Treinta y uno

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Había despertado en el departamento de Jack y Madison. No quería ir a casa y éste era el único lugar donde podía quedarme. Cameron y Mia estaban fuera de la ciudad, y adivinen, salían juntos. Shawn se había ofrecido hospedaje en su casa, pero me negué, sería incómodo.

Shawn estuvo toda la tarde conmigo, cosa que agradecí, pues él no dejó que me viniera abajo en ningún momento. La ida de Jack me comería viva.

Había llamadas y mensajes de Marie y Madison, ¿mi teléfono había sonado?.
Cuando llegué al departamento tenía le esperanza de que Jack llegara, pero no. Jamás llegó.

Me levanté de la cama y cheque los mensajes, todos y cada uno eran de Madison y me tachaba de zorra, pues según ella yo me había ido con Jack.

Tenía que tomar una relajante ducha, fui al closet y había ropa de Madison y Jack, Jack no se había llevado su ropa. Tomé una toalla y entré al baño, dejé que el agua llenara la tina de baño y cuando estuvo al borde me desnude y me introduje en ella.

Traté de llamar a Jack, me mandaba a buzón directo, también llamé a Marie y ella no respondió. No le respondería a Madison, ni loca. Y no volvería a casa, no hasta dentro de tres días cuando mi padre llegara.

Estuve fácil una hora en la tina, hasta que mi piel comenzó a hacerse de ‘viejito’, me envolví en una toalla y salí a la habitación. Me coloqué la ropa interior que traía y sólo me puse una camisola que encontré de Jack, me quede descalza y cepille mi cabello.

Caminé a la cocina, y tomé un poco de jugo, que era lo único que había. Revisé todos los estantes, no tenía ni dinero para comprar algo de comida. No había nada.

Fui a la sala, y me senté en el sillón frente a la televisión, en la mesa de centro estaba la cajetilla de cigarros de Jack, la tomé y saqué uno. Encendí el cigarro y salí al mini balcón, valiendo madres que no traía shorts y me senté en el frío suelo del balcón fumando el cigarro.

Jack tenía razón, el cigarro te relaja y te deja una gran sensación de alivio. Al terminar mi cigarrillo, fui por otro y estaba a punto de encenderlo caundo mi teléfono sonó.

-Hola.-Respondí con el cigarro en la boca.

-¿Hija? ¿Dónde estás? ¿Estás bien?.-La voz de Marie sonaba realmente preocupada, y rodé los ojos.

-Si, estoy muy bien.-Le dije dándole una calada a mi cigarrillo.

-Me alegró, ¿en dónde estás?.-Dudé un poco en decirle, pero no quería me que atormentarán.

-En casa de Mia, estoy bien.-Mentí, y al parecer ella me creyó.

-¿Volverás?.-Preguntó algo preocupada.

-Si, cuando vuelva papá.-Respondí dándole otra calada al cigarro.

-Acacia cuidate mucho, no hagas tonterías.-¿Quién me creía? No haría ninguna tontería.

-Claro, nos vemos.-Sin dejar que ella se despidiera colgué la llamada, y justo en ese momento el nombre de Shawn apareció en mi pantalla.

-¿Cómo has amanecido?.-Preguntó con su típico tono feliz.

-Mal, ¿serías tan buen amigo de traerme una cerveza?.-No le tenía tanta confianza a Shawn, pero no importaba.

-¿Acaso estas loca?.-Preguntó exasperado.

-Me voy a volver loca, Shawn.-Le dije cerrando los ojos y con una mueca en mi rostro.

-Dame la dirección del departamento.-Me pidió, sonreí.

Le mandé por mensaje la dirección del departamento, él no respondió pero estoy segura de que si lo recibió. Caminé observando todo el departamento, era muy lindo. Creo que me vendría a vivir para acá.

Shawn tardó un siglo en llegar, pero por lo menos llegó con dos botellas de cerveza.

-Eres un sol.-Le dije y lo saludé con un beso en la mejilla.

-Gracias, aunque no estoy de acuerdo.-Me dijo negando y cerró la puerta.

-Es para desestres.-Le dije, él rodó los ojos.

-Es una tontería que estés así por un chico.-Sonaba algo molesto.

-No es cualquier chico, es Jack.-Shawn me pasó una de las botellas destapada y la bebí, sintiendo el líquido quemando mi garganta.-El chico que más amo.

-Y que perdiste por tonta.-Aunque las palabras de Shawn me había dolido, tenía la razón.

-Ya sé.-Él se dio cuenta y me abrazó, mi cabeza quedaba justo en su pecho y mis lágrimas comenzaron a salir.-Lo necesito, Shawn.

-Te ayudaré a buscarlo, si me dejas.-Eleve mi mirada, claro que lo dejaría.

-Por supuesto.-Una sonrisa se dibujó en mi cara.

El chico del 206 | Jack GilinskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora