como de costumbre; él por su parte y yo por la mía, y en el instante en que chocamos una explosión se crea entre nosotros. Su cercanía me hace muy bien, no lo puedo negar. Más allá de nuestra relación sexual, nos hemos vuelto muy amigos. Me gusta que esté siempre apoyándome y ayudándome con mis padres. Me hace feliz cada una de sus palabras. Y no puedo evitar sentirme muy atraída por todo de lo que es él. Sus besos me llevan a una nube muy alta, sus manos me cortan el aliento y toda esa explosión que crea en mi cuerpo, me termina de derribar. Estoy sintiendo más que una amistad por Axel, y temo mucho en el momento que el sexo acabe y el ser amigos también. Me dolería, porque eso solo me diría que lo único que buscaba era placer y no una sincera amistad.

Sí, me he estado haciendo ilusiones que no debo con Axel.

Dejando de lado todos mis pensamientos, termino de vestirme. El antifaz que cubre mi rostro tiene mucho brillo y varias plumas que caen a mis mejillas. Una sonrisa se asoma por debajo de ellas, al ver mi reflejo por completo en el espejo; el vestido corto y poco revelador me gusta más que cualquier otro que haya vestido antes. Es la primera vez que no tengo que mostrar tanto, aunque no suelo mostrar tanta piel en  los bailes. Lo que menos quiero es que se hagan una idea de lo que no es mi trabajo.

—¿Estás lista? —Roxana me da un sonrisa de oreja a oreja—. Todos te extrañamos mucho.

Me doy vuelta con una sonrisa de boca cerrada.

—Y yo extrañaba estar aquí —acomodo el antifaz para poder verla mejor—. Cuándo me digas.

—En cinco —salimos al pasillo y me detiene antes de que suba a la barra—. Carter está muy entusiasmado de verte. No hace falta decir que hagas un excelente trabajo, porque de sobra sé que darás lo mejor de ti.

Mi sonrisa se esfuma de mi rostro.

—Es tu amigo, es un cliente y ahora también es mi jefe. ¿No sé te hace extraño el afán de querer verme bailar? Para mí es un hombre raro —enfatizo, enarcando una ceja.

Ríe abiertamente.

—Carter es un buen hombre. No estés pensando quién sabe qué cosas de él. Le da curiosidad, ya sabes, cosas de hombres —me lanza una mirada pícara—. Le gustas, le atraes. Se siente maravillado por la hermosa profesora de lenguas, y es que, ¿quién no se fijaría en una mujer tan hermosa como tú, Rachel?. Y no es que me lo haya dicho, eso se nota de sobra.

Mi corazón se estrella estrepitosamente contra mi pecho. Era una posibilidad que ya había cruzado por mi mente, pero en el fondo quería pensar en que no era así.

—Dale una oportunidad de conocerlo. Tal vez puedan llegar a ser buenos amigos, y quién sabe, quizás...

—Ya es mi hora —la corto, sintiéndome entre una jauría de lobos listos para devorarme.

Asiente, sonriendo ladeado. Suelto el aire suavemente y subo al escenario, al tiempo que Jacky va anunciando el siguiente baile.

Las demás chicas salen segundos después, una detrás de la otra. A mitad de la barra hay un total de siete sillas, y la que debo ocupar es la del centro. Me acomodo en mi lugar, cruzando la pierna sobre la otra y entre abriendo los labios ligeramente. Mis ojos caen a un punto fijo en el público; Axel Monroe. Su sonrisa se ensancha, a la vez que me lanza un guiño coqueto. Tan solo con verlo ahí sentado, admirando lo que tanto lo que gusta de mí, mi corazón se acelera hasta querer salirse por mi boca.

En el momento que la música empieza sonar, todo a mi alrededor se congela. Ahora solo somos él y yo entre tantos. Sus ojos brillan de deleite con cada uno de mis movimientos de cadera. Sus dientes se aferran seductoramente en sus labios cada que mi mirada lo atraviesa por completo. Desde lejos, a pesar de la distancia que tenemos, puedo sentir el calor de sus ojos quemarme la piel. Por lo tanto, cada movimiento suelto, ondeado y seductor que voy haciendo con cada curva de mi cuerpo, va dedicado con gran esfuerzo y pasión para él.

Entre cierro los ojos, con las llamas vivas en mi piel, con la respiración acelerada y la espalda curvada en un pose muy seductora dónde mi trasero queda a la vista de todo el público. La música me transporta. Me llena de vida cada que bailo, y entre más lo hago, más me voy quemando en la penetrante mirada clara que me dedican en el público.

Giro mi cuerpo, ondeado la cintura para quedar sentada de nuevo en la silla. Abro mis piernas y mis manos recorren mis muslos dando un toque muy erótico. Axel sigue sin perderse ninguno de mis movimientos con sus brillantes ojos, por lo que su mirada la siento desnudarme por completo en ella. Humedece sus labios paulatinamente, dando a entender lo que quiere hacerme si estuviera así de abierta para él. No puedo evitar estremecerme ante los recuerdos de su lengua viajando por mi piel. Es un estímulo cada pensamiento mientras mi cuerpo se mueve sin detenerse, que inconsciente o no, mis manos viajan por el entre medio de mis piernas y sienten ese calor y esa humedad que desprende mi interior.  Los silbidos de los hombres me sacaron una mueca de disgusto, pero tuve que reemplazarla rápidamente con una sonrisa forzada.

Tengo que aceptar que me gusta mucho más bailar exclusivo para Axel, y por el cambio en sus ojos mientras frunce el ceño y hace mala cara, a él tampoco parece agradarle que baile para otros. Estamos yendo por una montaña rusa viciosa, que sube y baja sin detenerse. Tengo sentimientos hacia él, pero algo dentro de mí no me permite sacarlos a la luz.

El baile culminó con todas nosotras, muy unidas, rozando nuestros cuerpos a su vez que sonreímos e inclinamos nuestros cuerpos hacia adelante, dando fin a la presentación.

Fui directo a la barra de bebidas, con el pecho y el pulso acelerado. Elias me sirvió una copa de whisky como después de cada baile. Necesito tranquilizarme para el baile que me espera en la sala VIP.

—Si te hubiera visto antes, ten por seguro que no te contrato como maestra de lenguas. Es innato tu baile, Srta. Blum. Debería proponerse a ser una buena maestra y enseñar todas esas capacidades que la hacen una mujer excepcional, segura de sí y sensual —susurra.

Detengo el vaso en mis labios, cohibiendo a mi garganta a sentir el trago amargo del whisky, y todo por el comentario que ha lanzado el director Carter en mi oído.

—Espero no ser irrespetuoso y atrevido, Srta. Blum. Puede decírmelo, está en todo su derecho si es el caso. Pero déjeme decirle que me ha encantado con su baile de sirena. Eso eres; una sirena ondeando las caderas con mucha frescura, libertad y sensualidad. Sin duda alguna, me ha hechizado sin siquiera haber escuchado su canto.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora