CAPÍTULO 46

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Sunghoon escuchó la música y su corazón se detuvo. Estaba demasiado nervioso, eso no iba a negarlo. Su padre estaba ahí, desde el momento en el que vio la expresión seria del mayor sintió sus ojos picar. Se sentía como un niño, solo quería ser calmado por su madre.

Pero ahí estaba él, en medio de muchas personas compitiendo en lo que más amaba. La delicadeza en cada uno de sus movimientos era preciosa. Se deslizaba con gran facilidad.

El hielo siempre fue, y siempre será su mejor amigo.

No negaría el hecho de que sentía que en cualquier momento le daría un infarto de lo nervioso que se sentía. Pero así era, esa era la realidad y no podía sentarse a tranquilizarse.

El momento por el que estaba más nervioso eran los saltos. Imagino segundos antes lo que tendría que hacer, cómo tendría que hacerlos. Lo hizo, no lo pensó mucho. Sunghoon escuchó los aplausos de todos cuando cayó ¿lo había hecho bien? Quizás no fue el salto más sólido del mundo, pero en ningún momento tocó el piso, y eso era bueno.

. . .

—Permiso, permiso. Lo siento. —Nayoung hacía paso en la gradería para llegar donde sus amigos. Había personas de todas las edades en el lugar.

Vio la mano de Sunoo y Heeseung levantarse y se guió de ellas para llegar.

— ¿Salió bien? —Jake le preguntó mientras ella regresaba a su lugar. Jungwon la miró también, Nayoung asintió.

. . .

Ya casi acabas. Sunghoon se dijo a sí mismo. Sus nervios habían bajado desde que terminó con todos los saltos de su programa, y la mayoría de los giros.

Durante unos momentos, no le importó si había patinadores mejores que él, si había alguien que había hecho un mejor trabajo que él. Sunghoon disfrutó su momento y sintió la música y el tema mientras bailaba en el hielo.

Era el último giro. Sunghoon por fin descanso cuando llegó a su posición final. Sus manos y sus pies temblaban.

Calma, por fin había clama. Todos comenzaron a aplaudir y gritar. Ahí él la vio, Bae Nayoung, saludándolo y gritando por él. Luego miró a sus amigos, que hacían lo mismo. Al igual que su madre y hermana.

Su padre, por el otro lado, tenía una cara seria. Solo aplaudía y regresó su mirada al teléfono.

Wow... Sunghoon pensó.

Luego patino suavemente hacia su entrenador. Palmeó su espalda y le sonrió.

—Lo hiciste bien muchacho.

Este libro pronto llegará a su fin

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