Desesperación

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Todo pasa a mi alrededor de manera lenta y sombría. Cada minuto es más desesperante que el anterior desde que llegué a la clínica donde trajeron a Axel después de su accidente. Según, el reporte que dio un policía que llegó a socorrerlo, Axel iba conduciendo muy rápido, y debido a la misma velocidad no tuvo tiempo de frenar o esquivar el camión que venía del lado contrario, haciendo que ambos vehículos chocaran con mucha violencia de frente. El que se llevó la peor parte del choque fue Axel, por lo que, cuando llegó al hospital inmediatamente lo ingresaron a operación. No sabemos nada de él. Nos han dado muy poca información sobre su estado en general de salud. Y yo cada segundo me siento morir.

Cada lágrima que va saliendo de mi ojos es llena de dolor, culpa y arrepentimiento. No tendría más fuerza para continuar si llegara a perderlo. Axel es vital para mí; lo es todo en mi vida, en mi alma y en mi corazón. Cómo quisiera entrar a aquella sala y poder saber que está bien. O lo mejor de todo; que no es él quien ha sufrido el accidente, que se han equivocado de persona. También me gustaría que todo solo fuera un horrible sueño, y que al despertar, lo primero que vea son sus bonitos mensajes de "buenos días, bailarina".

Un fuerte sollozo desgarra mi garganta y esa opresión en el pecho se agudiza cada segundo que va corriendo. ¿Es esto un castigo por no haberle dado el beneficio de la duda? Si es así, déjame irme con él...

Los delgados y reconfortantes brazos de Diane me rodean el cuerpo, dándome toda esa fuerza que solo ella me puede brindar y que tanto necesito. El frío me quema la piel de una manera que me provoca un escalofríos aterrador. Ninguno se ha atrevido a hablar desde que llegamos. Los chicos, el Sr. Carter, un hombre muy parecido a Axel y yo, no hemos entablado ninguna conversación. Y a decir verdad, la única voz que quiero escuchar es la de mi ternurita...

-Verás que todo va a salir bien. No perdamos la fe, ¿sí? Vamos, Coquito, tu eres muy positiva -mi hermana, cuñada y mejor amiga me anima-. Él es un chico muy fuerte.

-Todo esto es por mi culpa, Diane -murmuro.

-No, ya te he dicho que no eres la culpable de nada -suspira-. Los accidentes pasan en cualquier momento. Es algo que no se puede predecir... pero, él es fuerte. Saldrá victorioso de la operación y en cuanto te vea, te tirará esa hermosa sonrisa que hace que a todas se nos detenga el corazón y hasta nos tiemblen las piernas...

Sus palabras solo me empujan más contra la tristeza.

-Es lo que quiero también... -me derrumbo de nuevo, sintiéndome menos fuerte que antes.

En el instante que acepté que Axel era una parte fundamental de vida en mi mundo, a pesar de todo lo malo por lo que he tenido que atravesar, él y solamente él fue quien me brindó todo para poder seguir y ser cada vez más fuerte ante la adversidad. Me doblo en la incómoda silla y pongo la cabeza sobre las piernas de Diane. Cierro los ojos ante la suave caricia que me deja en el cabello, y los recuerdos de la muerte de mi hermano me llegan de golpe.

Estábamos en la misma situación, yo cuidando y aconsejando a Diane por una pelea sin importancia que tuvo con mi hermano. Mi hermano por su parte había salido en el auto a toda velocidad. Lo recuerdo muy bien, jamás olvidaré el día en que me llamaron del hospital y me dijeron que debía ir a reconocer su cuerpo tras un día después de no haber aparecido. Su accidente fue brutal, violento y mortal. Su vida se esfumó en segundos de su cuerpo. Diane se culpaba por su accidente. Aquella noche se habían dicho palabras muy hirientes, y lo que más le carcomió la cabeza por mucho tiempo, fue el no poder decirle cuánto lo amaba y cuánto lamentaba haber dicho tantas palabras que no eran ciertas. Se quedó con el perdón atrapado entre sus dientes, y eso la fue acabando poco a poco. Desde hace poco ha empezado a liberar esa culpa de su mente y de su corazón. Así somos los humanos, decimos, herimos y cometemos errores de los cuales nos arrepentimos después.

-Srta. Blum, ¿me permite un momento? -me incorporo lentamente en la silla-. Por favor.

Diane le da una mirada asesina antes de susurrarme en el oído:

-Diga lo que diga; no le creas. Recuerda que Axel aun espera ser escuchado.

-No creo que sea el momento para hablar, Sr. Carter. Además, ¿qué es eso que tiene que hablar conmigo? -baja la cabeza.

-Usted no tiene la culpa de nada, Srta. Blum. Todo esto es mi culpa, yo mismo lo empujé hacia el...

-Entonces, ¿qué fue eso que le dijiste a mi hijo cómo para que le afectara tanto, Carter? Ambos sabemos que Axel es cuidadoso para conducir -lo interrumpe el señor que no había dicho una sola palabra desde que llegó.

Sus ojos transmiten mucho dolor y una profunda preocupación.

-Me culpas a mí, cuando no has sido padre y no has estado en su vida como yo sí lo he estado, ¿en verdad me vas a atacar, Monroe? Tienes las de perder conmigo. No eres nadie para venir a decirme que he hecho de mal o no con Axel.

Me tenso, ¿acaso no ven en la situación tan delicada en la que estamos?.

-Podré haberme perdido muchos años valiosos e importantes de la vida de mi hijo, pero he intentado recuperar todo ese tiempo que perdí por una mala decisión. Ahora bien, Axel está lleno de miedos y tú solo sabes atacarlo con lo que sucedió con mi esposa, su madre; tu hermana. Ella está en un lugar tranquilo, déjala descansar y cierra ese capítulo tan triste para todos.

El Sr. Carter se ríe, pero es una sonrisa que no refleja más que rabia y dolor.

-Eres un maldito bastardo al atreverte a decir que mi hermana aun sigue siendo tu esposa, cuando no dejaste que su cuerpo se enfríara para conseguirte a otra y reemplazarla, dejando de lado a tu pequeño hijo, ese que tanto te necesitó y nunca te encontró en aquellas noches donde las pesadillas quitaban trozos de su niñez, hasta dejarlo totalmente roto por dentro. Sí, esta noche cometí un error, pero no es nada comparado a lo que has hecho tú.

-Ya no más -los interrumpe Isaac, con la quijada tensa y los ojos rojos-. Su rivalidad la pueden arreglar fuera de este hospital y lejos de Axel. Él no quiere y no busca nada de alguno de ustedes dos, y ambos lo saben. Es mejor que se vayan y no sigan jodiendo más su vida. Él es feliz con los que está, no necesita de dos insensibles como ustedes para continuar. Y en lugar de tener preocupación por su estado, solo dedican a pelear por lo que ya pasó y nadie puede cambiar -rechina los dientes, conteniendo la rabia que muestran sus ojos-. Larguense ahora mismo antes que pierda la paciencia y los saque yo mismo de aquí -culmina, amenazante.

Ambos hombres me dieron una mirada rápida antes de salir de la sala de espera, uno detrás del otro y en completo silencio. No me atreví a hacerle preguntas a Isaac, pues los chicos se encuentran muy afectados con lo que le ha pasado a su mejor amigo, y no quiero decir cosas fuera de lugar. No hay cabeza para nada más, solo para pensar en que todo salga de maravilla y perfecto en la operación de mi ternurita.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora