CAPÍTULO 41

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Pero el entrenamiento no fue como Sunghoon esperaba. Nada parecía salir como él quería y eso le estaba quitando las ganas de seguir entrenando.

Sunghoon lo sabía, sabía que lo que amaba también le traería problemas.

En su tiempo de descanso salió de la pista. Ya no podía seguir. Se colocó su protector de cuchillas y salió. Camino hasta la parte de atrás del gimnasio.

Sentía furia y rabia. Era en estos momentos donde Sunghoon se sentía inútil y que no podía hacer nada bien. Camino hacia el lavamanos y se miró, intentando aguantar sus ganas de llorar.

Quizás su padre tenía razón. Quizás debía dejar el deporte y concentrarse en otras cosas. Quizás él no podía.

Se odiaba, odiaba no poder ser lo que él quería ser. Detestaba no poder cumplir con las expectativas de los otros. Sus manos temblaban, al igual que sus piernas.

No sabía cuánto tiempo había pasado, tampoco le importaba.

— ¿Sunghoon? —Nayoung entró. Lo último que le faltaba—. Llevas aquí mucho tiempo ¿estás bien?

No, no estaba bien. Nada estaba bien. Escuchó los pasos de ella acercándose. No quería que lo viera así. Nadie podía ver a Park Sunghoon vulnerable, no podía estar mal.

—Sunghoon ¿qué pasa? —Nayoung puso la mano en la espalda y Sunghoon se volteó.

—No puedo, no puedo, nada me sale bien. Quizás mi papá tiene razón, quizás yo no sirvo para esto. Quizás... —Su voz se quebró. Supo que iba a llorar, pero no quería hacerlo. No iba a hacerlo.

—Hoon. ¿Es por los saltos? —Él asintió—. No eres mal patinador Sunghoon. Eres increíble.

—Pero no lo suficiente.

—Lo eres, eres lo suficiente Sunghoon, deja de exigirte tanto que solo vas a salir lastimándome.

—La competencia, tengo que quedar entre los tres primeros para poder quedarme aquí ¿acaso no lo entiendes Nayoung? No hay una segunda oportunidad y si no lo hago perfecto me van a sacar. ¡Tengo mi vida aquí y todo se está yendo por la borda, no es tan duro de entender! —Los ojos de la chica se abrieron de par en par. Sunghoon nunca le había hablado de esa manera, y tampoco esperaba que lo hiciera—. ¡Déjame en paz! ¡No sabes ni una mierda de mi vida! ¡Deja de creer que puedes hacer que todo el mundo esté bien! Eres molesta.

— ¡Está bien! —Nayoung le devolvió en el mismo tono de voz—. ¿Quieres paz? ¡Ten tu paz! ¡Me voy!

Fue lo último que dijo antes de salir por donde había entrado. Estaba molesta, Sunghoon no era nadie para hablarle así y ella no iba a permitir eso. Ella solo quería ayudar.

Sunghoon por su lado se dio cuenta de lo que acababa de hacer. El lugar cayó en silencio bastante rápido, los gritos de su entrenador también dejaron de escucharse.

Sunghoon se permitió llorar. Libró toda la rabia que tenía dentro. Él era un desastre. Su estómago se revolvió y se apoyó en la pared para deslizarse en ella. Tomó sus patines y los tiró lejos, ese fue el único sonido además de su llanto que se escuchó.

— ¿Qué está pasando aquí Park Sunghoon?

— ¿Qué está pasando aquí Park Sunghoon?

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