Diez

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-Tu comportamiento es inexplicable.-Argumento.

-¿Inexplicable? ¿Desde hace cuanto que mi comportamiento te importa?.-Grité.

-Desde que naciste, Acacia.-Rodé los ojos molesta.

-Padre seamos sincero, jamás te has interesado por mi.-Le dije levantando la voz.

-No me hables así.-Dijo cerrando los ojos molesto.

-Dejame en paz, mandame a África o a donde sea, pero me quiero largar de aquí.-Estaba a punto de levantarme cuando entro Jack a decirle algo a mi padre.

-Puedes irte.-Mi padre entró de nuevo al salón.

-¿De la casa?.-Pregunté sarcástica.

-Acacia, hija, ¿qué ocurre?.-Preguntó tranquilo.

-¿Qué ocurre?.-De nuevo pregunté sarcástica.-Estás tratando de cambiar a mamá, y sin mi consentimiento.

-Eso jamás hija.-Rodé los ojos.

-Como digas papá.-Las lágrimas volvieron a salir, siempre era así cuando mencionaba o pensaba sobre mi madre. Salí del gran salón dando un portazo y dando grandes pisadas por el corredor.

-¿Te encuentras bien, Cia?.-Me encontré a Jack a medio corredor.

-No.-Dije, las lágrimas seguían secas por mis mejillas.-¿Podrías darme un abrazo?.

-Claro.-Extendí mis brazos y él asintió, se acercó a mi y me abrazó dulcemente.-Te daría mi vida, sí me la pidieras.-Ese comentario me hizo quedar helada.

No comprendía a Jack, no sabía si estaba jugando conmigo o enserio le interesaba. Era lindo, tierno, amable, pero también era egocéntrico un creído y un irrespetuoso. Creo que ambas cara de Jack me atraían al mismo tiempo, pero también hacía que lo odiara.

-¿Ustedes salen?.-La horrorosa voz de Madison hizo eco por todo el corredor, Jack y yo nos separamos.

-A ti no te incumbe, mocosa.-Contesté aún más enojada, todo iba bien hasta que a esta niña se le ocurre aparecer.

-Sabes que si le digo a papá, correrá a Jack, ¿verdad?.-Sonrió victoriosa y elevó una ceja.

-No puedes hacer nada, no tienes voz aquí.-Le dije, ella se indignó falsamente.

-¿Disculpa? Pero esa serás tú, ¿qué no te has dado cuenta? En cuanto te fuiste a California mis padres se casaron y a ti no te tomaron en cuenta.-Tenía razón, maldita sea.

-Por lo menos yo si soy su hija.-Le contesté, punto para mi.

-Eres una bastarda.-Dijo, miré a Jack, las lágrimas comenzaron a salir de nuevo.

-No sabes nada de mi.-Respondí con la voz quebrándose.

-Tú madre murió por tu culpa, ¿qué habías hecho? O si, te escapaste.-Río, el enojo se había apoderado de mi, quería golpearla, quería hasta matarla.

-¡Callate!.-Grité conteniendo todo mi dolor y enojo dentro de mi, la poca paciencia se estaba acabando.

-Vamos, Acacia, no seas llorona.-Ella había sobre pasado los límites, caminé hasta ella y le di una bofetada, se llevó la mano a la mejilla y después me observó indignada.

-Acacia, vámonos.-Jack me tomó de los hombros y me sacó de ahí, volví a abrazarlo, lo necesitaba.

-Soy una estúpida, soy una débil, una niña de dieciséis ha dado en mi punto débil.-Me sentía del asco, sentía que no podía hacer nada, no tenía ni las mínimas fuerzas para hacer algo.

Quería correr a Marie y a Madison de mi casa, también quería irme, quería dejar todo. Me podía ir con Mia, vivía a unos cuantos kilómetros de aquí, sería fácil llegar. Por otro lado estaba mi padre, sea el peor padre del mundo siempre ha estado ahí para mi. Nunca me ha apoyado, pero siempre me ha dado lo mejor. Jamás lo dejaría, no podría y ahora también estaba Jack, ¿qué haría con Jack? ¿Me gustaba o no? No lo sabía, no sabía que mierdas tenía en la cabeza.

-¿Te sientes mejor?.-Preguntó cubriendome con una manta que estaba en mi habitación.

-Debes de irte, Madison ha de hacer ido por mi padre, vendrán a buscarme y si te encuentran aquí te correrán de la casa.-Le dije, él hizo más fuerte su abrazo.

-No me importa.-Negó, sonreí.

-Gracias Jack.-Un momento de debilidad emocional cruzó por mi cabeza y junté mis labios con los de él.

Sus labios comenzaron a danzar junto con los mios al compás, una de sus manos se postró en mi nuca y la otra en mi cintura, mis manos salieron de la manta que me cubría y rodearon su cuello para así saber que él jamás se iba a ir.

Él comenzó a deslizarse para que yo quedará entre él y el colchón de mi cama,el beso no paró en ningún momento.
-¡Acacia!.-Alguien gritó desde el corredor; mi padre. Jack se separó de golpe y ambos nos miramos asustados, le señalé el armario y él entró apresurado.

-¿Qué ocurre?.-Mi padre abrió la puerta de mi habitación hecho una furia.

-¿Qué ocurre contigo?.-Pude ver a Madison a su espalda.

-¿De qué hablas?.-Pregunté haciéndome la inocente.

-Has golpeado a Madison, ¿por qué?.-Preguntó levantando más la voz.

-Me llamó bastarda, me culpó de asesinar a mi madre y ¿sabes que más hizo?.-Pregunté, tenía ganas de llorar pero mis ojos de habían quedado sin lágrimas ya.

-¿Qué más hizo?.-Preguntó mi padre desafiante.

-Me a robado a la única persona que me queda, a hecho que te pongas en mi contra y me a hecho menos, siendo yo tu única hija.-Me señale e hice énfasis en la palabra 'yo', él agachó la mirada.

-Madison veté a tu habitación.-Ordenó, Madison abrió la boca ofendida pero sin decir nada se retiró de mi cuarto.

-Papá..

-Lo siento.-Se disculpó.-Jamás pensé que te afectaría tanto, hija.-Él hizo que me sentará en la orilla de mi cama y él se hincó frente a mi.-Pensé que te haría bien compañía femenina, jamás he tratado de suplantar a tu madre y mucho menos a ti, mi niña.-Tomó mis manos.-Perdón.

-Sólo has que se vayan.-Le pedí, él negó.

-Es mi esposa, Acacia.-Su voz dulce seguía presente lo que significaba que no estaba molesto.

-Pero papá..

-Hija, entiende, sólo trata de llevarte mejor con Madison.-Pidió, eso era imposible.

-Jamás.-Le dije negando.

-Mi niña, siempre serás tú y nadie más.-Se levantó y yo junto con él, me abrazó como hace mucho no lo hacía; con sentimiento; con amor, ternura, compasión, como un padre a su hija.

-Te amo papá, lo siento.-Dije con mi cabeza en su pecho.

-Yo te amo aún más Acacia, siempre ten eso en mente, eres la única y daría mi vida por ti.-Sonreí, hace tanto tiempo que no escuchaba eso de mi padre.

El chico del 206 | Jack GilinskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora