Cercanía

2K 214 7
                                    

Axel

Ver la situación por la que ha atravesado Rachel no solo con su madre, sino también con su padre, me ha removido todos aquellos recuerdos de cuando perdí a mi madre. No le deseo lo mismo a otra persona, es por ello que he tratado de ayudarla en lo que más pueda, aunque no me deje hacerlo. Rachel es una mujer difícil y que trabaja para conseguir sus propias cosas, así que no tuve otra opción que hablar con Mara, la hermana de Rachel para que sus padres me recibieran en su casa y poder hablar con ellos. Al principio no estaban muy convencidos, según por las intenciones que tenía haciendo todo eso por ellos, pero al final resultaron aceptando. Entendieron, después de una charla tendida, que lo que menos pretendía era hacer algo que jugando limpio ya había conseguido.

Mentir no es lo mío, por eso me gusta decir lo que siento y pienso de frente. Los padres de Rachel saben que entre nosotros hay algo más que una simple relación de alumno y profesora, o de amigos, como lo ha decidido llamar ella. Ellos saben y yo les aseguré lo que por sus mentes pasaba. Al final me hice muy buenos amigos de ellos, además de que son una pareja de esposos que me tienen cautivado. Jamás había visto tanto amor de parte y parte en dos personas que han sufrido, llorado, perdido y amado estando juntos.

Me contaron la trágica perdida de su hijo mayor en un accidente automovilístico, y lo mal que sus hermanas habían quedado después de ello, en especial Rachel. La bailarina no me habría contado de nada, y seguramente no la hará, porque ella me quiere demostrar con una sonrisa transparentemente llena de dolor que no guarda ningún tipo de tristeza. Es que si no hubiera estado ahí el día del incidente con su madre, ella ocultaría todo su sufrimiento para ella. Y la comprendo a la perfección, pues sé que no soy absolutamente nadie para involucrarme en su vida, ni mucho menos en los problemas tan delicados de salud que tienen sus padres. Admiro mucho la fuerza de Rachel y Mara para sobrellevar la condición de sus padres como lo hacen. Esa mujer me sorprende y me deslumbra cada vez más. Es buena, alegre y ama por encima de todos a su familia.

Sus padres me dieron el permiso de traerla conmigo por este fin de semana, como si de una niña pequeña se tratase, pero eso solo es un secreto entre ellos y yo. Ella no tiene por qué enterarse de que pasará dos días enteros conmigo en esta casa, que partencia a mi madre y que me trae muy buenos recuerdos de ella.

Ella tiene sus tristes recuerdos al igual que también los tengo yo, pero su olor, su tranquila respiración y en sí su mera compañía me hace olvidar la única y gran marca que llevo en el corazón tras la muerte de mi madre; y es que es ella, con esa ración de sensualidad con la que me ha atrapado, me transporta a otro mundo.

Cierro los ojos y entierro mi rostro en su cuello, deleitándome de su exquisito olor mientras la sostengo fuertemente en mis brazos. El corazón no me deja de latir acelerado dentro del pecho, estoy sintiendo muchas cosas por Rachel.

—¿Qué tal si nadamos un poco? — propongo. 

—No traigo puesto bañador, Axel.

—¿Y que tiene de malo nadar...

—¡No voy a desnudarme! — grita, removiéndose de entre mis brazos —. Tu no pierdes oportunidad para poder atacar, ¿no?.

—Pues sí y no — la giro y sonrío —. Te iba a decir que siempre podríamos meternos en ropa interior. Me encanta esa mente tan sucia y retorcida que tienes.

—No vamos a tener sexo, Axel. Se supone que me has traído a liberarme de todo el estrés que he llevado por estos días.

—Es que no te dicho que tengamos sexo, bueno, no por ahora — muerde su labio inferior y acaricio el mismo, soltándolo de sus dientes —. Pero me la pones difícil con esas expresiones tan eróticas que pones, bailarina.

—Si quiero nadar — reí, removiendo un mechón de cabello de su rostro —. Y a lo que intentes algo, te recordaré el cariño que ofrecen mis rodillas, Monroe.

—No quiero dolores, no de ese tipo — sonríe, quitándose los zapatos al tiempo que desabrocha su corto pantalón.

—Me gusta que tengas las advertencias claras — termina de quitarse el resto de su ropa, y sonríe maliciosa quedando completamente desnuda frente a mí —, así que mantente a raya, ternurita.

—El diablo es malo, joder — murmuro, sacudiendo la cabeza, tratando de quitar esa imagen tan sensual de ella mientras se adentra al lago muy seductoramente —. De razón que mi madre me decía desde niño que Lucifer era de carne y hueso.

—¿Piensas quedarte ahí, ternurita? — ata su cabello en moño rebelde y sumerge su cuerpo en el agua —. Ven aquí.

—Demonios — quito mi ropa rápida y tontamente bajo a su atenta mirada —. Te gusta hacerme sufrir, ¿no?.

—Vinimos a relajarnos, ¿no? — la acompaño y nuestras miradas se cruzan —. No está para nada fría.

—Suele estar siempre fresca.

Me sumerjo en el agua y rozo sus piernas suavemente antes de salir de nuevo y estrellarme con su sonrisa, y sus bellos ojos brillando en la oscuridad.

—Quiero pedirte una disculpa. Discúlpame por no haberte dicho antes que sí.

—Que sí quieres ser mi amante — la tomo de la cadera y ríe —. ¿O qué?.

—No seas tonto, Monroe. Debí aceptarte todo esto sin necesidad de que fueras a mi casa.

—Ya te dije que me gustó hablar con tus padres, ellos son muy buenos, divertidos y te aman a ti y a tu hermana mucho. No fue fácil convencerlos — confieso.

—Son difíciles, por eso se me estuvo extraño su actitud. Aunque de mi madre me espero cualquier cosa — rodea con sus brazos mi nuca y nuestros labios quedan a escasos centímetros de rozarse —. Siempre han sido muy sobreprotectores, sobre todo...

Calla, cerrando los ojos y borrando la sonrisa de sus labios. Su agarre se vuele fuerte y su pecho empieza a subir pesado. ¿Habrá recordado a su hermano? No quiero exponer el secreto que me han confesado sus padres, pero es muy evidente que su muerte les afecta a todos por igual.

—¿Sobre todo qué? — susurro, acariciando su espalda suavemente por debajo del agua.

—No me prestes atención, no quiero dañar el momento.

—¿Qué te afecta? — niega, sonriendo y sacudiendo la cabeza —. Siempre nos podemos volver mas cercanos, Rachel. A pesar de todo somos amigos, ¿no? Entre amigos hay confianza.

—¿Me consideras tu amiga?.

—Sí, ¿Por qué no?.

—Hemos bajado varios escalones, ¿eh? — enarca una ceja, esbozando una sonrisa burlona —. ¿Tan fácil te rendiste, ternurita?.

—Mi madre no me enseñó a darme por vencido nunca, soy persistente, al igual que ella. Y tú eres lo que quiero, pero como no cedes a mis propuestas, pues....

Se me queda viendo fijamente a los ojos.

—¿Y tu madre dónde vive, Axel? Me gustaría conocer a tus padres para estar a mano — cambia de tema y siento el corazón resonar fuertemente en mis oídos —. Me has jugado sucio al echarme encima a mis propios padres. También soy buena convenciendo a las personas...

—Me temo que no podré presentártelos.

—¿Por qué? — frunce el ceño y suspiro —. ¿Temes a que me amen más a que a ti? Así sentirás lo que yo he sentido hoy — ríe.

—Mi madre está muerta y mi padre no existe para mí, Rachel — confieso, sin apartar mis ojos de los suyos.

Su risa se esfuma en una milésima de segundo, y sonrío para hacerle ver que todo está bien. No quiero preguntas, porque aun no sé sí esté listo para hablar de la ausencia de la mujer que he amado y amaré por el resto de mi vida; mi hermosa madre. 

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora