Confianza

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Seguido de sus palabras, suelta una risa que me hace estremecer el alma. No sé si esté burlándose de mí o no.

Me quedo en silencio, solo viendo como el Sr. Carter se pierde en sus pensamientos por unos momentos. Sus anteriores palabras aun siguen reproduciendose en mi cabeza sin parar. ¿Cómo es eso que me quiere a mí? ¿Qué es eso que quiere de mi persona exactamente? No sé, algo en este hombre no me genera ni una pizca de confianza. Y es que esa faceta de hombre educado, inteligente, amable y bueno no me pasa ni un poco.

—Toma asiento, no es necesario que bailes para mí. Para ser sincero, pagué para poder hablar contigo -tomo asiento frente a él—. ¿Cómo está? Solo quiero saber cómo está mi sobrino. No entiendo por qué no quiere verme, si antes éramos muy unidos.

Me confunde mucho sus palabras, pero igual estaré muy atenta a sus acciones.

—No te tomes mis palabras tan en enserio, Srta. Blum. Solo era una pequeña broma. Disculpa si te incomodó mi sentido del humor.

Sigue sin gustarme la mirada que me da.

—Una broma de muy mal gusto. Soy la pareja de su sobrino, simplemente no puede decir ese tipo de comentarios. En cuanto a lo otro; Axel está muy bien —zanjo.

—No haré más comentarios, lo prometo —da un breve trago a su vaso—. Srta. Blum, he visto muchos cambios en Axel ahora que se ha enamorado de ti. ¿Sabes? Él era tan ajeno al mundo, que verlo tan feliz y abierto a los demás me da mucha alegría. Desde que mi hermana falleció todo ha sido muy difícil de llevar, especialmente para él. Desde ese entonces lo he cuidado como si fuera mi propio hijo, pero ya ha visto que no es un chico fácil de manejar. Ahora bien, los años lo han convertido en un hombre que no siente empatía hacia los demás, frío y solitario. A Axel no le importa nada más que a sí mismo.

—Sr. Carter —corto sus palabras—. ¿Usted quiere saber cómo está su sobrino, o solo vino para juzgarlo?.

Una sonrisa discreta y nostálgica aparece en sus labios. Estoy harta de tener que escuchar sus palabras. Axel ante mis ojos es un hombre bueno en busca de amor y protección.

—No lo estoy juzgando, jamás lo haría. Estaba recordando el niño bueno, inteligente y muy alegre que era antes. Quería decir que el tiempo y las circunstancias nos convierten en quienes no esperábamos, y Axel no fue la excepción.

—¿Algo más que decirme? —se mantiene en silencio por largos segundos que parecen eternos-. Si Axel no quiere verlo, sus motivos tendrá. Y para ser totalmente honesta, Sr. Carter, es mejor que lo deje tranquilo. Él, afortunadamente, se encuentra bien con nosotros.

—No me pida que me aleje de lo único que me queda de mi hermana.

—Debería buscar la manera de hacer las cosas bien y no así como lo está haciendo. Si de verdad quiere estar cerca, comience por dejar de juzgar sus pasos. Trate de encontrar la forma de ganarse su confianza.

—Lo tendré muy en cuenta. Puedes irte. Ya dije que mi intención no es verte bailar —sonríe—. Pasa una linda noche, Srta. Blum... por cierto, no acepto la renuncia. Piensa las cosas bien antes de entrar de las vacaciones. Necesitas el trabajo.

—Buenas noches —salgo ligero del reservado con el corazón a mil.

Voy directo al camerino, tomo mis cosas y salgo de la barra antes de encontrarme con Roxana. No sé cómo liberarme de este lugar, muy en el fondo no quiero seguir, pero las deudas y todo lo demás no se pagará por sí solo. Llego a casa y me sorprendo al ver a Axel sentado en una banca. Es muy tarde en la noche como para que esté por fuera.

—¿Qué haces ahí? —digo, cerrando la puerta del auto—. ¿Por qué no estás en la cama?.

—Estaba esperándote —llego a su lado e inmediatamente me envuelve entre sus brazos—. Te extrañaba, además de que me sentía ahogar con tan solo imaginar que bailabas para otros.

Acaricio su cabello y suspiro. Nada de secretos, Rachel. Somos una pareja y por lo mismo no debemos ocultar nada.

—Axel, tu tío Carter fue a verme —tensa sus brazos al rededor de mi cintura—. Además, Roxana me amenazó.

—¿Cómo es eso? —me sienta en su pierna sana y me mira directamente a los ojos—. Cuéntame lo que pasó con tu jefa y luego veremos qué hacer con Carter.

Después de un largo suspiro, le cuento todo lo que me dijo Roxana y todas las palabras que también crucé con el Sr. Carter. No omití absolutamente nada, pues para nuestra relación la confianza es muy importante. Así como él ha sido honesto conmigo, así mismo debo de serlo yo. Con tan solo mirar sus ojos claros llenos de furia, un miedo indescriptible se instaló dentro de mi pecho.

—No vas a volver a ese lugar, y no me vengas con que tienes que pagar tus cosas y no sé qué más. Rachel, te lo he dicho muchas veces, yo no tengo problemas con darte lo que me pidas. Todo lo que tengo ahora es tuyo también. En cuanto a Carter, una visita no le vendría nada mal.

—Axel, no te metas en problemas innecesarios. Ya le dejé en claro que no se acercara más a ti si no era con una buena intención...

—¿Sabes qué es lo que pasa, mi amor? —acaricia mis labios con la yema de sus dedos—. Que ese infeliz quiere lo que es mío; a ti. No pienso dejar que te aparte de mi lado. Eres el amor de mi vida y mataría, si fuera el caso por ti.

Me congelo al escuchar sus palabras. La furia está escrita en todo su rostro. No puedo negar que verlo tan dispuesto y tan sobreprotector me termina de enamorar. Las ganas de llorar me entran momentáneamente, pensando en que tal vez se haga pensamientos erróneos conmigo. No soy una mujer en busca de cazar fortuna.

—No me quiero aprovechar de ti. Siempre he trabajado, desde muy temprana edad. No quiero que pienses que te amo solo por tu dinero.

—Jamás he pensado eso de ti. Puedes buscarte otro trabajo, mi reina. La verdad no soporto tener que ver cómo otros ven lo que es mío —acaricia mis piernas y se fija en mi atuendo—. Esa mujer lo único que busca es ganarse la vida a costa de la belleza e ingenuidad de otras. Te lo digo porque eres todo en mi vida; Roxana las ofrece sexualmente, sobre todo a ti. ¿Por qué crees que van tantos hombres a ese lugar?.

—¿Qué? ¿Cómo es que sabes eso y por qué no me lo habías dicho antes? -quedo sorprendida.

—Por debajo de la mesa las ofrece, mi reina. Me tranquiliza que tú no hagas ese tipo de bailes privados en casas u otros lugares fuera de la barra. No quiero saber cómo es que logran hacer para que las chicas tengan sexo con los clientes, porque a la buena dudo mucho que sea. ¿Por qué crees que te insisto tanto en que renuncies a ese lugar? No me perdonaría si te pasara algo por esa mujer -me abraza, hundiendo el rostro en el hueco de mi cuello-. Te amo tanto, bailarina.

Miles de cosas, buenas y malas pasan por mi cabeza. ¿Cómo es posible que haga tal cosa? Se supone que ella era quien nos cuidaba. Entonces las malditas reglas nunca existieron, ¿o es que de verdad he estado muy ciega todo este tiempo que he trabajado allí?. ¿Por qué en tantos años trabajando para ella nunca me di cuenta de nada? Y lo que más me termina de hundir es el cómo saldré de ese lugar. Roxana fue muy clara, y no creo que me deje ir tan de buenas a primeras.

—No te preocupes por nada, yo lo arreglaré todo —es como si me hubiera leído la mente. Levanta la cabeza y planta un beso en mis labios—. El dinero es la mayor perdición de las personas que están llenas de avaricia, y Roxana es una de ellas. Con unos cuántos cientos de dólares te dejará tranquila. Deja todo en mis manos, bailarina. Vamos, muero de hambre.

Seduciéndote[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora