CAPÍTULO 21

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La práctica de Sunghoon continuaba. Nayoung estaba bastante impresionada al ver todo lo que el chico podía hacer. Claro que había escuchado de Park Sunghoon ¿quien no lo había hecho? El prodigio del hielo, el chico perfecto. Y de hecho, patinaba de una manera tan hermosa y casi a la perfección a los ojos de Nayoung, pero el rostro de decepción en la cara de Sunghoon parecía decir lo contrario.

— ¿Le pasa algo? —Nayoung le preguntó a Heeseung, quien levantó la mirada de su teléfono. La boca del chico formó una línea recta.

—Quizás no sea mi lugar para decirte, pero Sunghoon suele ponerse mucha presión, su entrenador no lo ayuda mucho. —Heeseung dijo mirando a la pista, donde Sunghoon solo daba vueltas mirando al hielo mientras repasaba la coreografía con sus manos—. Es bastante perfeccionista cuando se trata del patinaje.

—Aún así le gusta ¿cierto? —La chica preguntó con un pequeño tono de esperanza.

— ¿Qué cosa?

—Patinar... —comenzó a hablar. Heeseung asintió con una leve sonrisa—. Después de haberlo practicado por años y ser bueno, por lo menos debe gustarle ¿cierto?

—Sunghoon ama el patinaje con su vida. —El mayor habló—, solo que, como te dije antes, se presiona demasiado. Deberías hablar con él, no solo por el trabajo de su huevo.

Heeseung señaló al huevo que estaba en el regazo de Nayoung con una manta tejida.

—Ustedes dos parecen tener cosas en común. Hablen. —Heeseung levantó sus hombros y sonrió inocente—. Sé que Sunghoon puede parecer un cretino, pero no lo es. Es un buen chico. Dale una oportunidad, te juro que vale la pena.

—Desde que nos conocimos no ha hecho más que burlarse de mí y actuar como si él fuera el centro del mundo... —Nayoung dijo en voz baja, pero fue lo suficientemente audible para el oído de Heeseung.

—Es su mecanismo de defensa Nayoung. Todos lo tenemos, y el de ustedes dos se parecen mucho. —El mayor añadió a la conversación.

Nayoung se quedó pensando. Lee Heeseung estaba definitivamente loco, sus palabras tenían sentido, pero ella no podía verlas como una realidad. Claro que intento hablar con normalidad a Sunghoon, pero el chico solo respondía de la misma manera siempre, a ese punto, Nayoung ya se estaba cansando.

Mecanismo de defensa ¿que eran ellos? ¿Animales? Pf obvio. Ese comentario entre más lo pensaba, más ridículo le parecía. Se burlaría de Heeseung si fueran cercanos, pero no lo eran, Bae Nayoung y Lee Heesung solo eran desconocidos que tenían a Park Sunghoon entre común.

— ¿Mecanismo de defensa? —Nayoung preguntó—. ¿Ahora que somos? ¿Animales?

—Biológicamente si somos animales. —Heeseung sonrió—. Pero no lo digo de esa manera. Su mecanismo de defensa es actuar como si nadie ni nada les importara sobre alguien nuevo. No te conozco, pero sé que no eres la engreída que Sunghoon dice que eres.

— ¿Que Sunghoon dijo qué? —Nayoung preguntó ofendida. No podía creer que Park Sunghoon la había llamado engreída a ella—. Vaya que es bueno en insultar a la gente.

—No lo digo de ese modo. —El mayor habló—. La primera vez que escuché de ti, Sunghoon juró odiarte. ¿Y sabes? No creo que lo haga, quizás sólo tuvo miedo de lo parecido que eran ustedes dos. Ya sabes, aquí es donde entra el mecanismo de defensa.

—Hablo en serio.

—Yo también —Sus miradas chocaron y Nayoung rodó los ojos—. El no te odia, la palabra odio es muy fuerte si la tomamos en serio. ¿Tu lo odias?

¿Que si ella lo odiaba? Quizás. Sunghoon nunca le había dado una buena vibra, en ningún sentido. Nayoung estaba incluso a punto de culpar su signo del zodiaco, pero tenía conocimiento nulo de cómo se comportaba cada signo, y tampoco le importaba. Nayoung nunca miró la palabra 'odio' para referirse a Sunghoon y de hecho, creía que odio no era la descripción de su indiferente relación con el chico.

— ¿No?

— ¿Eso fue una pregunta o una afirmación? —Heeseung levantó una ceja. Se estaba comportando como la mamá de Nayoung.

—No lo odio... —balbuceó—. No puedo odiar a alguien que apenas conozco.

— ¿Entonces por qué Sunghoon te odiaría? —Heeseung finaliza la conversación con una sonrisa victoriosa—. Además, una persona que te odia no se ofrece a prestar su chaqueta y tampoco te compra un café.

Heeseung señaló la chaqueta de Sunghoon que cubría sus piernas y el café caliente en sus manos.

— ¿Qué tiene que ver? —Nayoung preguntó—. Quizás solo estaba siendo cortez.

—Si Sunghoon sintiera odio por tí, no te prestaría su chaqueta, y menos te compraría un café. No me compra nada hace años ese desgraciado. —Heeseung rió—. Dale una oportunidad.

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