3. Soy Namjoon

44 18 2
                                    

—¿Cómo pudiste perder tu sombra?

—Mi compañero, Jimin, se me echó encima y nos descuidamos un poco. Estábamos peleando, en la ventana.

—¿Por qué se te echaría encima? —cuestiona realmente intrigado. Namjoon establece que le gusta la cara de Jin.

—Vine a escucharte cantar y no me quería marchar. —responde sin pensar.

—¿Cantar? Pero si mis canciones son sobre ti...

—¡Ya lo sé! Por eso me gustan. Se los cuento a los niños perdidos.

—¿Niños perdidos? ¡Ah, sí! Ya recuerdo, son tus amigos. —murmura dando una puntada especialmente dolorosa. Namjoon se queja en voz baja, poniéndose de pie para verificar cómo va el trabajo. La sobra sigue sin adherirse completamente a su cuerpo, solo está cosida en sus pies descalzos—. Qué bueno que hayas venido esta noche, porque si no ya no me hubieras encontrado.

Namjoon se voltea, interesado—. ¿Por qué?

—Porque desde mañana voy a crecer —responde en un hilo de voz—. Es mi última noche con los niños. Tal vez... después también deba casarme.

Jin se ve especialmente bonito mientras murmura esa frase, dolido. Sus ojos se cristalizan y Namjoon le pregunta—: ¿Por qué? ¡Ya no habrá canciones! —como es normal en él, expresa en voz alta sus pensamientos. Realmente no le apena carecer de filtro.

—Así es... —confirma Jin.

La idea de perder la voz melodiosa de Jin le causa estragos.

—¡No lo permitiré! ¡Vámonos! —exclama con decisión, mirando hacia la ventana abierta. Namjoon ama la luna, es por eso que continúa visitando a ese país descolorido. Eso y, por supuesto, aquel canto de ángel que poseía Jin.

—¿Irnos? ¿Adónde? —pregunta, preocupado.

Namjoon esboza una alegre sonrisa—. ¡A Neverland!

Jimin, quien escuchaba la conversación de su amigo y aquel muchacho sin gracia, se indigna de sobremanera. Ha intentado salir, pedir ayuda a gritos, pero si no le prestan atención, es imposible para él ser escuchado.

—No sé si sea correcto... —dice Jin.

—¡Lo es! Allí no crecerás, no tendrás que hacer lo que has dicho y, lo mejor, ¡Nos cantarás!

—Yo... —comienza Jin, realmente confundido. Namjoon, quien difícilmente se para a reflexionar en las consecuencias, lo agarra de la mano y lo acerca a la ventana. Hay una electricidad subiendo por su columna, lo que le encanta—. ¡Pero espera, Peter! ¿Y mamá qué dirá?

Namjoon estaba preparado para corregir ese terrible nombre, pero una palabra se clava en su cabeza—. ¿Mamá? ¿Qué es mamá?

Jin sonríe mostrando sus dientes, enternecido—. Una madre es una persona que te quiere, que se preocupa por ti, que te canta por las noches...

Namjoon levita emocionado—. ¡Canta! ¿Canciones? —Jin asiente—. ¡Tú serás nuestra madre! ¡Ven! —le jala hacia el vacío.

Y aunque Jin confía en la magia de Peter Pan, sabe que tiene responsabilidades—. Espera, espera; tengo que llevar ropa, dejar dicho cuándo regreso, porque no puedo quedarme muchos días. Y luego tengo que... —Jin hace una pausa, mirando a Namjoon con corazones en los ojos—. Oh... vivir contigo —dice maravillado—, me siento tan contento que... quisiera darte un beso, ¿quieres?

Jimin, encerrado en el cajón del mueble, pega la oreja a la madera, expectante. ¿Un beso? ¡Namjoon podía ser mayor y más grande, pero es idiota como un infante! Ni siquiera sabe qué es un beso, lo apostaría.

NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora