Nueve

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-Hija muestrale al joven Jack su habitación.-Me ordenó mi padre y yo rodé los ojos.

-¿Por qué no lo hace Jeremy?.-Jeremy es nuestro mayordomo, por así decirlo.

-Tiene descanso, vuelve mañana.-Me informó, mi padre me estaba dando la espalda y Jack me miraba atentamente.

-Esta bien.-Me di la media vuelta para llevar a Jack a lo que sería su nueva habitación.

-Acacia,.-Llamó de nuevo mi padre.-en la cena te daré la gran noticia, cenaremos con algunos invitados.-De nuevo rodé los ojos, odiaba a las visitas.

-Aquí.-Señalé a Jack la puerta de la habitación.

-Gracias Acacia, o ¿señorita Bleer?.-Preguntó con una sonrisa en su rostro.

-Señorita Bleer.-Contesté, y él levantó la ceja izquierda.

-Entonces desde ahora soy el joven Jack, para usted.-Tendió su mano 'presentándose'.

-No somos iguales, yo te llamo; como yo quiero.-Miré su mano extendida y lo miré indiferente, salí de su habitación dejándolo con la mano en el aire y el rostro confundido. Jamás trataba a algunos de nuestro empleados indiferente, mi madre y padre jamás me inculcaron eso, pero con Jack. A Jack le tenía una especie de odio y sólo por hacerlo enojar lo trataría así.

-Hija, ¿estás lista?.-Mi padre tocó la puerta despacio y asentí para mi misma.

-Si, ya bajo.-Contesté y me coloqué un poco más de labial. Mi padre tenía amigos con hijos muy apuestos; lo más seguro era que Jack estuviera presente en la cena y lo haría rabiar de celos.

Bajé con cuidado las escaleras, y al llegar al último escalón Jack iba a comenzar a subir.

-Señorita Bleer, se ve realmente linda.-Comentó, sonreí por cortesía.

-Gracias joven.-Él se hizo a un lado para que yo terminara de bajar y después él subió.

Caminé con cara de pocos amigos hasta el comedor, sólo había cinco platos en la mesa y me sorprendí; casi siempre cuando teníamos visitas eran unas veinte personas. Me senté en lo que era mi lugar, claro antes de irme. A la derecha de mi padre.

-Yo voy ahí.-La voz de Jack hizo que dejará de jugar con el cubierto y lo mirara. Se veía realmente guapo y decente, lo que puede hacer un smokin.

-¿Quién lo dice?, ¿Tú?.-Pregunté indiferente.

-Tú padre, ¿ó acaso no has escuchado?. Ahora soy su mano derecha.-Se acercó y corrió la silla siguiente a donde yo estaba, me miró y a regañadientes me levanté de la silla y caminé a la opuesta de él.

-¿Sabes quiénes son las visitas?.-Le pregunté.

-No tengo ni la menor idea.-Respondió sin mirarme. Ambos guardamos silencio y sólo se escuchaban las teclas del teléfono de Jack. A los minutos mi padre entró acompañado de una señora y lo que parecía ser la hija de ésta, me coloqué derecha y Jack se levantó de la silla.

-¿Disculpa? Ese es mi lugar.-Me dijo la señora indiferente.

-Padre.-Ésta doña no me iba a quitar mi lugar.

-Acacia, es el lugar de Marie.-Lo miré ofendida, miré a Jack y pude observar que coqueteaba con la chica.

-Me retiro.-Salí del comedor enojada y dando fuentes pisadas.

-¡Acacia!.-Gritó mi padre del pasillo.

-¿¡Qué!?.-Grité muy enojada.-¿Acaso quieres que me humilles más? ¿Papá, quien demonios es esa señora?.-Estaba exasperada.-Y Jack, ¿por qué has traído a Jack?.

-Papá.-La chica salió asustada del corredor y..¿lo llamó Papá?.

-¿Quién demonios eres?.-Le pregunté.

-Es Madison Beer, tu hermanastra.-Mi padre contestó frío.

-¡Pudrete!.-Le grité y corrí hasta mi habitación, me encerré en ella y comencé a llorar. ¿Por qué mamá se había ido?. La necesitaba, la necesitaba conmigo ya.

Quité mis zapatillas, me había alistado para nada, comencé a quitar mi maquillaje y deshacer la coleta que me había hecho.

Tocaron a mi puerta un poco antes de las once, sólo levante la mirada y observé la puerta. Volvieron a tocar.

-¿Qué quieres?.-Obviamente era mi padre y yo estaba muy mal como para hablar con él.

-Hablar.-Me equivoqué; era Madison.

-¿Tú? ¿Para qué?.-Abrí la puerta.

-Quiero que sepas que ahora yo soy la niña de papi, no hagas más escándalos, se buena hermana.-Sonrió falsa.

-No te creas algo que jamás llegarás a ser.-Le sonreí falsamente también.

-Y el chico; Jack, olvidate de él, ahora será para mi.-Se señaló. Estúpida.

-¿Cuántos años tienes, 14?.-Pregunté indiferente.

-16, pero con madurez de 18, cosa que a ti te falta.-Tenía unas inmensas ganas de golpearla.

-Largate estúpida.-Cerré la puerta de golpe y decidí volver a mi cama.

Comencé a maldecir todo, pateé algunas cosas que estaban por ahí y en mi ventana se escuchó un leve golpe. Caminé hasta a ella y me fije por un pequeño espacio; Jack.

-¡Baja!.-Gritó no muy fuerte haciendo señas.

-Estamos en la misma casa, no seas ridículo.-Le dije enojada.

-Por favor.-Pidió juntando sus manos.

-No.-Contesté y negé con la cabeza.

-Subiré.-Indicó y me imagino que entró a la casa. Tocaron mi puerta unos minutos después y lo dejé pasar.

-¿Qué quieres?. No estoy de humor.-Le dije para que no comenzará con sus babosadas.

-Lo siento por tu nueva familia y quiero que sepas que estoy para ti, siempre.-Sin más dejó mi habitación.


El chico del 206 | Jack GilinskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora