Un baile más

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Rachel

Dos semanas después del accidente de Axel, y de que el doctor se asegurara de que podría pasar el resto de recuperación en casa, hoy por fin firmó su salida. Han sido dos semanas sumamente duras y llenas de muchas bajadas y tristezas, pero tengo la fe y la corazonada en que su actitud y su humor mejorará estando en casa y no un lugar tan deprimente como un hospital. Le he dado vueltas a lo que quiero decirle, porque en el fondo estoy temiendo a su rechazo, sin embargo, trataré de convencerlo a que estará mejor conmigo y no solo en su apartamento. Últimamente su temperamento ha sido fuerte, y comprendo que no es nada fácil aceptar el no poder caminar. A pesar de que su fuerza se ha desvanecido por completo, yo seguiré estando a su lado, cuidando y velando por cada uno de sus sueños. Nada podrá quitarme del corazón y de la cabeza el amor que siento hacia él. Quisiera poder ayudarlo de otra manera, y no solo quedarme viéndolo como se hunde en esa tristeza que lo tiene dominado. La impotencia es algo que me tiene decaída.

El doctor dijo que su movilidad volverá en cualquier momento, solo es cuestión de tiempo y que lleve sus terapias en el mismo instante en que le quiten el yeso de la pierna. Trato de animarlo, de hacerle entender que pronto podrá usar sus piernas de nuevo. Por lo menos ya no es tan esquivo y no trata de alejarme, aunque nuestra relación sí ha dado un giro muy drástico. Las palabras con las que alegraba mis días ya no existen para mí. Se las llevaron el viento de la nada. Duele que no me vea, pero más me duele ver lo mal que la está pasando y no tratar de sostenerse de mí; nunca lo dejaría caer. Independientemente de mis sentimientos por él, jamás lo dejaré caer al suelo.

El Sr. Carter y el Sr. Monroe han venido a verlo varias veces, pero Axel se ha negado a si quiera dejarlos entrar. Su mirada se vuelve oscura y su mal humor explota con mucha fuerza cada vez que intentan hablar o saber cómo está. Me gustaría preguntarle muchas cosas que me tienen con la viva curiosidad, pero al ver lo afectado que se encuentra, mejor me trago mis preguntas hasta lo más profundo de mi estómago. Esperaré el tiempo que sea necesario para que se abra a mí. Daría todo por ver el Axel que conocí a no a uno tan vacío y triste.

-¿Crees que acepte venirse contigo? -me encojo de hombros-. Ya sabes el humor de perro que ha tenido estas últimas semanas. Tal vez quiere estar solo.

-Lo intentaré, si se niega, pues... solo me queda aceptar su decisión -Mara me sonríe-. Lo que Axel necesita es sentirse amado y valorado. Con nosotros sé que estará bien. Quedarse solo lo hundirá más en esa depresión.

Suspira.

-Tienes razón -termino de peinar mi cabello y me doy un vistazo rápido en el espejo; el no dormir y las preocupaciones se me están notando mucho en el rostro-. ¿Han hablado de su relación?.

-No -me aplico un poco de base debajo de los ojos y luego me echo un poco de brillo rosa en los labios, quiero verme bonita para él-. Ni siquiera nos hemos dado un beso en estas semanas. Cada día lo siento más lejos de mí, y duele. Duele que se aleje y no me permita sentir su calor. Me tenía tan acostumbrada a todo de él...

Por más que luche en llorar, las lágrimas brotan de mis ojos sin poder detenerse. Ya parecen a una cascada interminable.

-Yo solo quiero que me abrace, me bese y me susurre al oído que no ha dejado de querer una oportunidad conmigo; que su interés y cariño sigue intacto. Parezco tonta llorando por algo que apenas había comenzado, pero es inevitable no sentirme derrotada con todo lo que está pasando. Me enamoré y ahora me está matando ese mismo amor.

Mara me abraza rápidamente, acariciando mis brazos mientras su cabeza descansa en mi espalda. No tengo fuerzas para seguir. Si llega el momento en el que Axel me diga basta, yo le dejaré el camino libre. Lo único que quiero es verlo feliz, y si su felicidad no está a mi lado, lo aceptaré.

-No eres tonta, hermanita. Lo amas tanto, que su sufrimiento es tuyo también. Dale un poco más de tiempo. Estoy segura que él no ha dejado de quererte -me gira hacia ella y limpia mis lágrimas-. Esta no es la Rachel que yo conozco. Mi hermana mayor, la que me ha enseñado que en cada abismo se puede aferrar de las uñas del borde para no caer, la misma que no se aflige y así esté destrozada por dentro, por fuera siempre muestra una fuerza que no tiene límites, esta Rachel llorona y derrotada no es mi hermana. La verdadera Rachel ya estaría planeando cómo hacer para hacer feliz a su ternurita -sonríe malicioso-. Vete por mi cuñado, porque mamá, papá y yo morimos por consentirlo y darle vida.

Suelto una risa aun con lágrimas bajando por mis ojos. Mara tiene toda la razón, nunca he sido una mujer de rendirme ante nada. Si mi familia siguió en pie, fue por la fortaleza que les he brindado día a día. Termino por arreglarme y después de un beso de mamá y papá, salgo rápidamente de la casa hacia el hospital. Debo dejar el miedo atrás o seguiré hundiendo a Axel en la depresión y en la tristeza. Ya no más miedos, ternurita. El destino nos ha unido por alguna razón.

Suelto un suspiro y sonrío ampliamente al abrir la puerta de la habitación de Axel, encontrándome con cuatro chicos muy bien arreglados, guapos y con un aura de irritabilidad en el aire, a la cual hago caso omiso y entro con toda la actitud del mundo. Atravieso la habitación hasta detenerme frente a Axel, quien me contempla de pies a cabeza y sostiene mi mirada en sus lindos ojos claros. El corazón me quiere salir de la boca y más bajo la mirada intensa, indescifrable e inquietante de Axel. Me arrodillo a sus pies y sonrío ladeado, apoyando mis temblorosas manos en sus muslos.

-¿Estás listo para irnos a casa? -traga saliva, alternando la mirada en los chicos que están a su lado y luego en mí-. Tenemos un par de semanas para estar juntos en las vacaciones de verano, ternurita. ¿Te gustaría vivir por unos días conmigo? Prometo que no la pasarás nada mal -ladea la cabeza viendo mi cuerpo.

-Levántate de ahí, bailarina-gruñe, pero mi corazón se acelera aún más con el sobrenombre de cariño que tanto me hace estremecer-. ¿Te harás cargo de mí? O solo es añadidura para hacerme sentir especial -ataca.

-Piensa lo que tú quieras de mis palabras, es asunto tuyo no mío -me abro paso entre sus piernas, teniendo mucho cuidado con la que tiene el yeso-. Un baile más, ¿a poco ya lo has olvidado? -sonrío malicioso, deslizando las manos hacia arriba-. ¿Te lo perderás? Teniendo el privilegio de verme y tenerme todos los días en la misma habitación y en la misma cama.

Devuelvo el ataque con una guiño de ojo triunfante. Las risitas traviesas de los chicos, son el fondo musical que complementa nuestras miradas. En sus ojos se enciende esa chispa con la que solo él ha sabido mirarme y desnudarme el alma por completo. En sus labios se extiende esa sonrisa retorcida y atractiva, antes de tirarme de la muñeca y subirme con suavidad hasta que nuestros labios se funden en una caricia interminable y amorosa. Siento como su corazón empieza a unirse nuevamente con nuestro íntimo beso, y el hecho de que retumbe en mis oídos sus suspiros, la felicidad se expande rápidamente por mi pecho.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora