Sin compasión

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—¿Qué es lo que piensas hacer ahora? —inquiere Isaac, dándome una mirada llena de preocupación—. Pudimos haber resuelto el problema de otra forma.

—No hay otra forma de acabar con los problemas —lo miro directamente a los ojos—. No puede haber perdón para quienes mataron a mi madre a propósito y con toda la gana de quedarse por lo que tanto luchó en vida. Fui una carga para ellos, por lo que no tendrían ningún tipo de compasión conmigo, mi padre, Rachel y mis hijos. En el mundo estamos sujetos a tomar decisiones que a la larga nos pueden arruinar o beneficiar; son ellos y dejamos que nos pisoteen cómo les dé la gana, o salimos a defendernos de quien nos quiere ver caer. No me arrepiento de haberme ensuciado las manos con esa porquería, porque en el corazón siento que le he dado un buen descanso definitivo a mi madre.

Por primera vez no debate mis palabras, por lo que decido sonreír y darle una última mirada a Rachel, quien duerme plácidamente en la camilla.

—No tardaré mucho en volver. Llama a su hermana y coméntale lo que ha sucedido. Estaban muy preocupados por ella —dejo un beso en los labios fríos de Rachel—. Regreso pronto, mi amor...

—Cuidaré de ella —asiento, cruzando por su lado y palmeando su espalda—. Ten mucho cuidado, Axel.

—Gracias. Lo tendré.

Salgo del hospital con la mente nublada por la rabia. Espero que mi padre no se haya enamorado mucho de esa maldita, porque lo que menos quiero, es hacerle pasar un mal rato con la muerte de esa mujer.

Me dirijo a la bodega donde mi padre ahora se encuentra con esa mujer. Todo lo tenían tan bien planeado, que no se detuvieron a pensar en que la perspicacia es algo que tenemos los Monroe corriendo por nuestras venas. Lanzarnos de cabeza y sin pensar en la astucia del cazador, es algo que no solemos hacer tan deliberadamente. El lobo tienta y juega con su presa, hasta que la ataca sin aviso y sin compasión. La malicia es el veneno del mundo, por lo que siempre hay que ver más allá de lo que por encima se vea.

Según entro en la bodega, los llantos y súplicas de esa mujer me ponen de mal humor. La falsedad siempre se le ha notado por encima. Me quedo en el umbral de la puerta, escuchando tan curiosa e interesante conversación que están teniendo.

—Axel, te juro que yo no tuve nada que ver con lo que ese hombre había planeado en contra tuyo y de tu hijo —mi padre suelta una risa estruendosa ante sus palabras—. Estoy embarazada, ¿lo olvidas? Llevo tu hijo aquí adentro. Mi amor por ti es real y sincero, siempre ha sido así desde un comienzo. Llevamos muchos años de casados, ¿cómo es que desconfías de mí de la noche a la mañana?.

—No hables más —ordena mi padre fríamente—. Me di una oportunidad para tener una compañera de vida y no morir en soledad, pero amar profundamente es algo que nunca podré sentir por otra mujer que no sea mi esposa y madre de mi hijo. Ariana, solo tenías que ser fiel a mí y a tu supuesto cariño, pues la fidelidad es algo que siempre me ha enmarcado como hombre. Te dejaste calentar el oído por Carter, una persona sin visión, sin sueños y sin esperanzas, que lo único que deseó fue adquirir riquezas a costa del trabajo de los demás. Podría enumerar todos los malos actos que has cometido a lo largo de estos años mientras me robaste y me mentiste en mi propia cara, y hacer como que nunca los has cometido, pero el que nunca en la vida te voy a perdonar, es que te hayas confabulado con Carter para acabar con la vida de mi esposa; el único amor de mi vida. Lo que has hecho sin compasión a una buena mujer, a mi hijo y a mis nietos ha sido mi límite. ¿Creíste que nunca me iba a enterar de que fue Carter quien le hizo esa falsa llamada a mi adorada esposa en el cumpleaños de mi hijo, y que fuiste tú quien la hizo estrellar esa misma noche? Entre el cielo y la tierra no hay nada oculto, y tarde me di cuenta de la verdadera cara que por mucho tiempo me escondías tras esa falsa sonrisa irritable y poco agradable. Ahora es que entiendo el gran interés de querer acercarte a mí y querer consolar mi dolor con tu presencia; hasta que lo lograste.

Por mi lado cruzaron varios hombres y mujeres cubiertos de pies a cabeza en un traje blanco, pero mi atención está fija en el dolor y en el odio con el que habla mi padre.

Si la ambición no hubiera sido más grande que el amor fraternal, mi madre estaría aun con nosotros.

Lo que mis ojos están a punto de apreciar no es suficiente para que mi madre tenga su tranquilidad desde dónde quiera que se encuentra. En un principio mi padre era mi objetivo, pero nunca me di cuenta que era un inocente como yo. Su único error fue no haberte estado ese en día en casa con nosotros.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora