Preocupación

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AXEL

Al salir de la universidad, me dirijo directamente a la empresa. He estado poniéndome al día con todos los documentos, los socios y cada mínimo aspecto de ella, para cuando sea mi momento de estar al mando, no me sea tan impactante. Me gusta estar informado con antelación, no quiero parecer estar desentendido de todo lo que mi padre ha estado haciendo con la empresa de mi madre. La relación con mi padre va por buen camino, pero tan solo de ver la falsa mujer que tiene por esposa, todo se va al carajo. No la soporto ni un poco, además de que verla a punto de dar a luz me revuelve el estómago. Esa mujer nunca la podré aceptar como mi padre lo espera que lo haga.

Al llegar a la empresa, la nueva secretaria; Missy me recibe y me acompaña hasta la oficina de mi padre, mientras va contándome de la próxima reunión que se llevará a cabo la otra semana.

—Confirma mi asistencia en la reunión —anota en su tableta rápidamente.

—Sí, señor —abre la puerta de la oficina para mí—. Adelante.

—Gracias, Missy.

Entro y la escasa sonrisa que llevaba se desaparece al ver a esa mujer sentada en el sillón de la oficina. Mis ojos recaen a su abultado vientre, trayendo a mi mente la mujer que amo con toda las fuerzas que habitan en mí. Por Rachel y por mis hijos es que he tratado de tener una fiesta en paz con mi padre y su esposa.

Dentro de dos horas tenemos la ecografía que nos confirmará el sexo de los gemelos, por lo que quiero salir cuánto antes de este lugar.

—Hijo, toma asiento, por favor —deja los papeles sobre el escritorio y una sonrisa aparece en sus labios—. Tengo mucho que ponerte al tanto.

—Trata de resumir lo que más puedas, debo irme muy pronto —frunce el ceño—. Después le daré una ojeada más exhaustiva a los documentos.

—Comprendo. ¿Tienes algo que hacer? Quería invitarte a Rachel y a ti en la noche a una cena. Amor, ¿nos puedes dar privacidad? —la mirada de ternura que le dedica me saca de quicio, es ver la misma que le daba a mi madre.

—Por supuesto —se levanta del sillón y sonríe—. Tienen mucho que hablar, los dejaré solos. Te amo.

Mi padre le sonríe y no responde a nada. Pienso en Rachel para no dejarme gobernar por los sentimientos de odio que ya tengo enterrados en el corazón. Me dije a mí mismo que una venganza no vale la pena, pues no fui yo quien falló a mi madre.

—No perdamos tiempo —digo, tratando de sonar tranquilo.

—Sé que estás ocupado y ahora más con la llegada de mis nietos, pero me gustaría que pasáramos una noche juntos, hablar un poco y comentar sobre lo que ahora tenemos en común. Ariana está por tener el bebé, por lo que nos gustaría compartir la felicidad contigo; después de todo es tu hermano. Hijo, yo sé que me he equivocado durante muchos años, lo único que busco es un poco de tiempo contigo y si es posible tu perdón. No pienses que me interpondré en la decisión que tomó tu madre, si desde un principio los dos estuvimos de acuerdo en dejarte la empresa bajo estas condiciones —suspira—. Tarde comprendí que perdí mi vida entera por estar sumergido en estas cuatro paredes. Tú harás mejor trabajo del que hice yo. Ya estoy cansado y cada vez más viejo, y hasta la muerte ya la tengo pisándome los pasos...

—¿Adónde quieres llegar con todo lo que estás diciendo? Porque hablas de la muerte de esa manera —un sentimiento extraño se plasma en mi pecho—. Papá, el tiempo es imposible de recuperar, pero algo podemos hacer. No todo está perdido, ¿no? —sus ojos brillan mientras asiente repetidas veces con la cabeza—. Eres mi padre y entiendo a la perfección que necesites de una compañera, además de que así es el destino aunque no estemos de acuerdo con el. Te dije una vez que estaría presente en la vida de ese bebé, pues es mi hermano y, un niño que es inocente no tiene culpas, pero no me pidas tener una relación estrecha con esa mujer. Hay algo en ella que no permite aceptarla, y no me digas qué es, porque no lo sé.

—No importa, hijo. Yo no te estoy diciendo que la aceptes en tu corazón, ese lugar solo corresponde a tu madre —es inevitable no sentir tristeza al escucharlo hablar de mamá—. Tu me dirás cuándo planeamos la cena.

—Hablaré con Rachel para ponernos de acuerdo.

—Perfecto —sonríe ampliamente—. Te amo más que a nada en este mundo, hijo. Nunca lo olvides. Recuerda que todo lo que he hecho, lo he construido para ti.

Sus palabras me dejaron con un inmenso nudo en la garganta. Con la felicidad descrita en su rostro y en sus ojos, empezamos a trabajar en varios de los contratos que debo hacerme cargo según empiece mi gerencia. Verlo tan animado, en el fondo me causa una sensación agradable. No hemos tenido oportunidad de sentarnos a arreglar nuestras diferencias, supongo que es momento de hacerlo definitivamente, por lo que me pensaré muy bien lo de la cena. De esta manera ambos tendremos paz, y nos sentiremos tranquilos con mamá.

Al terminar con los documentos le envío un mensaje a Rachel diciéndole que voy a recogerla, pero su respuesta automática de que ya se encuentra en la clínica me saca una sonrisa. Ha estado muy ansiosa en conocer el sexo de los gemelos.

Antes de arrancar el auto, Ariana me da una sonrisa desde la entrada de la empresa, tomada del brazo de mi padre que ni me gusta para nada. Es una sonrisa que me causó un frío extraño por todo el cuerpo. No sé por qué no la tolero, es como si escondiera algo detrás de esa cara y de esa sonrisa de nobleza.

—Qué haces pensando en esas cosas, Axel —arranco el auto y me pierdo en el tráfico.

Veinte minutos después llego a la clínica, y para mí sorpresa Rachel no está en la sala esperando por mí y ni en ningún rincón de la misma. Si quedamos en vernos aquí, ¿dónde se ha metido?.

Decido llamarla, pero me manda directo a buzón. Pregunto a la doctora, ya que el tiempo de la hora de la cita se acerca cada vez más y Rachel aun no aparece. Al preguntar en recepción por ella, la señorita me informa que no la ha visto llegar, ni se ha registrado como usualmente debe hacerlo antes de pasar con la doctora. Lo que termina de preocuparme es saber que en casa de sus padres no está.

La preocupación me invade todos los sentidos y me alerta al punto de dejarme la mente en blanco, pero mantengo la calma para no preocupar a sus padres o a su hermana. Lo único que puedo hacer es llamar a Mikel y tratar de rastrear su número de teléfono. Entonces una duda y una espina crece en mí, si ella no fue la que me respondió el mensaje, ¿entonces quién demonios fue?.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora